martes, 30 de abril de 2013

Susto poético

Este vídeo nos lo mandó ayer nuestra amiga M., que fue una de las participantes....


             


Lo que más nos gusta es la cara de susto de los que allí están estudiando. Y ese descaro de romper el silencio bibliotecario recitando los limpios versos de Machado. Me habría encantado ser uno de los recitadores, aunque más aún  si los hubiesen, siguiendo a Serrat, cantado... A mí, eso de ponerse a cantar en una situación cotidiana, como pasa en las películas musicales, me parece maravilloso... Creo haberlo dicho ya alguna vez: yo, si tuviese buena voz, las clases las daría cantadas...

Sin embargo, debo confesar que, de haber sido uno de esos estudiantes, no sé si me hubiese gustado que me interrumpiesen de ese modo. De ese modo y de ningún otro. Se ve que si no soy el protagonista, se me agria el carácter. Esto debería consultárselo a un psiquiatra. No lo sé... Por respeto a Machado no les hubiese tirado los apuntes a la cara, pero no tengo claro que hubiese aplaudido...

A mis alumnos, ese mismo día, les leí unos poemas de Diego Reche. Ellos no se asustaron. Tan solo pusieron cara de póker...



EL ESTUDIANTE
(Variaciones sobre un soneto de Lope de Vega)

Estirarse, encogerse, estar ocioso,
enojado, en las nubes, aburrido,
llegar todos los lunes deprimido
tras un fin de semana tormentoso.
Empezar los exámenes nervioso,
enamorado, triste y confundido;
no comprender por qué te han suspendido,
si tu ejercicio siempre es fabuloso.
Mezclar el curso con las vacaciones,
y mantenerte ausente hasta que acabe,
llevar chuletas en los pantalones,
y el buen orientador es esa llave
que te va atravesando evaluaciones;
el profesor que te aprobó, lo sabe.



A LOS TRECE NO ME APETECE

Ha cumplido ya los trece,
y algo extraño le ha pasado,
tal vez se haya enamorado,
pero nada le apetece.
¿Hiciste ya la tarea?
No me apetece.
¿Quieres que te eche una mano?
No me apetece.
¿Jugamos al balonmano?
No me apetece.
Echamos una pelea.
No me apetece.
Y el problema crece y crece,
y su profe se pregunta:
¿Y ahora este con quién se junta
que en el cole no aparece?
No me apetece.
De pronto no le apetece
al resto de compañeros,
hace falta un curandero
porque esta fiebre florece.
No me apetece.
Y el famoso “no apetece”,
se escucha por todos lados,
¿Estarán contaminados?
¿Por qué no desaparece?
No me apetece.
Espero que en mí no empiece,
pues la frase se contagia
parece cosa de magia,
cuando se cumplen los trece.


RETRANSMISIÓN DE UN PARTIDO DE FÚTBOL (2007)

Pone en juego la pelota
Salgado, controla, observa,
manda un pase a ras de hierba,
pero lo corta Zambrota.
En la grada un compatriota
con su bandera lo anima;
hacia el área se aproxima
Raúl, se va de Puyol,
corre, chuta, marca un gol,
todos se le echan encima.
El Madrid marcó primero,
toca despacio Robinho,
mas de pronto Ronaldinho
la roba y a un compañero
le pasa el balón ligero,
Messi se va, no lo pillas,
corre más que las ardillas,
centra, y ahora es Puyol
quien empata con un gol
que no detiene Casillas.
El partido está empatado,
cualquiera puede ganar,
solo es cuestión de inventar
en un poema rimado.
El árbitro no ha pitado
y en tus dedos el balón
sigue el curso del renglón,
sortea los adversarios,
diez versos imaginarios
te pueden hacer campeón.



lunes, 29 de abril de 2013

Nieve de abril

Cuando parecía que ya se había retirado el invierno, en una pirueta inesperada y repentina, aquí lo tenemos otra vez.

Fue primero la lluvia, una lluvia que se anunció en el olor a tierra mojada que nos asaltó la tarde del viernes al bajar del coche, en el aparcamiento del supermercado. Pensábamos que ya no la íbamos a ver hasta dentro de muchos meses, como a un pariente que hubiese emigrado. Nos habíamos despedido de ella con una rara mezcla de alivio y nostalgia anticipada. De alivio, por lo mucho que nos ha visitado este invierno; y con nostalgia, porque sabíamos que esos días luminosos de cielos huérfanos de nubes, limpios y azules, acabarían también, al repetirse cada día, por cansarnos. Y que no tardaríamos en echarla de menos.

Pero no. Aquí está otra vez. Y no solo eso. Sino que ha llegado acompañada de un frío antiguo, que creíamos también definitivamente desterrado.

Y ayer, cuando volvía a casa con el periódico y el pan bajo el brazo, de pronto, la nieve. Unos copos tímidos, menudos y muy suaves. Polizontes en la mañana de abril. Al caer sobre las hojas verdes de los árboles, recién nacidas, se levantaba un murmullo muy dulce, como conversación de novios... Nos quedamos un buen rato allí parados, escuchando lo que se decían. Lamentablemente, duró muy poco esa fantasía. La nieve se transformó en agua, como Dafne en laurel, y se volvió monótono y vano lo que se decían el agua y las hojas. Nieve de abril, ¿adónde has ido?



