viernes, 23 de diciembre de 2011

Postal de Navidad

Mañana, de madrugada, nos iremos hacia el Norte. Estaremos,  por tanto, unos cuantos días sin pasar por este desván  nuestro donde vamos arrumbando algunas de las cosas que nos pasan. Pero por si acaso alguien se acerca a él y no nos encuentra, vamos a dejar aquí, además de esta curiosa postal, una hermosa canción, que no es de navidad pero lo parece. Cada vez que alguien pulse el play, comenzará a caer la nieve como sucede en esas bolas de cristal que encierran un paisaje dentro, al sacudirlas. Y se escuchará una bella melodía.



jueves, 22 de diciembre de 2011

Ayer

I

Han puesto una pequeña feria del libro al lado de casa. Son apenas cuatro o cinco casetas. Nada más inaugurarla, bajaron las temperaturas como suele hacerlo el Ibex 35 en estos tiempos, y se veía a los libreros ateridos en una esquina de su galpón, muertos de frío. En esta ciudad, en cuanto levantan una feria de esta clase, se tuerce el tiempo invariablemente. En cuanto aparecen estos libreros vagabundos llegan en estampida vientos furiosos y afilados, se aborrascan los cielos y caen unas lluvias desapacibles y tenaces.

Los libros que traen consigo son como ellos, viejos, escépticos y polvorientos. La mayoría, solo con ver el título, echan para atrás: esoterismo, biografías de grandes hombres, diccionarios de armas o de la Guardia Civil, tristísimas colecciones de clásicos con las portadas de cartón y un papel pobre y desahuciado...Estuvimos a punto de comprar uno que se titulaba La salud por la cebolla, el ajo y el limón. Nos pareció un título magnífico. Sin embargo, además de algunos cuentos para los críos, finalmente nos volvimos a casa con una  vieja edición de Voces en Ruidera, una de las novelas de Plinio que con tanta gracia compuso García Pavón, la Historia de Roma de Indro Montanelli y El faro de Blackwater, de Colm Tóibín. Tan contentos.

II

Manifestación de funcionarios. Después de dejar a P., que estaba invitado a un cumpleaños, en los cines de la nueva estación, engalanada con abundantes luces navideñas pero con muy pocos viajeros, me fui andando lentamente hacia la Fábrica de Harinas, de donde salía la marcha. Nos encontramos frente a ella a la altura de la gasolinera del Paseo de la Cuba.  Venían flameando, como estandartes, muchas banderas, rojas , verdes y amarillas. Nos disolvimos en ella. Era hermoso ir caminado sobre el asfalto envejecido, sin coches y rodeado de tanta gente. Atardecía y el frío se iba destilando en el aire cada vez más limpio y puro. De pronto, mezclados con ese frío, el veneno de la melancolía y la conciencia dolorosa de que, hagamos lo que hagamos, esta batalla la perderán los de siempre...

III

Al rato tuve que salirme de la corriente reivindicativa y, como un salmón, poner rumbo, río arriba, hacia el instituto. Tenía la evaluación de mis alegres tutorandos. Ya era de noche, y andando despacio por el paseo, a la orilla del parque, me parecía caminar por el arrabal de una ciudad distinta, mucho más al Norte: Berlín, Moscú, Praga. Sin embargo, si mirabas hacia el Oeste, el cielo, de un lujoso azul, era, sin duda alguna, un cielo del Sur. Se iba apagando como la voz de un padre que acuna a un hijo, muy dulce y suavemente... Luego, ya muy cerca de mi destino, en un semáforo cerrado se colocaron a mi lado dos de esos corredores que salen al oscurecer a fatigar los parques y las avenidas. Supongo que para no quedarse fríos, no dejaron de dar saltos ni un momento, como si siguiesen corriendo pero sin moverse del mismo punto fijo. Eran, esos saltos que daban, muy graciosos, y parecían dos muñecos de un espectáculo de títeres, un poco desmadejados los dos, sin parar de hablar. Y aunque esos corredores nocturnos siempre me despiertan una gran piedad y cierta pena, estos me pusieron de muy buen humor y la evaluación -la de estos muchachos míos que escriben "ténebre", "San Chopanza" o "¡Adiós, Regenta!"- se desarrolló muy plácidamente.

IV

A la vuelta, los cristales de los bares se veían muy empañados porque estaban todos llenos de gente que seguía el partido entre el Alba y el Atlético de Madrid en el Calderón. Me acerqué a uno y pegué la cara al cristal como niño pobre en el escaparate de una pastelería. Ganaba el Alba y se veía a los parroquianos muy ilusionados. En uno de ellos, a  la puerta había dos viejos que, ajenos al partido, hablaban muy animadamente. "Esto era el patio de mi casa", le decía uno al otro. "Debajo de donde ahora está el televisor había un pozo, y allí, donde la máquina del tabaco, teníamos una higuera que daba una sombra que no había otra igual en el verano. La había plantado mi abuelo..."


miércoles, 21 de diciembre de 2011

Postrimerías

Casi con el año se murió la tía Juanita. Tenía 96 años y llevaba varias semanas yéndose y viniéndose. Era una mujer simpatiquísima y muy hospitalaria que agradecía mucho que la visitásemos. Sin embargo, desde hace ocho años, cuando murió su marido, el tío Tomás, se le habían ido desencuadernando los recuerdos, y vivía silenciosa en una residencia de la calle Montiel.

Cuando vivían los dos, íbamos a visitarlos con cierta frecuencia. Nos sacaban  unos dulces y unos licores y el tío Tomás nos contaba cosas de su vida, de los viajes que hacía, de todos los lugares que visitó, siempre al volante de un taxi que lo llevó a todas partes. Narraba esas peripecias con mucha gracia. El tío Tomás era un hombre de mucho carácter que, a pesar de su falta -tenía una pierna más corta que la otra-, había sido un montón de cosas, pero sobre todo un gran conductor y, al final, socio fundador de un empresa de transportes, además de presidente del Úbeda C. F. Cuando nosotros le conocimos ya no salía de casa, y se pasaba el día sentado frente a la mesa camilla, con sus pies desparejos al calor del brasero.

Pues bien, le contó ayer a A. su madre que cuando abrieron el ataúd para enterrar a su lado a la tía Juanita, se encontraron con que el tío Tomás continuaba, ocho años después, con sus extremidades inferiores incorruptas. "De cintura para abajo, como si le hubiesen dado sepultura ayer mismo", le narró F. a su hija. El enterrador decía que era la primera vez que veía algo semejante. "Eso va ser por la falta que tenía el pobre", parece que comentó mi suegra.



martes, 20 de diciembre de 2011

Fotos raras

Por fin hemos visto la foto que le hizo J.Á. a P. el otro día. La colgó en su BLOG, junto a varias otras, hace un par de días. Inquietante, como si fuese la ilustración de una pesadilla infantil. La de la abuela tampoco está mal. Se nota que está muy bien iluminada. Tiene, también, el aire de un cuento infantil y perverso. Las demás son igualmente hermosas y raras, como truco de mago o sueño, todas con su poesía surrealista encima...




lunes, 19 de diciembre de 2011

La derrota amarga

El partido de este viernes, el de baloncesto, el de P., fue, sin duda, el más doloroso de todos. Porque el equipo contra el que se midieron era más o menos como el suyo, o incluso un poco peor. Y sin embargo también perdieron.

