viernes, 19 de diciembre de 2014

La pluma de oro

El otro día hablé con mis sobrinos por teléfono. Los llamé para preguntarles qué les van a pedir a los Reyes.

Primero se puso R. Me dijo que él no iba a pedirles nada. Le pregunté si es que se había enfadado con ellos. No era eso, sino que ya le habían regalado muchos juguetes el día de su cumpleaños, una semana antes, y por esa razón no quería nada más. Sonaba muy loable, pero si se conoce a R., está claro que esto no hay que tomarlo, en absoluto, al pie de la letra. Es un camelador nato y sabe lo que se debe decir en cada momento para quedar bien. Sin embargo, si ese día maravilloso se encontrase con que no le han dejado nada bajo el árbol de navidad, nadie en la familia duda de que sus quejas y  llantos se escucharían en toda la ciudad, llegarían hasta la costa y se perderían hasta vete tú a saber cuántas millas mar adentro...

Luego se puso G. Él sí tenía una petición. Me pidió, por favor, que les encargásemos para él, a esos tres ancianos prodigiosos, una pluma que había visto en El Corte Inglés. Aunque es asunto poco elegante, como también lo conozco bien, le pregunté por el precio.

-Novecientos euros-me contestó rápido- La que más me gusta cuesta novecientos cuarenta y tres euros.

-¿Cómo?- aunque lo conozco bien, no dejó de sorprenderme- ¡Qué barata! ¿ No encontraste una más cara? -y se me escaparon unas risas.

-Bueno, hay algunas más baratas. De doscientos cincuenta y seis...-me informó sin tener en cuenta mis sarcasmos.

-Ya. Pero sigue resultando un poco cara, ¿no te parece?-traté de reflexionar- Ten en cuenta que los padres y parientes tienen que pagar un porcentaje de los regalos que os encargamos...

-Bueno, pues lo que puedes hacer es comprarme una pluma de nueve euros que vi en un chino, y pedirme a los Reyes un reloj-cambió de plan.

 -Me parece bien-repliqué.-¿Y cuánto vale ese reloj?-añadí, escamado.

-Doscientos veintitrés.

-Me sigue pareciendo subidito de precio...

-Ya, pero si eres socio de la tienda en que lo venden, te hacen el cuarenta por ciento de descuento-me informó muy profesionalmente.- ¿Tú crees que los Reyes serán socios?-me preguntó.

-Pssss..., pues no sé... Es posible...  Lo mejor es que se lo preguntes en la carta que les mandes. Y si no lo son, les animas a que se hagan el carnet... Seguro que les interesa.

-Vale.

Y ya se fue a seguir con sus deberes y me pasó el teléfono a mi hermano, al qué pregunté, porque como tío pienso que me incumbe, que qué clase de educación les está dando a mis sobrinos...

martes, 16 de diciembre de 2014

Flaneando

Después de un largo trimestre en el que durante la semana apenas salía de casa a otra cosa que no fuera el trabajo,  hacer la compra de lo necesario para vivir o bajar, cada noche, la basura, el jueves pasado me fui por ahí, a pasear por la ciudad. Fue la misma tarde que encendieron las luces navideñas, nada más salir uno del portal. Me lo tomé como un homenaje personal.

Fui de librerías. En las de toda la vida que lleva uno aquí, manoseé las novedades. Muy brillantes por fuera pero casi todas de un papel miserable por dentro. Espejuelos para fascinar a los incautos. Yo me habría llevado media docena... Peor me resisití. Allí estaba lo nuevo de Cercas, de Muñoz Molina, de Trapiello, pero también un volumen de cuentos de Munro, la nueva novela de Vidal-Folch y otra inédita aquí de Modiano, y un volumen desconocido de Dickens, y los cuentos de Balzac... Pasamos un buen rato entre todos ellos.

Charlé también un ratillo con X., que es nuestra librera de guardia, la que nos consigue, de vez en cuando, algunas rarezas que tenemos el capricho de comprar.