(misiglo.wordpress.com)


viernes, 26 de abril de 2013

Un poeta

La primera vez que supimos de él fue hace ya muchos años, en una conferencia. No recordamos ni al conferenciante ni lo que nos contó, pero sí uno de los poemas que nos leyó aquella tarde, este:

Tempus fugit

Lo dijeron Horacio y el Barroco:
cada hora nos va a cercando un poco 
más al negro cuchillo de la Parca.
¿Qué es esta vida sino un breve sueño?

Hoy lo repite, a su manera, el Marca:
en junio se retira Butragueño.


Buscamos entonces a su autor. Lo encontramos, compramos un libro suyo. Luego otro. Y desde entonces van entrando en casa sus nuevos poemas, como cosa familiar y querida.

Los últimos que han llegado, los de Átomos y galaxias, nos han estado acompañando esta semana, y ya se han instalado para siempre en esta casa.

Es su autor hombre extraño, antiguo profesor de la Universidad de Granada, montañero que se perdió una vez por las cumbres de Sierra Nevada y reapareció después misterioso y peregrino. Hombre de fe, de familia numerosa y de algunas ideas difíciles de aceptar. Pero, sobre todas esas cosas, es para nosotros el poeta que mejor canta el mundo y sus pequeños afanes, el poeta de las cosas enormes y también de las menudas, de la gracia de la rima, del soneto o el verso libre, del humor y la ironía, de lo ligero y lo profundo... 

Seguramente, si fuese vecino o conocido, no tendríamos trato con él. Pero probablemente eso nos ocurriría con la mayor parte de los escritores que nos gustan, si se diese el caso de llegar a conocerlos y tratarlos. A nosotros nos basta el poeta. A ese querríamos tenerlo siempre a nuestro lado. Porque nos hace en cada uno de sus versos mejores de lo que éramos antes de leerlos, porque el mundo es más hermoso, ancho y deseable cuando él nos lo canta...



(amazom.com)


Cuervos

Han bajado al rastrojo
llevados por su instinto: buscarse el alimento,
llegar vivos a cada atardecer, reproducirse, repetir el ciclo
que desde los orígenes del tiempo
les impone su especie. Ni felices
ni tristes, van y vienen sobre el campo
invernizo. No saben que lo que están haciendo es vivir. No sospechan
el simbolismo funeral del negro,
ni que su vuelo pronostica lluvia,
ni lo que significa "Nevermore".
Y menos todavía
que en este instante están imitando un Van Gogh.



Carballo

Te debo una palabra, compañero,
viejo carballo que cada mañana
me saludas detrás de la ventana
en tu idioma silvestre y pajarero.

Por esa especie de fidelidad
que acompaña y anima mi labor
diaria, por el cálido rumor
con que me asistes en mi soledad,

que te visiten lluvias oportunas,
que el favor de los soles y las lunas
prolongue muchas décadas tu edad,

que cada renovada primavera
traiga a la intimidad de tu madera
algo así como la felicidad.



Avecedario

La golondrina, aguzada
como un flechazo de Amor;
el mirlo madrugador,
gayarre de la enrramada;
la tórtola que, enlutada,
borbota su desconsuelo
en Fontefrida; el mochuelo
dando ejemplo de atención.
Y los gorriones, que son
la calderilla del cielo.



Almofrey

Desde los misteriosos
orígenes del tiempo
vienen tus aguas in-
terminables fluyendo

por este sonoro 
túnel, oscuro y fresco,
de inveterados robles,
avellanos, fresnos.

Inmóvil en tu orilla,
largamente contemplo
cómo transcurres, siempre
el mismo y siempre nuevo.

¿Inmóvil? -No; que no
me engañe ningún sueño
de permanencia: yo
también estoy corriendo;

en mí todo se va;
yo también estoy hecho, 
como tú, de las aguas
fugitivas del tiempo.

Pero yo me iré y tú
continuarás fluyendo
por este túnel, siempre
el mismo y siempre nuevo.



Programa

-Nunca contar en norteamericano.
-Que no me gane nadie a perdedor.
-Ser firme en preferir hechos a mano
los zapatos, los versos y el amor.
-Nunca olvidar que ser un artesano
capaz y honrado es ser más que el mejor.
-Y, aunque la necedad me llame necio,
no confundir jamás valor y precio.



Regalos

Despiertas y te asomas a la mañana intacta:
una luz recién hecha -alguien te quiere-,
el paisaje, la gente, pájaros, nubes, perros,
el "partido del siglo" de esta semana, flores,
frutas, montañas, vinos, músicas, librerías,
fotos de Raquel Welch y de Audrey Hepburn
y veinticuatro maravillosas horas nuevas
para en ellas vivir, vivir.

Y te das cuenta
de que todas las noches dejan en el balcón
verdaderos regalos. A su modo
todas las noches son noches de Reyes.



Teofanía

El mismo Dios que se manifestó
a Moisés en el monte Sinaí
entre truenos y espanto, a mí
también se mostró,
aunque con diferente mise en scène.

Fue el 70 y en Méjico. Aquel día
pude intuir el esplendor divino
-Verdad, Belleza y Bien
uniformados de amarillo- en
-¿cómo lo explicaría?-
aquella luminosa melodía:
Gerson, Pelé, Tostao y Rivelino.

No era un milagro, ya, pero a mí me 
hizo tener un poco más de Fe.





(futebolemfotos.blogspot)











jueves, 25 de abril de 2013

Tersites

Hoy ha visto la luz el BLOG en el que vamos a seguir escribiendo artículos los miembros del Tersites. 