El principio fue esperanzador, 6-0. Luego remontaron los otros, y de nuevo el EBA se despegó, 12-6. La cosa fue marchando más o menos así hasta que tras un nuevo empate los que se estiraron fueron ellos. Nunca se iban muy lejos, pero allí estaban. Se sucedieron los empates, pero al final, 35-39 para los contrarios... La cara de P. era un poema. Y eso que consiguió una canasta impresionante, en carrera y desde bastante lejos, con una soltura y naturalidad que yo no le conocía... Se la alabe mucho, a ver si le alzaba el ánimo, pero nada...

Yo creo que no jugó demasiado, que el entrenador lo mantuvo mucho tiempo en el banquillo.Se lo habría dicho a su entrenador si no supiese que eso a P. le habría avergonzado lo indecible. Se lo habría afeado amargamente y con aspereza si no fuese un entrenador tan alto y fornido -es el pívot del equipo que juega la liga nacional-. Cuando metió esa canasta imposible, la gente lo aplaudió mucho. Estuve a punto de decirles a todos, en voz alta, que ese era mi hijo. Me contuve en el último instante. Y  me di cuenta de que, si no me controlo, podría llegar a ser, sin esfuerzo alguno, uno de esos padres energuménicos y ridículos que siguen a sus hijos a los partidos como las madres de las folklóricas a estas, y matar por él, como la princesa del pueblo.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Perfil urgente de José Bono

Días antes del de la Constitución, escribía esto Martí Gómez en lalamentable.org:
"Escalofríos siento ya a pocos días del último acto de José Bono como presidente de la Cámara de Diputados. Temo su verbo florido, prosa de sonajero, que diría Juan Marsé, con algún extemporáneo ¡Viva España! como colofón. Mucho ha recorrido Bono desde los tiempos en que militaba en el PSP de Tierno Galván, que no lo dejó bien parado en sus memorias porque cuando se olió el cambio Bono se pasó al PSOE, sector guerrista, para luego ser filipista y de ahí que Guerra lo aborrezca por traidor. A lo largo de los años Bono solo ha sido fiel a su aversión al pollo, a su pasión por relacionarse con gente famosa, a hacer declaraciones extemporáneas y al populismo, que desarrolló a toda máquina presidiendo la comunidad de Castilla-La Mancha. Cuando el príncipe Felipe visitó la comunidad Bono editó un lujoso libro que sumía en la confusión: el lector pasaba página tras página con foto de Bono en una y foto de Bono en la siguiente y no acababa de dilucidar si la estrella del evento era el príncipe o Bono. No menos memorable era el video que se ponía en los autocares que llevaban a los ancianos de la comunidad a ver el mar. En el video Bono desplegaba toda su oratoria hablando de olas, espigas, nubes, arena, sol, noches de luna... y esto, recordaba a los viajeros, lo iban a disfrutar gracias a que la comunidad que él presidía corría con los gastos. Iba implícito el corolario “votarme”. Irse de la Cámara de Diputados se va. Dónde intrigará a partir de ahora es lo que falta por saber. Porque intrigar seguirá intrigando. Por el bien de España, por supuesto".
Si alguien escuchó el discurso del señor Bono tan señalado día, habrá comprobado que los temores del Martí -¡qué grande el Martí! (leer con marcado acento catalán)- no eran infundados.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Comparaciones

Este año, a A. le ha tocado dar un curso de Ciudadanía. El libro de texto que llevan los alumnos ha resultado ser malísismo, a pesar de ir firmado por José Antonio Marina -se ve que este hombre solo ha puesto la firma, y el libro, como casi todos los de esa clase, lo habrán elaborado, sin tiempo y mal pagados, algunos becarios-, y tiene que buscar en otras fuentes.


Hace unos días les puso en el vídeo Billy Elliot. A la mayoría les gustó mucho, y les ha dado para varias clases de reflexión y comentario. Sin embargo, ayer, uno de los alumnos le hizo una confesión:

-No está mal la película, mastra -que así les dicen en Munera a los docentes-, pero a mí me gusta más Doraemon.


A., rápida, le replicó:

-Entonces conocerás bien estos versos: "Ojalá mis sueños se hicieran realidad, / se hicieran realidad, porque tengo unnnnn montóooooooon...

Y se puso a hablarles de Novita y Sisuka y Gigante, a los que conoce bien por P., que también es muy aficionado, y a comentar esa canción, relacionándola con lo que habían hablado a propósito de la película.

 Dice que la clase salió muy bien.




miércoles, 14 de diciembre de 2011

Fotografías

Andaba J.Á. haciendo un trabajo para su escuela. Una serie de fotos surrealistas...

Cuando estuvimos hace una semana en Úbeda, le sacó algunas a P., pero no sabemos casi nada de ellas. Se fueron los dos toda la tarde por ahí y luego no solo no nos enseñaron ni una sola de las fotos, sino que apenas nos contaron nada.


De las que sí sabemos algo son de las que le sacó a su abuela. Estaba yo viendo el agónico partido de Nadal y del Potro, cuando me tuve que acercar al servicio... Cuando salía, todavía abrochándome los botones del pantalón como hacen algunos parroquianos en los bares de mi pueblo, ansioso por si me habría perdido algo de tan agónico partido, me llamó J.Á. que estaba en una habitación retratando a su abuela. Necesitaba algo más de luz y me pidió que sostuviese un flexo en alto... La abuela estaba metida en la cama, con el cobertor hasta la barabilla y la cabeza llena de rulos... Le pedía su nieto que compusiese cara de grandísimo espanto, que abriese la boca como si gritase aterrada... Así estuvimos un buen rato, la abuela descoyuntándose la mandíbula, yo en una esquina con el flexo levantado, y J.Á. sin parar de echar fotos...

Cuando regresé al salón aún comenzaban el tie break...