Luego me pasé por una tienda de discos. Tendrá, ese comercio, más de treinta años. Es pequeño y muy estrecho, y no se entiende de ningún modo cómo ha podido sobrevivir a estos tiempos. Vende vinilos, cds, pósters, camisetas... Le compré una cosa que no puedo declarar aquí, para regalar, y también por sostener ese milagro. De tarde en tarde lo hacemos. Y aunque somos conscientes de que si por nosotros fuera ya habría cerrado hace mucho tiempo, cuando realizamos una de esas compras salimos de la tienda sintiéndonos un poco unos mecenas.

Y ya de camino a casa, entré en la librería de viejo-nuevo que hay en el barrio. Antes estaba en un un local muy pequeño, pero desde hace un par de meses ocupa lo que fue una mueblería, un bajo amplio y profundo donde tiene muy bien ordenado todo: libros nuevos exquisitamente escogidos, y libros viejos colocados por orden alfabético. También cómics, y volúmenes de historia, de arte, cine y fotografía, ejemplares en inglés, francés, italiano, alemán... De nuevo y de viejo, viajeros y estables... Lo lleva, este negocio, un muchacho encantador, de hablar pausado y suave, como si no fuese español... Al final le compré, también con ánimo de colaborar al sostenimiento de tan benéfico negocio, un tebeo para P. y un tomito de Baroja para mí: Los espectros del castillo y otras narraciones, en una edición del 56, de la editorial PAL-LAS. El Prefacio me pareció graciosísimo. Copió aquí una parte, que hoy tengo tiempo:

"Pío Baroja es hoy, indiscutiblemente, el primer novelista de lengua castellana.

Ediciones PAL-LAS, que tiene en proyecto la publicación de varias obras del insigne autor vasco, lo escribe con orgullo, pero sin pretensiones de descubrimiento.

Años ha que "Don Pío" ocupa tan preciado primer puesto. Desde aquella bellísima y original colección de cuentos -Vidas sombrías (1900)- hasta la tan discutida y polemizada Los Visionarios (1932) -pasando por la profundamente humana y filosófica El árbol de la ciencia (1911)-, su marcha ha sido , sin titubeos, ascendente.

Muy por encima de todos los valores más cercanos -Pardo Bazán, Blasco Ibáñez, Valle-Inclán, etc.- ha cultivado no un género, sino todos los géneros de la pluma, y con una extraordinaria fecundidad casi balzacquiana".

Me salto el repaso que se hace a la obra de "Don Pío" y la descripción de las piezas que forman el pequeño volumen ("una narración muy amena, con cierto injerto stevensoniano"; "una historieta verídica de la primera guerra carlista"; "un delicado cuento romántico, muy delicioso"; "un ensayo acerbo y burlón contra ciertas supersticiones"; y "un artículo de fuerza, de vigor cien por cien barojiano"), para acabar, como es de ley, con el final:

"Y, por fin, creyendo esta casa que interesará a los admiradores de nuestro autor, cerramos el volumen con una Bibliografía seleccionada -seleccionada porque completa sería una labor operosa, quizá imposible e interminable".

Lo firma, este prefacio, el señor J. Raimundo Bartrés, a quien le agradecemos el buen rato, todas las hipérboles y esa palabra, operosa, que no conocíamos...

operoso, sa.

(Del lat. operōsus).

1. adj. Dicho de una persona: Que trabaja mucho y afanosamente.

2. adj. Dicho de una cosa: Que cuesta mucho trabajo o fatiga.


lunes, 15 de diciembre de 2014

Notas de lectura II

Roberto Benigni, en un libro sobre Dante, la Divina Comedia y la poesía:

"La Divina Comedia es un libro en el que la belleza, como el sol en los espejos, nos deslumbra. Es una obra inmortal porque Dante creía profundamente en todo lo que describía (...). Y nosotros también tenemos que creer, porque ese libro es un sueño. Y, como todos los sueños, seguirá interpretándonos hasta el fin de nuestros días".

"Corría incluso la voz de que Dante tuviese quemaduras en las manos, señales de su vista al Infierno..."

"Y no hay que negarse a creer en todo lo que dice".

Y prosigue hablando de cosas de las que se habla muy poco en la vida cotidiana: belleza, poesía, amor...:

"La Divina Comedia es bella y es mejor leerla que no leerla..."