Como en el periódico algunas opiniones son consideradas ahora pecaminosas e improcedentes -por ejemplo cualquiera que ponga en duda la valía y honradez de nuestras santa presidenta-, nos hemos ido con la música a otra parte, en concreto a este blog que ha levantado L. -muchísimas gracias, compañero- y en el que hasta van a poder leerse, en sus archivos correspondientes, todas las cosas que llevamos escritas - a lo tonto y a lo bobo- desde hace ya varios años. Y estamos por eso como chiquillos con zapatos nuevos.

En La Tribuna, en el sitio que ocupábamos los jueves, escribe ahora un señor de cuyo nombre no quiero acordarme que, por ejemplo hoy, alaba el gran sacrificio que ha hecho toda esta semana nuestra santa presidenta con su viaje a China. A pesar de lo malos que son los comunistas, allí está ella, haciendo de tripas corazón, por el bien de todos nosotros. ¡Qué gran mujer! 

Desde luego, con artículos así no cabe duda de que el periódico ha mejorado mucho. Yo me he muerto de la risa leyéndolo...



(detroiaaitaca.wordpress.com)





miércoles, 24 de abril de 2013

Abecedario

El domingo por la mañana leyó A. un artículo en el que se afirmaba que caminar es sanísimo. Mucho más que correr de aquí a Lima. Y tanto le gustó ese texto que, por la tarde -ay, las tardes venenosas de los domingos-, cuando se fue P. a patinar, me anunció solemne y sin derecho a réplica:

-Ahora vamos a irnos tú y yo a dar una buena caminata...

Como no aprobó la ropa que yo había escogido -básicamente la misma que llevo por casa-, fue hasta el armario, me vistió de "hombre decathlon" y ya nos salimos al melancólico domingo vespertino.

Al salir del portal le pregunté a A. que si no se había fijado en el espejo del ascensor, que a mí me había dado la impresión de parecernos a los del quinto, una de esas parejas maduras que salen las tardes ociosas a comerse las aceras, y caminan con una energía y una determinación que yo, la verdad, estaba lejos de tener.

-A mí esas gentes me dan hasta miedo- le confesé.- No creo que pueda estar a su altura... Y además vamos a parecer mayores...

Me recordó A. que seguramente gran parte de esas parejas son más jóvenes que nosotros, y comenzó a caminar como si tuviésemos un destino.

-Ya verás qué bien nos va a sentar este paseo...

No habríamos dado ni diez pasos cuando, en la primera esquina, tropezamos con A. Se sorprendió un poco al vernos tan deportivos. Le explicamos lo del artículo y charlamos un rato. Nos despedimos con grandes cortesías y, a los veinte pasos contados, en la esquina siguiente, nos encontramos con B., C. y D. Mantuvimos con ellos una conversación semejante a la anterior y volvimos a arrancar.

De nuevo en la ruta, avanzamos unos metros y giramos a la izquierda, hacia el Parque Lineal.

Estábamos a punto de alcanzarlo cuando distinguimos a E. Estaba dando un paseo con el perro y el transistor, escuchando el partido del Alba. Repetimos conversación, aunque aproveché, para darle variedad al discurso, que deberíamos estar los tres en casa, por aquello que decía Pascal de que todos los males le vienen al ser humano por no saber quedarse en su cuarto tan ricamente. Y que por andar por ahí, podía, en un descuido, perdérsele el perro a E., y al Alba su partido, y a nosotros atropellarnos un coche, por ejemplo...

Me miraron espantados pero no dijeron nada. Nos despedimos de E.

Deambulamos después un rato por uno de esos paisajes truncados que ha dejado la explosión de la burbuja inmobiliaria -bloques de pisos medio deshabitados y solares rodeados de aceras y farolas pero llenos de zarzas-. Andaban también por allí F. y G., también disfrazados de deportistas. Son grandes partidarios de estos paseos. Mientras hablaban con A. de los grandes beneficios de esta peripatética actividad, no dejaron de dar saltitos ni un momento. Me pusieron de los nervios. Les conté también lo de Pascal y la posibilidad de morir atropellados y nos separamos al fin.

Luego fue H., que venía de vistar a su padre, y más tarde, I.,  J. y K., que se iban al cine; y en la glorieta L. y Ll., que después de todo el día en casa habían salido a que les diese el aire. Ya en el paseo, nos paramos con M. y con N. y muy cerca de casa con O., P., Q. y R. que acababan de llegar de la playa. A S. y a T. los encontramos en el portal, y en el ascensor, que subían del garaje, coincidimos con U., W. y Z.

Entramos en casa agotados.






martes, 23 de abril de 2013

Día del libro

Lo acabo de ver en La escuela de los domingos, una página maravillosa sobre cine. Y, plagiario, he copiado la idea...


(André Kertész)

(André Kertész)

(André Kertész)

(Sin identificar)

(Sin identificar)

(André Kertész)

(André Kertész)

(André Kertész)

(Sunne Jonsson)

(André Kertész)

lunes, 22 de abril de 2013

La primavera, al fin

Casi sin que nos diésemos cuenta, han vuelto las hojas verdes a los árboles de nuestra calle. De la noche a la mañana, cesaron las lluvias, los vientos enconados, los cielos ceñudos de nubes oscuras... Nocturno y  silencioso, levantó su campamento el invierno, largo y crudo, y se fue sin despedirse. Al amanecer, cuando salimos de casa todavía somnolientos, nos encontramos con un aire tibio y perfumado. Luego, al mediodía apareció un calor demasiado entusiasta para un mes tan delicado como abril. 