Ahora necesita a alguien para un desnudo. A eso, en la familia, nadie se ha ofrecido. Le ha dicho que no todo el mundo: sus padres, sus abuelos, hasta sus amorosas titas que nunca le niegan nada. Así que me ofrecí yo. Sin embargo, cuando P. escuchó mi disponibilidad, puso un gesto de gran escándalo y me pidió por favor que no lo hiciese, que eso le avergonzaría muchísimo más que cuando me pongo la chaqueta del muerto...

martes, 13 de diciembre de 2011

Del derecho o del revés

Hace unos días nos llevó J. Á. a ver una exposición en el Hospital de Santiago, de pintura y colectiva, porque había colgados en ella dos cuadros de una amiga suya... Al Hospital nunca le decimos que no, porque es una belleza de edificio. No conocemos demasiados sitios como ese... Las esbeltas torres de azulejos de colores, el  patio, la  fuente, las anchas escaleras... En una esquina está la biblioteca pública y, al otro lado, el pequeño planetario;  y en el primer piso el club de ajedrez y la escuela de danza que ahora el nuevo alclade pretende cerrar...



La exposición resultó como acostumbran a ser esta clase de exposiciones: unos cuadros eran raros, otros muy feos y otros incomprensibles. La mayoría eran las tres cosas al mismo tiempo. Solo salvaríamos uno, muy a lo Ruiseñor, de un jardín, que homenajeaba a Sorolla...

Los de la amiga de J.Á. eran unas estampas muy coloristas, con bordados y técnicas muy modernas... En uno se veía la silueta de una vaca puesta del revés, y en el otro una cebra cabeza abajo. A veces se los cuelgan mal en las exposiciones, nos informó J.Á. 

-¿Estos están bien así?-le preguntamos. Según J.Á. sí, tanto la vaca como la cebra debían estar así.

-Pues mal asunto-comentamos pensativos.

Y contiué, sentencioso:

-No soy yo nadie para dar consejos sobre el arte pictórico, ni sobre ningún arte, pero si le cuelgan los cuadros del revés, yo creo que eso la debería hacer reflexionar.

Ese debería ser una axioma artístico: si un cuadro no se sabe cómo colgarlo, no es un cuadro. Será otra cosa, pero un cuadro no...

lunes, 12 de diciembre de 2011

Frédérique Audoin-Rouzeau (Fred Vargas)

Mucho nos gustan las novelas de esta mujer dulce y menuda -eso se suele decir de ella en los periódicos-, y nos parecen casi todas un derroche de imaginación maravillosa. Pues bien, el otro día nos enteramos, en una entrevista en el periódico, de lo que sigue:

"No tengo mucha imaginación, pero una palabra me lleva a una imagen, y esa imagen a otras palabras... Las imágenes van pasando ante mí mientras escribo, como en el cine. Y es siempre un lío controlarlas. Por eso tengo que escribir muy deprisa, porque me da miedo olvidar las cosas que veo..."

 Cada una de sus novelas las escribe en 21 días, ni uno más, ni uno menos... La última, que acaba de salir aquí, la escribió en Normandía, que es donde sucede la trama:

"Me fui a Normandía con una mesa y un ordenador. Y todo el teimpo escribí con la misma intensidad. No es escritura automática, para que el arte parezca verdad y no un folletón hay que trabajar mucho. Cuando acabé, 21 días justos después, lloré de lo mala que era".

Afortunadamente, tiene una hermana gemela, pintora, que le corrige todas sus obras, y le ayuda a pulirlas.

"Los diálogos eran horribles y había salido larguísima. Por suerte, Jo (la hermana) me ayudó a cortar y a corregir la melodía".

No sé, suena todo muy extraño, sobre todo eso de tener que llevarse una mesa para escribir... Sin embargo, qué más nos da si sus novelas nos hacen pasar siempre tan buenos ratos...

viernes, 9 de diciembre de 2011

Otra prueba de la existencia de los Reyes Magos

Como sabrán, al rey Baltasar le han puesto una denuncia en los juzgados. En realidad se la pusieron hace casi un año, pero como las cosas de la justicia van tan lentas, resolvieron anteayer. Afortunadamente lo han absuelto. Se le acusaba de haber golpeado con un caramelo a una mujer en el ojo durante la cabalgata. La gente, definitivamente, ha perdido el sentido. Dentro de poco los acusarán, a los tres, de millones de allanamientos de morada, perpetrados con alevosía, nocturnidad y empecinamiento, cada cinco de enero desde el tiempo de maricastaña. En fin. Confiemos en que todos estos casos acaben en manos de jueces sensatos como este que le tocó en suerte a Baltasar, y se de fin a todas estas majaderías.

Sin embargo, lo que en verdad nos interesa de este asunto es cómo se constituye en prueba concluyente de la existencia de esos tres monarcas mágicos y prodigiosos. Se lo tengo que contar a P., para acabar de una vez con todas con esos escepticismos suyos y sus dudas absurdas.

jueves, 8 de diciembre de 2011

La fama

Volvíamos a casa los tres después de un paseo, y ya en nuestra acera vimos venir hacia nosotros a la dueña del bar que hay al comienzo de la avenida. Llegó a la puerta de su negocio antes que nosotros y entonces se quedó parada, mirándonos con fijeza, como si nos estuviera esperando. No habremos entrado en ese bar más de cinco o seis veces, y es una mujer muy seria, con la que apenas cruzamos dos palabras, el saludo de cortesía cuando nos encontramos en esa acera, ella a su negocio, nosotros a nuestro rincón.

Cuando llegamos a su altura y ya le íbamos a dar los buenos días acostumbrados y seguir nuestro camino, se dirigió a mí:

-¡Cómo me reí el otro día con tu pesadilla!- me dijo sonriente. Al comienzo no sabía a qué se refería, pero de pronto, antes de que se me pusiese cara de idiota completo, recordé el artículo del jueves pasado.

-Ah, ya...

-Mira que yo no soy de reírme así, pero es que me pareció divertidísimo, de verdad...-continuó.


No está uno acostumbrado en absoluto a estos halagos, y la cara que debía tener, a pesar de saber ya de qué me estaba hablando, era, ahora sí, de tonto total. Le di las gracias, le dije que me alegraba mucho de haberle hecho pasar tan buen rato, y nos despedimos, todos con una gran sonrisa...

-Pues vas a tener que dedicarte a la comedia- me dijo A. mientras ganábamos el portal. -Porque con los poéticos y literarios no te felicita nadie...

-Bueno, una vez me llamó un notario-protesté...

Naturalmente, yo iba crecidísimo, más gordo, más hinchado, más lustroso... Mientras preparábamos el horno, aún no se me había ido la cara de estulticia...

Sin embargo, de pronto se me heló esa sonrisa idiota. Al tiempo que aliñaba tres hermosas truchas asalmonadas, caí en la cuenta de que del mismo modo que a esa buena mujer el artículo la había divertido, habría, entre la media docena que suele leer esas cosas, otros a los que no les habrá hecho maldita la gracia, González Moraga al margen, y que si me encuentran un día por la calle, a lo mejor también les da por hacérmelo saber y... Entonces ya se me quitó la cara esa, y se me bajaron todos los humos... Era mucho mejor cuando esos textos los sacaban sin foto...


 

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Dos artículos

El domingo valió la pena comprar el periódico por estos dos artículos: Los restísimos, de Elvira Lindo, y Matar al euro, de Paul Krugman. Aquí los dejo.