"A diferencia de los filósofos, los poetas prometen menos pero cumplen más".

"La poesía, como es sabido, hay que leerla en voz alta, porque proviene de la tradición oral (...) Y hay que aprenderla de memoria. De este modo, además de la palabra, te llega dentro el sonido, que es como una música bellísima".

"La belleza de la poesía está en que nos hace partícipes de sentimientos nuevos, y también de acciones que están dentro de nosotros y que ignoramos. Es el poeta el que las hace aflorar. Los poetas "inventan" sentimientos".

"Por eso los grandes libros duran, rasgan el vacío y nos hacen ver lo que somos, de repente. La Iliada nos muestra que toda la vida es una batalla, la Odisea, que toda la vida es un viaje, el Libro de Job, que toda la vida es enigma, y la Divina Comedia que toda la vida es deseo. Y amor, también".

"Dante ha afrontado un viaje, ha soñado por nosotros, y su sueño perdurará más allá de todas nuestras noches y todos nuestros sueños".

Y finalmente, esta frase que me ha parecido muy graciosa:

"La Biblia es el único caso en que el autor del libro es también el autor de los lectores".




miércoles, 10 de diciembre de 2014

Notas de lectura

Dijo Malraux:

"Lo importante es saber lo que hacemos sobre la tierra".

Y también esto:

"Está mal enseñar a poner la otra mejilla a gente que, desde hace dos mil años, no ha hecho otra cosa que recibir bofetadas".

martes, 9 de diciembre de 2014

Elecciones sindicales

El jueves pasado fueron las elecciones sindicales. El día antes había leído esto, en un librillo de artículos de JJL:

"Hace unos años, un guardia municipal o urbano sorprendió una noche a unos caballeros, ocupados en descargar sus fisiologías en la plaza mayor de una pequeña ciudad, y se dirigió hacia ellos con la reprimenda en la boca y el bloc de multas en la mano, pero ellos argumentaron: "¡Es que somos de los sindicatos!" Así que el guardia no tuvo más remedio que responder: "¡Ah, entonces, ustedes perdonen! ¡Buenas noches!" Porque ¿para qué valdrían los sindicatos, la libertad, la democracia y todos los otros regímenes, o la cultura misma, sino para estos menesteres de sacar provecho, y hacer luego lo que nos dé la real gana?"

Y por esta lectura y unas cuantas razones más, no fui a votar, que me fui a mi casa.

jueves, 4 de diciembre de 2014

¿Y?

Visitó el rey, el joven -que a mí me resulta mucho más insulso que el otro, el viejo-, no sé qué lugar y, como es costumbre en los reyes, largó un bonito discurso -en casa estamos convencidos de que a este se los escribe la mujer, que dicen que es muy dominanta, y no, como al otro, un funcionario-.

Habló -lo escuché distraído en la radio mientras hacía la comida- de todos esos jóvenes científicos que se ven empujados, si quieren trabajar, a la emigración. Dijo que una cosa así no podía ser... Largos aplausos.

¿Y?, me pregunté para mí, que estaba solo en la casa-. Vas a llamar a capítulo a Rajoy y a los dueños de los bancos y las grandes empresas? ¿Vas a arreglar tú algo?-me dirigí a él como si pudiese escucharme, como esos abuelos trastornados que hablan con la tele-. ¿Para esto es para lo que dicen que sirve la monarquía?, ¿para dar bonitos discursos y nada más? No le va a hacer caso nadie, y menos que nadie los que le aplaudieron.  Pero no creo que le importe. Lleva ya recitados varios discursos parecidos y aunque es evidente que por un oído les entra y por otro les sale, este joven rey ni se inmuta. Si le importase de verdad todo eso que dice, ya se habría cagado en todos los demonios...

Al cabo de dos días, también en la radio, también con el delantal puesto frente a la vitrocerámica, escuché al Papa -que me parece un hombre entrañable- hablar en el parlamento europeo.

Dijo cosas muy justas sobre la pobreza, el trabajo precario, el paro, la tragedia de la inmigración... Todos los parlamentarios aplaudieron largamente...