Así estuvimos unos días, un poco confundidos por esas temperaturas que nos obligaron a revolver en el fondo de los armarios para rescatar las camisetas de manga corta, los pantalones de tejidos más ligeros. Dejamos de lado las botas y recuperamos zapatillas, deportivas y bambas.... Se veía a la gente más alegre por las calles, favorecida con esas ropas recuperadas y ligeras y esa luz de verano prematuro que caía vertical sobre nosotros.

A los pocos días, se calmaron unos cuantos grados esas temperaturas exageradas, como si alguien les hubiese enseñado el calendario y les hubiese recordado que no fuesen tan impacientes, que aún faltan varias semanas para que sea razonable tanta intensidad...

De modo que ya está aquí la primavera, las mañanas frescas, los mediodías tibios, las tardes templadas... Y cuando bajamos la basura, echa uno de menos no tener un perro, o el vicio de fumar, para poder quedarse un buen rato ramoneando por el paseo, bajo las hojas nuevas de los árboles, rodeados del silencio de estas noches de tierna primavera...

viernes, 19 de abril de 2013

Sus familias

Corregir es una tarea ingrata. Sin embargo, en esta ocasión me lo he pasado estupendamente. 

En 1º de ESO llevamos un par de años leyendo con los alumnos Mi familia, de Daniel Nesquens. Es un libro lleno de juegos de palabras, de ingenio, de personajes atrabiliarios, de historias surrealistas y muy divertidas. Y con unas ilustraciones que armonizan muy bien con el espíritu de esa galería de retratos familiares.

(deastore.com)

Pues bien, después de leerlo, pensó mi compañera Mª.J. que bien podrían nuestros alumnos remedar a Nesquens, y trazar también, en la mediad de su posibilidades, un retrato familiar. Yo, a los míos, les ofrecí la posibilidad de que escribiesen sobre su familia o sobre sus vecinos, o sobre las gentes más curiosas de sus barrios. Les mandamos esta tarea para después de las vacaciones de Semana Santa.


(deqfagustlalluna-ade.blogspot.com)

De lo que he estado corrigiendo estos días, he elegido esta pequeña antología:

"Mi abuela se llama Ignorada, aunque la llamamos Nora" (J.L.)

"Mi abuelo era albañil. Tenía un montón de amigos en el trabajo, pero el mejor se llamaba Rigoberto Martínez González. Era un hombre muy simpático, hasta que se cayó de un andamio y se mató" (J.L.)

"Mi abuela tiene una amiga llamada Carmen aunque como es muy limpia y ordenada la llamamos "La Tacita de Plata", pero para abreviar la llamamos "La Taci". No tiene muchas amigas más porque "Taci" es muy tiquis miquis y siempre critica la casa de los demás diciendo: "Esto está muy sucio, esto tenía que estar aquí..." (J.L.)

"(De su hermana) De pequeña ella me estampaba teléfonos en la cabeza. Era muy doloroso" (A.I.)

"Mi madre se llama Mª. del Mar. Tiene 39 años y es rubia, simpática, cariñosa y muy justiciera. No hay delito que se le escape a mi madre, eso sí, dentro de casa (...). Al igual que a mi hermano, le encanta que todo esté  ordenado y no puede haber nada fuera de su sitio. De ahí que no nos deje jugar al fútbol en casa, el sitio del balón es el armario y no lo podemos sacar de ahí, a menos que ella lo diga. Tampoco nos deja jugar a los videojuegos los días de diario, solo los fines de semana. Yo le digo: "A todos mis amigos les dejan jugar". Y ella contesta:"Cuando me saques sobresaliente en todo, te dejaré jugar". Creo que seguiré jugando solo los fines de semana" (A.R.)

"Mi madre se llama Sol, como el sol" (J.S.)

"Mi abuela tiene el pelo de un color que no sabría nombrar ya que va cada semana a la peluquería y se cambia de color" (P.R.)

"Mi hermana se llama María y todo el mundo la llama María" (A.Q.)

"Aún tengo infinidad de primos segundos, primos terceros, primos de mis padres..., pero no sé ni dónde viven, ni cómo son. No los conozco (ni tampoco su estado psíquico actual)" (A.Q.)

"Mi madre. De pequeña ella era muy mala comedora y solo comía sesos y paella y no tragaba" (E.L.)

"Mi padre. Cuando mi padre era pequeño le encantaba tirar cosas por el balcón y una vez que llovía le tiró la documentación a mi abuelo. Mi abuelo se enfadó" (E.L.)

"Mi padre siempre está a mi lado, y siempre al lado derecho, nunca al izquierdo" (C.I.)

"Mi padre de pequeño siempre quiso ser marinero. Solo ha podido llegar a marinero de jersey a rayas. Como Popeye o Julio Iglesias" (C.I.)

"A mi primo, por su aspecto, lo reconoces a kilómetros  Pero, claro, siempre lo puedes confundir con una fregona sucia. Además tiene una altura descomunal. Cuando jugábamos al escondite él siempre ganaba. Se hacía pasar por una columna y nunca sabíamos cuál de ellas era mi primo. También lo puedes diferenciar por su ropa negra. Es más oscuro que Tim Burton (su director de cine favorito)" (C.I.)

"A mi primo David lo conozco desde que el bordillo de mi calle era más alto que yo" (C.I.)