La tesis del primero es esta: "El problema del Valle de los Caídos es el Valle de los Caídos". Y a partir de ahí, se desarrollan los argumentos más sensatos que uno ha leído nunca sobre tan ténebre asunto.



La del segundo, la que sigue: "Aunque los líderes europeos siguen insistiendo en que el problema es un gasto demasiado elevado en las naciones deudoras, el auténtico problema es un gasto demasiado reducido en Europa en su conjunto. Y sus intentos de arreglar las cosas exigiendo una austeridad cada vez más severa han desempeñado un papel decisivo para empeorar la situación". No parece que la realidad le lleve la contraria y, sin embargo, ellos, erre que erre. ¿Por qué será?

martes, 6 de diciembre de 2011

Lunes de noviembre en Baeza

Ya que a Jaén no es posible, al menos nos acercamos hasta Baeza, a dar un paseo... Hacía casi diez años desde la última vez...



Baeza está, como todo el mundo sabe, en uno de esos cerros de Úbeda tan famosos. Podría ser, por tanto, un barrio de Úbeda. Naturalmente, esto los baezanos no lo aceptarán, y argumentarán que bien podría ser al revés. Llevan razón, pero uno conoce mucho más la primera de esas ciudades, y muy poco la segunda, y viéndolas tan monumentales a las dos, y tan semejantes, pues le parece a uno, cuando visita de pascuas a ramos el lugar de Baeza, como si no hubiese salido de Úbeda... Sin embargo, supongo que, como sucede con todas las cosas que se parecen tanto, resultarán, al cabo y si se miran bien, bien distintas. No lo sé.



Visitamos el aula donde dio clases Machado. Cuentan sus biógrafos que con poco entusiasmo. Es un lugar oscuro, frío, deprimente... La mesa del profesor, los pupitres, el encerado, los mapas colgados en las paredes y un viejo mueble lleno de libros, podrán ser o no los de aquellos años -seguramente no-, pero tenían todos el aire disecado de las cosas muertas... Tal vez sea original la mesa del profesor, porque estaba rodeada con unos cordones rojos de esos que se ponen los militares de alta graduación por los hombros, aunque a lo mejor tampoco, y los han puesto, esos cordones, para hacernos pensar que es la misma a la que se sentaba don Antonio... Lo que se agradece es que no hayan colocado allí la figura de cera del poeta.





Había una guía que le estaba hablando al grupo que pastoreaba de los zapatos del poeta y de su torpe aliño indumentario. Recordó A. entonces que su profesor de literatura les contaba que tenía el poeta una novia en Úbeda, y que muchas tardes se iba caminando hasta allí para hablarle y que hacía luego tertulia en una farmacia de la plaza. A lo mejor era esa la razón de lo lamentable de su zapatos, que ocho kilómetros de ida y ocho de vuelta fatigan el mejor de los calzados.



El palacio de Jabalquinto es precioso y  monumental, con sus piedras labradas, su patio de esbeltas columnas y su fuente, pero lo verdaderamente hermoso está frente a él,  la iglesia de Santa Cruz, un templo pequeño, románico y desnudo. Al lado de la cercana catedral, encumbrada en lo alto de otra melancólica plaza, esa iglesia diminuta nos emocionó realmente. La catedral parece un castillo con sus contrafuertes de fortaleza y ese aire ausente y tremendo, muy lejana en lo más alto de una plaza también demasiado grande y tan solitaria...



Bajando en busca de un refrigerio, encontró P. una curiosa exposición, la del que allí llaman Padre Sifón, un hombre que tras jubilarse de su oficio de fabricante de sifones y gaseosas, se dedicó a hacer detalladísimas miniaturas de todos los monumentos de su pueblo. El Padre Sifón se llamaba Diego Lozano y esculpía esas  miniaturas a las que no les falta ni un solo detalle en piedra marmolina -parece nombre inventado por Cunqueiro y, por ello, piedra prodigiosa y mágica- que le llevaban hasta su taller desde la lejana provincia de Lérida. Don Diego murió hace poco más de un año, y nos lo enseñó todo su viuda, una mujer simpatiquísima que se pasa en ese taller todo el día, para mostrárselo a quien lo quiera ver, y para hablarles de su marido. "Hasta que se le haga un museo", nos explicó. En el taller está todo como lo dejó su difunto, con las lámparas que utilizaba en su trabajo minucioso, y los complicados alargadores y ladrones donde las enchufaba. Encima de las vitrinas donde se guardan sus obras, las paredes se ven llenas de avisos filosóficos que él colgó, y recortes de periódicos que dieron noticia de su arte, y muchas fotografías y, cada dos pasos, la petición de un donativo para sufragar los gastos de luz, y debajo de cada de uno de ellos una hucha. Dejamos un euro y, tras despedirnos con grandes cortesías, nos fuimos a tomar unas cañas y ya nos volvimos a Úbeda.



Estaba el día como aquellos versos que le encontraron a Machado en el bolsillo de su chaqueta cuando murió, tan lejos de aquí: azul y con un sol como el de nuestra infancia.


lunes, 5 de diciembre de 2011

Maruja Ruiz Martos

La escuchamos ayer por la mañana, cuando encendimos la radio para escuchar a Martí Gómez. Fue emocionante. Estábamos haciendo la cama y fuimos poco a poco ralentizando nuestros movimientos, el edredón nórdico entre las manos, hasta quedarnos totalmente quietos, inmóviles, envueltos por las palabras de esa mujer. Existen los políticos, sí, pero también gentes como esta mujer admirable. Terminé lleno de esperanza.








P.D. Una pequeña biografía de Maruja AQUÍ.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Seguir perdiendo

Desde que comenzó la liga  aún no han ganado ningún partido. El viernes pasado perdieron 59-43 y P. metió una canasta, un tiro lejano que entró limpiamente en la cesta. Hoy 43-15 y P. volvió a encestar una vez, en esta ocasión en un fulgurante contraataque, entrando a canasta con estilo y con los pasos contados como las memorias de Corpus Barga. También dio dos asistencias. Tanto él como el resto de sus compañeros celebran cada punto como una victoria, y cuando terminan los partidos están tan campantes. Si un día llegan a ganar a alguien, la celebración será espectacular.

En el coche, cuando volvemos a casa, yo le animo mucho, comentándole que, a pesar de la derrota, lo ha hecho muy bien, y que el siguiente partido será, sin duda, mejor que el anterior. No quiero que se venga abajo. La psicología moderna, y la pedagogía del día también, hacen mucho hincapié en esto, en la importancia de la autoestima. Así que yo, mientras conduzco, le alabo mucho. Sin embargo, aunque me escucha con agrado, a P. le da exactamente igual, y vuelve a casa tan feliz y contento que nadie sería capaz de adivinar tan abultadas derrotas detrás de su buen humor y su sonrisa. Por supuesto que le agradaría ganar, pero eso, para él, es un asunto secundario. Salen del vestuario riéndose con ganas, y en el coche, después de que yo le cuente todo lo que me ha gustado de su juego y de su equipo, cambia de tema:

-¡Qué gusto, papá, ya es viernes! ¡Y hasta el miércoles no tenemos clase! ¡Qué maravilla!