¿Y?-volví a decirme a mí mismo en mis mismos adentros-. ¿Van a cambiar algo esas palabras?-esta vez ya no me dirigí a él, que a un Papa me daba más reparo-. ¿Va a hacer ese hombre algo que transforme todo eso? 

Yo creo que no. Y creo eso porque los mismos que le aplaudieron, nada más despedirlo y enjugarse unas furtivas lágrimas de emoción por haber estado tan cerca de tan santo hombre, se habrán metido en sus despachos para seguir gobernando como siempre, a tomar las decisiones que provocan la pobreza, el trabajo precario, el paro, la tragedia de la inmigración...

No soy nadie en general, así que no soy nadie para decirle a nadie lo que tiene que hacer -salvo a mi hijo, que se resiste-, pero a mí me parece que lo que tenían que hacer estas gentes que dan discursos es ponerse muy agrios, hasta coléricos diría, y cagarse en todo lo que se menea o, en su defecto, en la madre que parió a tanto hijodeputa, así, con estas mismas palabras -la influencia de Mongolia sigue viva-. Y, en el caso del Papa, después de eso, amenazar con la excomunión a todos esos que le aplaudían...¡Qué cara se les quedaría! Yo ya me lo estoy imaginado, al Papa mentándoles a la madre a todos ellos, cagándose en el día que nacieron, llamándoles hijoputas con todas las letras muy bien perfiladas, sobre todo esa jota, y esa u... Y luego también cabrones, malnacidos, mierdas, y toda clase de insultos y denuestos, que en este género nuestra lengua es pródiga y muy bien surtida. Por algo será... 


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Viva Mongolia


Ni sabíamos que venían por aquí, al Saramago. Nos avisaron los cuñados, que también se encargaron de sacar las entradas -los cuñados, a veces, hasta pueden ser benéficos-. Así que dejamos a los chiquillos en casa, con el teléfono de la pizzería del barrio apuntado en un papel y veinte euros en la mesa de la cocina, y allí nos fuimos. Fue el viernes por la noche, bajo la lluvia y salvando un atasco inusual en esta ciudad, provocado al parecer por ese invento del Black Friday... Íbamos un poco cansados, toda la ardua semana a cuestas sobre la espalda. Sin embargo, fue comenzar el espectáculo y se nos desaparecieron todas las murrias y fatigas de golpe, como el agua de la lluvia por las albañales.

Salimos de allí, hora y media después, como nuevos, como recién duchados, con una sonrisa tan ancha que debíamos parecer idiotas completos. Llovía a mares y los del Black Friday continuaban cruzando sus coches en cada esquina. No nos importó. Íbamos por la ciudad ligeros y angelicales, comentando los chistes y recreándonos en esa manera gozosa de decir tanto taco y tanta palabra gruesa... ¡Cómo se lo deben pasar de bien diciendo todas esas cosas de los importantes y solemnes de este país!¡Solemnes gilipollas! -Soy muy influenciable -apenas tengo personalidad- y salí del espectáculo ganado para esa causa del vituperio sabroso que te llena la boca-.

Nos lo pasamos tan bien como debían de pasarlo los campesinos y los siervos de la gleba en la Edad Media escuchando cantar a los juglares aquellas cantigas de escarnio y maldecir. Versos a veces muy salvajes, como el humor de Edu Galán -qué grande, paisano además, de las Asturias de Oviedo- y el más comedido de Darío Adanti. ¡Cuánto nos reímos!





Pero fue mucho más que un desahogo, mucho más que una gloriosa catarsis. Mongolia, el musical es un acto de justicia poética. Que exista un espectáculo así es un signo de esperanza. Si no hubiese gente como esta de Mongolia, estos juglares modernos, creo yo que todo estaría perdido. Afortunadamente, no solo existen sino que tienen la cortesía de acercarse a un lugar como este, la ciudad más populosa de Cospedalland, a hacernos más llevaderos los cuentos que nos cuentan cada día y a hacerle una peineta a la madame... ¡Viva Mongolia!





                        

martes, 2 de diciembre de 2014

Mira quién habla...

Dijo de Cospedal el otro día, antes de proponer un pacto con el PSOE:

-"Podemos" es un peligro para la democracia...

Y entonces pensé yo: "Habló la que la casa honró".