(elcoleccionistadtbos.zonalibre.org)


jueves, 18 de abril de 2013

Falsa Pimienta

Descubrimos a Amalia Bautista en una de las mesas de novedades de una librería de aquí. Nos llamó la atención la portada, la ligereza inocente del título. Lo abrimos y lo primero con lo que nos tropezamos fue este poema: 

La vida responsable

Conducir sin tener un accidente,
comprar desodorante y macarrones
y cortarles las uñas a mis hijas.
Madrugar otra vez, tener cuidado
de no decir incoveniencias, luego
esmerarme en la prosa de unos folios
que me importan exactamente un bledo
y darme colorete en las mejillas.
Recordar la consulta del pediatra,
contestar al correo, tender ropa,
declarar los ingresos, leer libros
y hacer unas llamadas por teléfono.
Me gustaría permitirme el lujo
de tener todo el tiempo que quisiera
para hacer un montón de cosas raras,
cosas innecesarias, prescindibles
y, sobre todo, inútiles y bobas.
Por ejemplo, quererte con locura.


Y luego el que le da título al libro:

Cuéntamelo otra vez

Cuéntamelo otra vez: es tan hermoso
que no me canso nunca de escucharlo.
Repíteme otra vez que la pareja
del cuento fue feliz hasta la muerte,
que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera
se le ocurrió engañarla. Y no te olvides
de que, a pesar del tiempo y los problemas,
se seguían besando cada noche.
Cuéntamelo mil veces, por favor:
es la historia más bella que conozco.

Y después este:

Vamos a hacer limpieza general

Vamos a hacer limpieza general
y vamos a tirar todas las cosas
que no nos sirven para nada, esas
cosas que ya no utilizamos, esas
otras que no hacen más que coger polvo,
las que evitamos encontrarnos porque
nos traen los recuerdos más amargos,
las que nos hacen daño, ocupan sitio
o no quisimos nunca tener cerca.
Vamos a hacer limpieza general
o, mejor todavía, una mudanza
que nos permita abandonar las cosas
sin tocarlas siquiera, sin mancharnos,
dejándolas donde han estado siempre;
vamos a irnos nosotros, vida mía,
para empezar a acumular de nuevo.
O vamos a prenderle fuego a todo
y a quedarnos en paz, con esa imagen
de las brasas del mundo ante los ojos
y con el corazón deshabitado.



Y, claro, no tuve más remedio que comprarlo -1500 pesetas me costó, y me parecieron pocas-. Y ya desde entonces, cuando nos la encontramos en la librería, nos la llevamos a casa - Hilos de seda, Estoy ausente, Roto Madrid...-. Y como no pudo ser en Logroño, se lo encargué a Ax. , nuestra librera amiga, y en un par de días nos trajo este Falsa pimienta.



(librolibro.es)

El puente

Si me dicen que estás al otro lado
de un puente, por extraño que parezca
que estés al otro lado y que me esperes,
yo cruzaré ese puente.
Dime cuál es el puente que separa
tu vida de la mía,
en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa,
en qué mundo sin luz está ese puente,
y yo lo cruzaré.






(desdebabia2.wordpress.com)

miércoles, 17 de abril de 2013

Las tribulaciones de un joven indolente (En la Feria del Libro de A.)

Al llegar de L. nos encontramos instaladas en el paseo, como cada año, las casetas de la Feria del Libro. Y como cada año, llegó esa Feria acompañada de un tiempo muy desapacible, de vientos ásperos y heladores. Pero nosotros no nos arredramos y, puntuales como ella, la visitamos como a un familiar entrañable. Un familiar ya un poco achacoso y un tanto pelma, porque trae cada año las misma historias de siempre. De todos los libros que hay en esas casetas, la gran mayoría son los del año pasado, y del anterior, y del que precedió a ese, y así, marcha atrás, año tras año.



Pero también cada año terminamos por encontrar algo valioso, una o dos cosas que nos llenan de ilusión. Esta vez fue un viejo tomo, moteado de manchas de humedad, de "Las tribulaciones de un joven indolente", de Stevenson. Lo encontramos en la última caseta, ya al final del paseo, en un puesto que tiene todos los libros muy viejos y metidos en unos sobres de celofán, para que no se estropeen más. Venía intonso. De manera que, previo al placer de la lectura, ha estado el de ir abriendo, con la plegadera, una a una, cada hoja de ese libro. Y nos sentíamos al hacerlo, al liberar esas páginas prisioneras, gentes de otro siglo...



(www.guardian.co.uk)

martes, 16 de abril de 2013

Una carta verídica


Me avisó mi hermano, con un correo electrónico. Mientras la leía pensaba que eso tenía que ser, sin duda alguna, una broma. Un montaje que hubiese hecho él mismo o algún conocido suyo. 

Luego le llamé por teléfono, para comentarlo. Me explicó que no se trataba de ningún montaje. Esa carta la había publicado La Nueva España hacía unos días, y él la había leído en un bar en el que estaba con un compañero, tomando un café. La había visto y leído, permítanme la licencia, con sus propios ojos. Y, como yo, al principio no daba crédito a lo que estos le estaban enseñando. La copio aquí y luego les pongo el enlace. Sin más comentarios.