Para mí, que justo ayer salí del partido de fútbol ufano como un pavo real por haber ganado 8-5, esa actitud de mi hijo es toda una lección. ¿Seré capaz, algún día, de volver tan contento a casa después de una derrota? No lo sé...

jueves, 1 de diciembre de 2011

Un sueño

El artículo de hoy es onírico. Es el relato de una pesadilla que aunque no he llegado a tener, bien podría haberme asaltado cualquier noche y, lo que es peor, nadie puede asegurarme que no acabe soñándola un día de estos.

Es, también, un ajuste de cuentas con un columnista que jugaba hace años al fútbol con nosotros. Era concejal del ayuntamiento y dejó de ir cada jueves cuando lo llamaron para sustituir a uno de los suyos en el Parlamento. Fue poco antes de las elecciones anteriores. Cuando se marchó, en el vestuario quedamos todos muy melancólicos y pensativos, no por lo que perdíamos sino por ver qué clase de personas nos representaban a los ciudadanos en esa santa casa. "Si todos son como este...", suspirábamos.

A los pocos meses, tras aquellas elecciones, dejó su acta de diputado y regresó. Sin embargo, en lugar de volver a jugar al fútbol, los jueves los dedicó a publicar unos artículos muy cómicos en el periódico. Bueno, cómicos me lo parecen a mí, que él los escribe cada semana muy en serio. Son todos muy parecidos: Zapatero era Satán, Lucifer y todos los demonios juntos, y los conservadores, en cambio, grandes estadistas todos, benéficos, divinos y angelicales. A medida que la crisis se extendía, se ha ido creciendo el hombre, y ya los últimos eran terribles y rabiosos, algunos ciertamente violentos, clamando contra aquellos que aún iban a votar a los pérfidos socialistas, y tildándolos de masoquistas y tontos perdidos.

Un día también escribió a propósito de la educación. Bueno, de la educación exactamente no, pues ese es asunto que  debe de traerle al pairo, sino de las protestas de los profesores. Era un artículo de los más cómico. Como un trilero torpe, timaba a los lectores falseando todos los datos posibles con grosería y sin vergüenza y trataba de ridiculizarnos a los quejosos por, según él, no haber protestado antes. Opinaba que en el fracaso de la educación, culpa culpísima de los socialistas, habíamos sido nosotros, los de las camisetas verdes, cómplices necesarios, ya que nunca habíamos dicho esta boca es mía ante los despropósitos zapateriles y barreriles. Pensé en mandarle todos los artículos que habíamos publicado al respecto a lo largo de todos estos años, y cantarle las cuarenta, porque al final de esa columna también creí adivinar que se metía conmigo por haberme quejado de que un economista se encargase de los asuntos educativos... Me lo afeaba diciendo que nunca me había quejado, sin embargo, de que Leire Pajín fuese ministra de Sanidad...

Sus argumentos son siempre así, del tipo "¿por qué no dijiste nada cuando los socialistas, esos seres viles y malévolos, gobernaban?" Si alguien se mete con los suyos, siempre contesta de un modo semejante, en el estilo y tú más...

Pensé en escribirle, pero luego pensé: ¿para qué?, y lo dejé pasar.

 No le escribí entonces, pero ahora me ha sido imposible impedir que se me colase en mi sueño, y ahí aparece retratado. Como un artista pintor, lo único que espero es que se perciba el parecido...


miércoles, 30 de noviembre de 2011

Jot Down

No recuerdo cómo dimos con ELLA, seguramente aquella tarde escribimos en el google uno de esos nombres que admiramos: Enric González, Santiago Segurola, Manuel Jabois... No lo sé. El caso es que fue muy agradable decubrir en internet una revista que parecía hecha a la medida de nuestros gustos y afinidades. Como cuando te hacen un mueble para el baño. Allí estaban todos ellos, en columnas y reportajes, pero sobre todo en largas y pausadas entrevistas como las que ya es muy difícil encontrar en los periódicos -en estos, entrevistas tan extensas solo publican las que les hacen a algunos políticos encumbrados, presidentes de gobierno o algo semejante-. Más que entrevistas, se trata de conversaciones amables, inteligentes, reposadas... Siempre da muchísimo gusto leerlas.

Hace unos días, publicaron, efectivamente, una CONVERSACIÓN entre Martí Gómez y Enric González. Deliciosa y ejemplar. A Martí Gómez lo escuchamos todos los fines de semana en la radio, y nos da igual el asunto del que se ocupe, porque siempre lo hace maravillosamente bien, profundo y ligero al mismo tiempo, divertido, jugoso, didáctico. Escéptico y sentimental. Como el gran reportero que es, conoce multitud de historias y gentes, ha tratado con todo el mundo, hablado con estos y aquellos, visitado palacios y chozas,  y da la impresión de saberlo todo de casi todo. Pero lo más importante es cómo nos lo cuenta, la manera sencilla y natural de narrar todas esas cosas, sin darse ninguan importancia, sin levantar la voz ni impostarla... Consigue siempre que parezca que estamos escuchando a un  viejo amigo muy sabio y divertido en la barra de un bar y ante dos cervezas...

En esta conversación, en la que nada tiene desperdicio, me quedo muy pensativo, por lo que me toca, con lo que sigue:

" En general los blogs tienen un defecto, y es que son onanistas, se trata de alguien que habla de sí mismo". Como siempre, qué razón lleva.

martes, 29 de noviembre de 2011

Ténebre

El fin de semana anterior me lo pasé corrigiendo unos exámenes de 2º de Bachillerato, lo que antes se llamaba COU.

Este año tengo un curso de muchachos encantadores, sonrientes, amables, educados. Esto, que con la edad que tienen estos chavalotes debería ser moneda corriente, de un tiempo a esta parte se ha vuelto difícil de encontrar.

Últimamente lo normal es que el alumno de bachillerato sea un poco cazurro, bastante desinteresado, muy poco trabajador y mantenga ciertas actitudes absurdas y pueriles... Esos comportamientos, en un chiquillo de 1º de la ESO, uno los puede entender, y tratar de corregirlos con dulzura y compresión. Pero a unos mozarrones de 18 años nos entran ganas de mandarlos a la mierda...

Afortunadamente, este curso la gente que me ha tocado es, lo repito, encantadora. Hubo momentos en los que fantaseé con la idea de que iban a aprobar todos...  Yo a la mínima me dejo llevar por el idealismo y las imaginaciones más optimistas... Sin embargo, son ya muchos años en este oficio y algo me decía que a lo peor no iba a ser así, que iba a ser como siempre... Efectivamente, el examen ha sido un desastre. Han aprobado, de 24, cinco...

He tenido que leer cosas prodigiosas, como por ejemplo que fue un tal Martínez, y no Moratín, como se creía hasta ahora, quien escribió El sí de las niñas; que la conocida  fábula se titula La cigala y la hormiga; que Bécquer era un gran novelista... Bien es verdad que no me he encontrado con nada comparable a aquel alumno que subió a los altares a un personaje universal, canonizándolo, y como sigue lo escribió: "San Chopanza".

Pero de entre todo ese erial, me encuentro de pronto con una flor inesperada y llena de hermosura: la palabra ténebre, que una muchacha me escribe en lugar de tenebroso. Aunque se trata una palabra que no existe en español, merecería que le hiciéramos un hueco y la recogiésemos como hacían los conventos con los expósitos... La tienen los italianos, con el significado de tinieblas... A esa muchacha ya le he dicho que si en cada examen hace un descubrimiento semejante, aunque sus notas sean insuficientes, yo la apruebo... "Oscura y ténebre se presentaba la noche...." No me digan que no suena precioso... Le he pedido permiso para usarla, y este mismo jueves, en el artículo del periódico, la voy a sacar a escena.



P.D. Hace tan solo unos minutos he recibido un correo de mi amigo, colega, compañero y tocayo E. G., en el que me recordaba unas páginas de "Los cuadernos de la Romana", de Torrente: "Dispongo de tiempo suficiente. Como confío en que, en el Instituto en que voy a enseñar, no se lleven las cosas muy al pie de la letra, despacharé mi obligación con las catorce horas lectivas que la legislación me exige"(p. 8).
"15 de octubre. Primer día de clase. Todavía no tengo una impresión, ni buena ni mala" (p.20).
Y encima tendría unos alumnos estudiosísimos, aplicados y serios, que le escucharían con devoción y le sacarían unas notas excelentes en los exámenes. Los tiempos, qué duda cabe, mudan y se trastocan.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Domingo en El Bonillo (otra vez)

Hace 18 años lo hacíamos muy a menudo, acercarnos a este pueblo, los domingos, a comer, pasear un poco y airearnos. Lo primero lo hacíamos en un pequeño bar de la plaza con un camarero tan educado, fino y cortés que, comparado con la mayoría de los naturales de ese pueblo, parecía haber cursado estudios superiores en la Sorbona... Las  gentes de El Bonillo eran entonces muy particulares. No sé si lo seguirán siendo. En realidad solo conocíamos a los jóvenes de entonces, a los que dabamos clase en Alcaraz. Al resto de la población casi se podía decir que no la llegamos a ver nunca, pues cuando llegábamos no encontrábamos nunca a nadie en las calles, solitarias todas, y tampoco en el paseo o a la hora de marcharnos. Aquellos jóvenes bonilleros eran todos un poco sanchopancesco ellos, y muy dulcineas ellas. Porque El Bonillo siempre nos ha resultado muy quijotesco.


En las alquerías arruinadas que se encuentran en el camino aún se pueden leer frases como esta: "El Bonillo es una nación" o "Los ojos de las bonilleras brillan más que las estrellas". Cómo no leerlas con una sonrisa en los labios. Y aún más, cómo no pensar en el melancólico hidalgo paseando silencioso y aburrido en un pueblo como este, y perdiendo la cabeza. 


Lo del nacionalismo acendrado es algo que, si te das una vuelta, no se acaba de entender bien, al comprobar que sigue sin verse un alma por las calles. Si les gustase tanto su pueblo, lo pasearían más, pensamos. Pero quién sabe. A lo mejor lo que les despierta ese orgullo es el Greco que guardan en la sascristía de la iglesia de Santa Catalina, o los quesos prodigiosos que se elaboran en algunas de sus casas, o la Fonda de Santiago, que fue donde comimos y que goza de merecida fama entre los glotones y sibaritas de más de trescientos kilómetros a la redonda...






Finalmente, lo de airearse, en noviembre, es facilísimo, pues es un lugar muy encumbrado, y soplan sobre él vientos muy fríos y destilados... Eso sí, vivifican de un modo indudable...


Ayer hacía un día precioso, de un azul muy limpio, con nubes deshechas como hilos de lana blanca... En la calle no había nadie, solo un par de chiquillos que jugaban al balón... En El Bonillo, ya queda dicho, nunca se ve a nadie por las calles...

viernes, 25 de noviembre de 2011

Las hojas huérfanas

Todos los otoños, cuando llega el frío y soplan vientos crudos e inclementes, algunas de las hojas caídas del paseo vienen a buscar refugio a nuestro portal y nos las encontramos, cada mañana, acurrucadas en una esquina o esparcidas en desorden. Doradas, oxidadas y quebradizas como las manos de los viejos, entran por debajo de la puerta y pasan allí la noche. A mí me gusta mucho encontrarme el portal así, lleno de hojas huérfanas. Sin embargo, los vecinos no son de la misma opinión, y las de la limpieza las recogen cada día y las echan a la basura...


jueves, 24 de noviembre de 2011

Iñaki Uriarte II

Cuando me enteré de que habían publicado el nuevo tomo de los diarios de Iñaqui Uriarte, corrí a la librería a por él. Como no lo tenían, lo dejé encargado.

El mismo día que me avisaron de su llegada, publicaba Trapiello en su blog una entrada curiosísima en la que abría un hueco en su bitácora a las palabras de su mujer, que le hace una crítica contundente al libro. En realidad, más que una crítica se trata de una enmienda a la totalidad...

A mí el primer volumen de esos diarios me gustó bastante, y creo que lo vinimos a contar aquí, pero como soy un hombre sin personalidad, los defectos que le señalaba la mujer de Trapiello me hicieron dudar y mantenerme un par de semanas sin acercarme al libro. 

La crítica es un correo electrónico que le manda su mujer a Trapiello estando los dos en casa, porque al parecer es una casa con un pasillo muy largo y a veces se comunican así, para evitar darse voces. No es un texto breve. Y está muy bien escrito. Y las cosas que le reprocha al libro de Uriarte seguramente son razonables: que es un libro sordo, que el autor compone una figura antipática y engreída, que se toma a Montaigne como una hacienda familiar en usufructo, que es literatura de balneario,etc.

Sin embargo, a mí ese asiento del blog de Trapiello me dejó muy mal sabor de boca. No sé, mientras pensaba en ello no dejaba de imaginarme al pobre de Uriarte cuando leyese esas cosas, y me parecía que era un buen bofetón que Trapiello le propinaba por mano de su mujer, y que no había ninguna necesidad de hacer tal cosa, y menos delante de todo el mundo.