Mejorar la tapa del servicio

28 de Marzo del 2013 - Juan Castañeira Fernández (Tres Cantos (Madrid))
Tal como se halla instalada la tapa del servicio en donde colocamos las nalgas para hacer las necesidades produce una indebida sensación de frialdad, máxime en la estación invernal, lo cual es necesario y razonable modificar. Harían muy bien que los industriales del sector hiciesen un esfuerzo de ingenio o nuevo diseño para mejorar la instalación, rompiendo el diseño tradicional por otro que, evitando la frialdad que produce el actual, resultase más satisfactorio. Además de agradecérselo podrían cobrarlo por adelantado.
Encontré en casa de una mujer de Colmenar Viejo un servicio distinto a los habituales, en el que habían puesto en la tapa, en que ponemos las nalgas, de modo artesanal, una tela de terciopelo prendida por unas gomas, evitando el frío. Este hecho me dejó encantado y admirado. Al llegar a mi piso de Tres Cantos no dudé un momento en copiar el invento, que había visto en casa de la citada mujer.
Pensé que esa labor artesanal debía de ser hecho por los industriales del sector, que lo harían más ajustado y perfecto, que lo hice yo. Por otra parte, cuando hice la deposición en lugares distintos al servicio de mi casa sentía más frío de lo debido, pues estaba acostumbrado a mi propio servicio. Me entró una reflexión, diciéndome: no vale para nada cambiar si los demás siguen lo mismo. Desde entonces me propuse difundir la necesidad de cambiar la instalación de las tapas del servicio, que eviten el frío a los humanos.
No es una cosa baladí, ya que el servicio es algo que usamos todos los humanos sin excepción y todos los días, siendo en ello una clara diferenciación con los animales o las bestias.
Si bien dicen los filósofos que toda crítica de lo que sucede tiene una impronta negativa, nos preguntamos, si no son las críticas necesarias para que las cosas mejoren o cambien.
Finalmente, y para terminar, afirmamos, que la idea de remodelar la tapa del servicio, haciéndola «calentita», es un adelanto y como todo ennoblece y dignifica a los humanos.



lunes, 15 de abril de 2013

Crónica riojana ( Final. Viaje de vuelta)

El último día, después de dejar a la camarera malhumorada, al capo local y a la extraña pareja en sus afanes cotidianos y en el sitio de siempre, como todos los anteriores tuvimos que esperar a que P. y C. desayunasen. Así que aproveché para irme corriendo hasta "Castroviejo", a ver si estaba abierta. Para curiosear un poco y para comprarle a A. ese libro de Amalia Bautista. Porque le gusta mucho esa escritora, y porque se cumplía nuestro aniversario.


                                    (rocioarana-adaldrida.blgspot.com, que sí se la encontró abierta)

Pero, aunque ya eran las diez de la mañana, me la encontré como la noche anterior, vacía y cerrada. Alrededor, y por las calles por las que pasé en el camino, se veía todo más o menos igual. Todo cerrado y vacío. A lo que parece, Logroño es una ciudad que despierta más tarde. Me quedé un rato frente al escaparate, con la cara pegada al cristal, desconsolado como un niño goloso ante ante una pastelería. De vuelta a la casa, cabizbajo, el único negocio que vi abierto fue la golmajería "La Golosina". A punto estuve de entrar a endulzar el amargor que llevaba  a cuestas y comprarle unos dulces a A. Pero no. Ya que esa librería continuaba cerrada, ¿qué hacíamos nosotros todavía en esa ciudad?


(rocioarana-adaldrida.blgspot.com)



(pepopazsaz.blogspot.com, que también)


Desayunados ya los chiquillos, antes de irnos definitivamente, me tenía preparada A. una sorpresa bien emocionante -ver imagen al final de esta entrada- y J.A. y N. unas bolsas con vino de la tierra, y patés y sal de vino, y chocolates y no sé cuántas golmajerías más -me he apropiado de la palabra, que me gustó mucho-. Nos despedimos al fin, las titas con lágrimas en los ojos, y por la Plaza de la Oca y bajo la sombra de la iglesia de Santiago, nos fuimos a por los coches.

El viaje de vuelta fue plácido. Atrás se iba quedando Logroño, con las letras capitulares de sus cigüeñas en torres y chimeneas. Luego, camino de Burgos, peregrinos en los caminos y nieve tímida en los tejados y las cunetas... Atapuerca, Lerma, Aranda, Madrid y, casi sin darnos cuenta, de nuevo el paisaje adusto de La Mancha...


(ninosdefuego.com) 

viernes, 12 de abril de 2013

Crónica riojana (Paseos por la capital)

Desayunamos cada mañana en la cafetería del hotel. Cada día nos encontramos allí, más o menos, con la misma gente: una camarera malencarada, un pequeño capo local y una extraña pareja. La camarera va y viene rezongando, de la cafetera al tostador, del tostador a la bandeja de los cruasanes, con un gesto de hastío y malhumor... El don riojano  es un hombre mayor que entra cada mañana muy recto, manejando un bastón, con sus canas muy repeinadas y la piel como los pergaminos de las glosas emilianenses, y un bigote fino y anticuado. Se sienta con la espalda rígida y un café y hojea el periódico con una mezcla de escepticismo y presbicia, mirando la marcha del mundo con prevención, a una cierta distancia... Al rato aparece un joven, o una mujer, y tras hablar un momento con él, este les da lo que parece una orden y cinco euros para el autobús... La rara pareja la forman una mujer y su hijo. Ella con el pelo violeta y uno de esos abrigos extravagantemente modernos de Desigual, y el hijo un hombretón grande y pesado, con un chándal del Madrid y un pequeño ordenador. Se sientan los dos muy juntos, el muchacho abre el ordenador y la madre mira por el ventanal, y así se quedan, sin decirse ni una palabra.




Allí los dejamos cada mañana y, también como cada mañana, nos fuimos hacia la casa de J.A. y N. , por la Rúa Vieja, que es una calle medieval y antiquísima, con muchos mendigos y peregrinos. Los peregrinos, con sus mochilas y sus ropas de Decathlon, ya no parecen antiguos, pero los mendigos sí. Los mendigos tenían todos un aire medieval y ausente, como si acabasen de llegar a esa calle desde muy lejos... Los peregrinos estaban casi todos muy confundidos porque la oficina que hay en esa calle para recibirlos se la encontraban siempre cerrada. Había, eso sí, un cartel que decía que la de Navarrete, un pueblo cercano en el camino, sí estaba abierta. Un japonés se nos acercó muy confundido una de esas mañanas a preguntarnos, en inglés, si es que la palabra "abierto" significaba "close". No, le explicamos, está usted en lo cierto, la oficina está "open", le dijimos. Y claro, el hombre abrió los ojos como jamás lo habrá hecho un oriental, pues la puerta donde colgaba ese aviso estaba cerrada a cal y canto, y echadas las cortinas, y hasta polvorienta y como abandonada. Miraba el peregrino japonés aquella puerta sellada, y luego a nosotros, y no debía saber el pobre hombre qué pensar. Así que tratamos de explicarle que la que estaba open, era la oficina de Navarrete, que era una little city, una quiet town, muy próxima... El hombre cabeceaba como si nos entendiese, pero yo creo que no comprendió nada, y que se fue Rúa Vieja abajo pensando que éramos o unos guasones o unos locos.




Como la noche anterior los chiquillos se habían ido a cenar con J.A. y N. y luego les habían puesto una película, cuando llegamos a la casa estaban dormidos como troncos. Los desperté de un modo dulce y eficaz. Comencé a tararear "Los novios", de la inigualable Lorena Álvarez y su Banda Municipal, esa canción que dice así (más o menos):

"Me da igual que tengas mil novias / porque sé que solo piensas en mí; / me da igual que las beses a todas / porque sé que solo me quieres a mí... / Y si no fuera así, pues también me daría igual, / porque si no me quieres, para que me iba yo a enfadar..." Lo canté dos o tres veces, cada vez en un tono más enérgico y alto, y se levantaron al instante.




Mientras se aseaban y desayunaban, me fui a ver librerías. La primera, una de tres pisos al lado del mercado, nos gustó mucho. Estaba vacía y el dueño me dejó curiosear a mis anchas... Tenían lo que todas, pero era muy agradable subir y bajar por unas escaleras muy estrechas, rodeado de libros por todas partes. En el hilo musical sonaba Nacho Vegas, lo cual no sé todavía si es bueno o malo...

Al irme, hablaba el dueño con unos clientes... Le estaban preguntando por un libro del Ministerio de Agricultura que le habían encargado hacía ya un tiempo... "Esos no contestan nunca", se disculpaba el librero... Y ya comentaron de no sé quién, natural de la ciudad, que era la mano derecha del ministro de ese ramo, y que, al igual que ese ministro, dijeron esos hombres, era un gran tragaldabas...

La  siguiente, "Cerezo" de nombre, en los soportales, era muy grande, pero nos pareció destartalada y sin orden... Salimos igual que entramos, sin comprar nada, orgullosos de  haber vencido ese vicio nuestro de los libros... Al salir, en la plaza de la catedral protestaba una manifestación con tambores y petardos...  "No nos vamos a dejar, que se metan por el culo la reforma laboral", coreaban en un castellano de perfecta dicción.



No encontré más librerías porque me llamaron, que ya estaba al fin todos en la calle y en su busca me fui.

Desembocamos de nuevo en esa calle del Laurel (se ve que es como un imán). Día laboral y lloviznando, estaban las tabernas vacías, y fue muy agradable guarecernos en unas cuantas. Son, por lo general, muy pequeñas, un largo mostrador a la derecha o a la izquierda, y un estrecho pasillo. Lo justo para que la gente se tome un vino y una tapa y pase, como en el juego de la oca, a la siguiente casilla. Estuvimos en una que se llamaba Juan y Pínchame, y de ahí saltamos a  El Abuelo, y de esa a Las Quejas, al Ángel, y finalmente a una regentada por un señor de Linares. En Gijón también hay un bar de un señor de Linares, lo que podría llevarnos a aventurar la teoría imprudente de que en todas las ciudades hay siempre un bar de un señor de Linares.

Después de comer dejamos de nuevo, abusones, que los chiquillos se fuesen con su primo y N., y nos marchamos a descansar de tanto ajetreo al hotel. Tumbados en la cama, por la ventana veíamos el río y las cigüeñas...




Por la tarde quedamos en el Museo de la Ciencia, a la orilla del río...Nosotros llegamos por el Puente de Piedra, los chiquillos y J.A. y N. por el de Hierro.








Una guía con solo dos dedos en su mano derecha (de la izquierda no puedo dar noticia, que la tenía metida en el bolsillo del pantalón) nos habló muy amenamente de las construcciones medievales, pero justo cuando se iba a ocupar de los faros, con lo que a mí me gustan,  se cansaron los chiquillos y pidieron salir a probar los juegos que había fuera.