Y en segundo lugar, una vez leído este segundo volumen, pienso que esa crítica, por muy bien fundada que esté, no le hace justicia a un libro que parece no pretender nada más que hacer pasar un buen rato, en primer lugar a su autor al escribirlo, y después a unos lectores que ya saben que no se van a encontrar en él la solución a las grandes cuestiones de nuestro tiempo. Un rato como de balneario, efectivamente.

Es legítimo que  a la mujer de Trapiello no le guste este libro, y una vez leídas sus reservas, se comprende perfectamente. Ahora, sacarlo ahí, en el blog, como bajo palio, a mí no me ha parecido un buen gesto.

Mira que le profesamos una admiración enorme al señor Trapiello, y que sus libros nos gustan como pocos otros, pero esto que ha hecho -como eso de retratarse en tercera persona en algunos de los asientos de su bitácora, hermosísma casi siempre, por cierto- no nos ha gustado nada.




miércoles, 23 de noviembre de 2011

En la barbería

Ayer fui a cortarme el pelo. Llevo haciéndolo en la misma barbería desde hace doce años, una que abrieron entonces al lado de casa, en un local que antes regentaba un zapatero remendón. Conserva un poco el aire de entonces. Al comienzo tenía, al lado de la ventana, un jaula con un papagayo que jamás consintió decir una sola palabra, a pesar de que quien se lo vendió al barbero le juró que en un negocio como el suyo raro sería que no empezase a articular algunas al poco tiempo. Luego el papagayo lo vendió y en su lugar hay ahora una imagen de cartón de Jaime Cantizano, tamaño natural, atusándose unos cabellos brillantísimos, que hasta el momento tampoco ha dicho nada.

 Una vez al mes acudo a esa barbería a que G. me discipline los pelos y a arreglar el mundo. Porque nada más entrar nos enredamos en una conversación que es siempre la misma, como si retomásemos el hilo de lo dicho en la anterior visita. Como Fray Luis, al abrir la puerta doy los buenos días y digo: "Como decíamos ayer...", y retomamos la conversación. Básicamente hablamos siempre de lo mismo, esto es, de lo mal que andan las cosas de este mundo. G., que es más joven que yo pero empezó en esto de la barbería muy pronto, es un gran descreído, aunque, como él mismo reconoce, carga un poco hacia la derecha. Pero ha visto mucho, ha escuchado mucho, y se ha vuelto ya muy escéptico.

Conoce a multitud de gentes, empleados en las más variadas actividades, y por tanto posee un enorme caudal de información sobre todo tipo de cuestiones prácticas y, cómo no, sobre el modo de vida de las gentes de hoy. Yo, si fuese sociólogo, iría a cortarme el pelo con una libreta y un bolígrafo. A G. la gente le cuenta su vida, sus glorias y sus miserias, y él les ecucha paciente y comprensivo. Yo le cuento poco, yo soy más de escuchar, y es allí donde una vez al mes me entero de las novedades del barrio, de los impuestos que deben soportar los autónomos y, sobre todo, de lo negras que se está poniendo las cosas.

Me lo paso muy bien porque G. es un narrador muy entretenido y guasón, y todas esas cuestiones las ilustra siempre con dos o tres historias ejemplares que le han sucedido a él o a algún colega. Como la de aquel señor que le llegó un día muy enfadado porque no le gustaba cómo le habían arreglado en otra peluquería cercana y luego no le quería pagar alegando que ya lo había hecho en la primera...

En la barbería de G., mi barbería, escuché yo hace ya muchos años, cuando nadie decía nada ni lo sospechaba, que esto iba a romper un día, y que esos encofradores que se cortaban el pelo en el mismo sillón en el que yo me siento, y que ganaban seis mil euros al mes y conducían unos BMW enormes como trasatlánticos, acabarían mal, que eso no podía ser... Y efectivamente, no ha sido. Ahora esos muchachos están en el paro y los ve pasar G. por delante de su puerta manejando unos viejos y descacharrados ibizas...


martes, 22 de noviembre de 2011

Resistiré

El señor Artur Mas, que es un señor de derechas, ha anunciado hoy una serie de medidas muy ocurrentes para arreglar esto de la crisis. A saber: bajarle el sueldo a los funcionarios catalanes -él, adulador, les ha llamado servidores públicos-, subir las tasas del agua y las basuras y cobrar más por utilizar los transportes públicos. Él se ve que no es servidor público, porque que se sepa va a seguir cobrando lo mismo, y que suba el billete del autobús tampoco le va a  afectar demasiado pues viaja en coche oficial y hasta le pagan dietas de desplazamiento, supongo que para las propinas que le dará al chófer... Son medidas tan brillantes e imaginativas que no me extraña lo abultado de su sueldo y de esas dietas. Me imagino que don Mariano ya habrá tomado buena nota. Porque estos catalanes han sido siempre vanguardia y saben muy bien lo que se hacen...

De manera que, ante lo que se avecina, hemos decidido que cada mañana, antes de poner un pie en la calle, vamos a ver este vídeo, para cargarnos de moral y poder continuar riéndonos un poco...


lunes, 21 de noviembre de 2011

Votando

Ayer fuimos a votar con nuestras camisetas verdes, esas que llevan una leyenda en favor de la educación pública.

Yo albergaba la secreta esperanza, que no le comuniqué a A. ni a P., de que algún interventor nos llamase la atención, o, mejor aún, que nos quisiera impedir dar nuestro voto enfundados en ella. Llevaba preparada una respuesta de casa. Fantaseaba con el pequeño escándalo que íbamos a provocar. Se ve que es uno un poco camorrista.

Pero no sucedió nada. Nadie nos dijo nada, salvo los amigos a los que encontramos, que tampoco se refirieron a nuestra vestimenta, sino a una próxima comida, el domingo que viene, en El Bonillo. Tan solo sorprendí dos o tres miradas curiosas, pero nada más. En un intento desesperado, me acerqué a un señor que llevaba colgada del pecho una credencial con el logotipo del PP, con el pretexto de preguntarle por la ubicación de la mesa electoral que nos correspondía. Me aproximé a él a pecho descubierto, esto es, con el chaquetón bien abierto, para que me viese claramente la camiseta, pero nada. Me contestó el hombre muy educadamente, con enorma cortesía, y ni se inmutó.

Volví a casa muy decepcionado.


domingo, 20 de noviembre de 2011

Jornada electoral

Antes de votar, es importante desayunar...


 

Me levanté temprano, a ver qué se veía por la calle, si aparecían los marianistas llenos de euforia, cogidos de la mano, camino de  las urnas. Pero no. Como cualquier otro domingo, a las nueve no se veía un alma por la calle. Solo las hojas caídas del otoño y un cielo un poco agrio.

Para aprovechar que ya estábamos allí, nos fuimos a por los periódicos y a una pastelería muy exquisita, a por cruasanes y el pan. Después de pagarle, me despedí del pastelero como si no lo fuésemos a volver a ver en la vida. Quién sabe, a lo mejor don Mariano y los suyos nos vuelven a todos tan austeros que ya no podremos permitirnos estos manjares dominicales. Quién lo puede decir...