Luego, como ya estábamos con el cuerpo hecho, nos fuimos hasta el ayuntamiento, donde tenían levantada una carpa con una exposición de ciencia y magia... Tuvimos que esperar un buen rato antes de entrar. Aproveché para contemplar ese edificio del ayuntamiento, obra de Moneo. Después de haber visto estos días las catedrales y las casonas que hay por estas tierras, es inevitable pensar que, en asuntos arquitectónicos, hemos ido, indudablemente, para atrás.

La exposición fue estupenda, disfrutamos como críos.




Después fuimos a buscar, nómadas, el sustento, naturalmente a esa calle inagotable de bares, vinos y tapas. Cuando volvíamos al hotel, en la calle San Juan, distraída en medio de los bares, topamos con una librería preciosa, "Castroviejo". Estaba, claro, cerrada, hecho que lamenté largamente... Parecía esa noche, esa librería,  extranjera, por los libros que tenía en el escaparate, cuidadosamente elegidos todos, ediciones exquisitas, autores que amamos... En un rincón, el último libro de Amalia Bautista. Nos dio un pequeño ataque de ansiedad. Me llevaron a un café de la calle Portales, a que me tomase una tila y me dieron a leer el Marca, para que se me pasase. Y, efectivamente, ya me tranquilicé y regresamos al hotel por una ciudad vacía...


jueves, 11 de abril de 2013

Crónica riojana (Cigüeñas y tabernas)

Antes de acostarnos, nos fuimos a cenar a la calle del Laurel, que es una calle mítica para todos los que han pasado por esta ciudad. Cuando le decíamos a alguien que íbamos a pasar unos días en Logroño, se les hacía la boca agua, les brillaban los ojos y pronunciaban ese nombre como quien invoca una novia lejana de la que hubiesen estado muy enamorados.

Uno a lo mejor no es tan sensual ni tan sensible a los placeres gastronómicos, pero debemos reconocer que una ciudad que posea una calle como la que estamos refiriendo, demuestra  un grado de civilización altísimo, y serían esa calle y sus afluentes (calle San Juan, San Agustín, Albornoz...), razón suficiente para desear vivir en ella la mayor parte del año. Con una calle así y un río como el que la cruza, cualquier ciudad es un dulce lugar para vivir.



A la mañana siguiente, al salir del hotel, ya habían madrugado las cigüeñas que tiene su nido en el hospital, pero no J.A. ni N., ni tampoco P. Y C., que se alojan en la casa de los dos primeros. Mientras esperábamos que se duchasen y se tomasen el desayuno, nos fuimos a dar una vuelta por el barrio.

Entramos en el mercado de San Blas, que está en un edificio muy hermoso. Las carnicerías y pescaderías eran como las de todas partes, pero las fruterías no. Las verduras que allí tenían expuestas eran de un tamaño exagerado. Las alcachofas, los espárragos, las lechugas, los pimientos y calabacines, eran todos de concurso, como fenómenos de feria... Y los colores mucho más intensos y vivos que los del mismísimo arcoiris... Salimos de allí fascinados.



Haro es un lugar rodeado de bodegas, repleta de cigüeñas que anidan en aleros, torres y espadañas, y con una escultura en cada plaza, en cada esquina... En la Plaza Mayor, algunas casas galdosianas, soportales y negocios decimonónicos ("Zapatería Cabezón"), un templete con unos baños públicos y un "Café Suizo". Naturalmente, también vimos decenas de bares y tabernas y una iglesia, como todas las que  nos estamos encontrando por estas tierras, de dimensiones catedralicias... Paseamos, tomamos el bon vino de Berceo y los juglares, comimos la menestra riojana y el bacalao, dimos otra vuelta y finalmente, como si fuésemos rentistas, nos sentamos en ese "Café Suizo", a ver pasar las nubes...






Después nos acercamos a Briones. Es un pueblo precioso, con casonas antiguas, un museo y una iglesia colosal. Una de las casas parecía la de la mismísima Celestina. En el museo vimos todo tipo de objetos antiguos, del vivir cotidiano: zafras, alcuzas, damajuanas, orzas, tinajas y tinajillas, candiles y faroles, cillas, artesas, pucheros, una benditera... Cuando llevábamos una cuarto de hora, apareció la encargada, a decirnos que iban a cerrar. Así que nos fuimos de nuevo a la calle. 




Casi todas las casas son, en ese pueblo, de piedra sillar, y casi todas estaban en venta. Apenas se veía a nadie. Al final del pueblo encontramos un mirador impresionante sobre los meandros del Ebro y las tierras vascas de Álava. No contentos con eso, subimos un poco más, hasta las ruinas del castillo, donde jugaban unos críos ("Yo soy el capitán", gritaba uno cambiando de personalidad con desparpajo infantil, "y vosotros los arqueros... Dispersaos..." Y saltaban por entre las rocas felices y entregados a su lucha...). Y aún más altos, por una escalera de caracol, nos alzamos hasta la torre. Desde allí se veían las cortinas de agua que caían sobre Haro, y, hacia la izquierda, el garabato nervioso y fugaz de unos rayos. De manera que no estuvimos mucho tiempo allí encumbrados, el justo para sacarnos unas fotos y contemplar las panorámicas...




Nos volvimos. Ya de vuelta en Logroño, vimos una exposición de viejas fotos de Amós Salvador Carreras, un político republicano aficionado al arte de retratar, y tras esto no tuvimos más remedio que regresar al Laurel, para saciar el hambre y la sed que nos habían abierto tantas excursiones. 



Cuando llegamos al hotel, las cigüeñas del hospital ya estaban durmiendo.