El aroma de la repostería fina que llevaba entre mis brazos aventó tan sombríos pensamientos y volví a casa muy contento. Y mientras P. y A. se despertaban, dispuse las compras en la mesa de la cocina, como un regalo precioso, para que se lo encontrasen  cuando se levantasen al fin.
Dentro de un rato iremos los tres hasta el colegio de P., a depositar nuestro sagrado voto en una urna de plástico. Todavía no sabemos a quién le haremos la gracia. ¿A estos, a aquellos, a ninguno? No lo sé. Lo que sí está claro es que iremos debidamente desayunados.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El operario

Qué estampa la otra tarde al salir de casa. Era temprano, ni siquiera las tres y media aún, y se veía la calle vacía, pues a esa hora anda la gente todavía en la sobremesa, tomándose un café, recogiendo la mesa y el mantel o, desmayada sobre ellos, echándose una cabezadita antes de proseguir con los afanes del día... Solo lo vimos a él, un pequeño hombre enfundado en un mono azul, contemplando atentamente el anuncio del circo que acababa de llegar a la ciudad, colgado en lo alto de la farola. Lo miraba muy fijamente, con gran atención, y le brillaban en los ojos entusiasmos infantiles, recuerdos que debían ser muy felices, viejas risas que aún estaban vivas en él, allá en lo hondo de su memoria  y que le salían en ese momento, al contemplar ese cartel de colores, como quien saca un agua muy pura de un viejo pozo. 

Si hubiésemos tenido la cámara de fotos, le habríamos sacado una. Pero no la llevábamos encima.


jueves, 17 de noviembre de 2011

"¡El autor!, ¡el autor!"

Ya en su edad madura, Henry James decidió aprender a montar en bicicleta. Como era un hombre muy metódico, contrató los servicios de un instructor, John Plater, que todas las tardes le daba unas lecciones.



"¡Qué maravillosa invención era la bicicleta! Qué sencilla y sin embargo qué ingeniosa. ¿Por qué la humanidad había tardado tanto en comprender que, si se le imprimía cierto ímpetu, un ser humano podía equilibrarse sobre dos ruedas durante un tiempo indefinido? El secreto residía en la combinación entre ímpetu y equilibrio..., y aquí era posible extraer una analogía con el arte de la ficción: el ímpetu era el impulso hacia delante de la narrativa, la formulación de preguntas cuyas respuestas quería conocer la audiencia, y el equilibrio era la simetría de estructura, la eliminación de lo impertinente, la repetición de motivos y símbolos, la elegante variación de..." Y en ese momento una niña se le cruzó al novelista en su camino y lo hizo caer. No le ocurrió nada, tan solo alguna leve magulladura. La niña se llamaba Agatha, y de mayor también escribiría novelas, aunque bien distintas de la de Henry James. Novelas policíacas que firmaría con el nombre de Agatha Cristie.



Todo esto lo hemos leído en una hermosa novela de David Lodge, "¡El autor, el autor!", en la que se cuentan los intentos de conseguir el éxito como dramaturgo del señor James. Lo de aprender a montar en bicicleta es verdad. Lo del encuentro con esa niña que se haría famosa, no, tan solo el fruto de la imaginación del novelista.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

La Sinagoga del Agua

Como no me llevaron a Jaén, además de leerme la novel ade Toíbín, una mañana nos acercamos a la Sinagoga del Agua, que está recién abierta a las públicas visitas...



Es un caso curioso. Al parecer, todo comenzó cuando un constructor compró cinco casas contiguas y abandonadas de la calle la Parra para echarlas abajo y levantar allí un bloque de apartamentos, varios locales comerciales y algunas cocheras. Cuando iniciaron el derribo, como suele suceder en ese barrio antiguo aparecieron algunos restos de valor: piedras labradas, un arco de medio punto, pilares antiquísimos... Lo normal habría sido que se interrumpiesen los trabajos un par de días y, tras estos, se echase tierra encima -nunca mejor dicho-, sin investigar más, y se hubieran reanudado las tareas. Pero resultó ser el promotor  un hombre amante de las cosa antiguas, coleccionista y curioso de la historia de su pueblo, de manera que paralizó el proyecto inicial y cambió la labor de los albañiles que, en lugar de meter la piqueta sin preocupaciones ni miramientos, comenzaron a desescombrar cuidadosamente y con la ayuda de arqueológos llamados hasta allí, hasta que, efectivamente, hicieron el gran descubrimiento: una sinagoga con su correspondiete sala del baño ritual. En España, al parecer, no hay una sola que conserve estos dos espacios.

Es un lugar precioso. Y eso que se entra por una cámara que hace temer lo peor, amueblada con mesas oscuras y sillones frailunos que parece una sala del museo de cera de la que hubiesen sacado las figuras para restaurarlas... Si de pronto entrasen unos operarios llevando a la sillita la reina la figura cerúlea de Carlos V o de don Francisco de los Cobos, nos habría resultado a todos de lo más natural. Pero a partir de ahí, al traspasar la preciosa Puerta del Alma, todo resulta ya una maravilla.



El espacio del templo es bellísimo, y aunque hay que compartirlo con un docena de turistas, siente uno allí, si se me permite el decirlo, el soplo de los siglos, y no cuesta imaginar la llegada del rabino, y el rumor de los rezos y las oraciones. Hay allí una alta galería de madera, y, en cada esquina, un pozo profundo con su alma de agua temblando en lo profundo...



Luego pasas a las bodegas y los hornos, donde guardaban las provisiones y cocían el pan ácimo. Algunas tinajas, enterradas en el suelo, son del siglo XIII. A su lado el baño ritual, una sala desnuda con una pequeña piscina en el centro, a la que se accedía por unos altos escalones de piedra. Si uno se sugestionaba un poco y se olvidaba de los turistas que nos rodeaban, volvía a sentir ese vientecillo de los siglos, y no era difícil imaginarse judío, escuchar de nuevo el bordoneo de los rezos y creerse a punto de entrar en esa pileta.



La guía, con un marcado acento ubedí, tenía unos ojos enormes y antiguos, y hablaba con tanta pasión y conocimiento que yo salí convencido de que seguramente habría vivido siglos atrás en la comunidad hebrea de esa ciudad, rezaría cada tarde en esa sinagoga y se acerca ahora cada día, por arte mágica, a explicarnos cómo era ese mundo a las descreídas gentes del día.

No fuimos a Jaén, no, pero esta visita nos gustó mucho.

martes, 15 de noviembre de 2011

El mundo que nos espera

"En el mundo actual se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del alzheimer. De aquí a algunos años tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirven".

Drauzio Varella  (oncólogo brasileño, premio Nobel de Medicina).