miércoles, 30 de abril de 2014

Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi) IX

Viaje de vuelta. Paramos a comer en Valladolid con J., una amiga a la que no veíamos desde hacía muchos años...

Comimos en su casa, desde la que se ve el Nuevo Zorrilla y el Auditorio  Miguel Delibes, que están, como quien dice, puerta por puerta... En ese campo, recién estrenado, perdió una Copa del Rey el Sporting, una desapacible y triste noche...

Luego dimos un paseo por la ciudad: puentes sobre el río, iglesias de piedra blanca, casas con galerías y balcones de cristal. Hacía un día soleado y las calles estban llenas de gente. En la Plaza Mayor tenían levantadas unas gradas para ver pasar las procesiones, pero como era Sábado de Pasión, ese día no salía ninguna.

Cuando nos sentábamos en la terraza de un viejo café, a la sombra de los soportales, grité:

-Mira, Gustavo Martín Garzo...

Efectivamente, por allí pasaba ese escritor, al que uno, aunque apenas ha leído un par de cosas suyas, se alegró de ver, como cuando nos cruzamos con un conocido. Creo que hasta levanté la mano, para llamar su atención. Pero no me vio.



Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi) VII

Por continuar con esa labor altruista nuestra de salvar librerías, en Oviedo nos compramos, en una en la que casi nunca entramos, muy cerca de San Isidoro y a una librera un tanto despistada, un tomito maravilloso de Azorín. Salí a la calle, donde me esperaban A., C., H. y los chiquillos, más contento y más bueno, que es lo que siempre me ocurre cuando compro un libro que sé que me  va a proporcionar felices momentos.

Nos llevaron nuestros amigos a un bar bien bonito, en El Campillín, Le Chigre, donde estuvimos charlando apaciblemente. Luego íbamos a ir a cenar a Casa Chus, allí al lado, que es un bar de paisanos donde han descubierto nuestros amigos que se como muy bien y muy económicamente -como la tarta de manzana de mi madre-. Pero estaba cerrado, que era ese su día de descanso...

Nos fuimos entonces al Brighton, que es local diminuto pero muy agradable y donde siempre suena una música evocadora y extravagante (la estrella caída en el jardín de Mary Trini, la declaración de rebeldía de Janette y cosas semejantes...).

De vuelta al coche, escuchamos a lo lejos trompetas y tambores, pero afortunadamente no llegamos a ver a ningún encapuchado. Ahora, en Oviedo, se han puesto de moda algunas procesiones de las que antes apenas teníamos noticia, y, según me cuenta H., en el periódico algunos cofrades salen diciendo que la séptima vértebra la tenemos para salir de costaleros, solo para eso, porque esa vértebra no sirve para nada más que para eso...

Después de un día espléndido, cuando nos íbamos, ya de noche, una niebla fría comenzaba a cubrir toda la ciudad...




Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi) VI

Tal vez mi pueblo sea feo. No lo sé. Lo que es seguro es que se pueden encontrar en él, si se saben mirar, ciertos rincones que podríamos llamar recoletos. Sobre todo algunas perspectivas hermosas. Porque mi pueblo, aunque tal vez pueda parecer feo, está trazado con escuadra y cartabón, exactamente igual que el París de Haussmann.

A mí, la que más me gusta últimamente es la que se puede ver desde la calle Jerónimo Ibrán, con la vieja chimenea de Barredo al fondo. Tampoco está mal la que desde lo alto de Manuel Llaneza llega hasta el Puente de la Perra, bajo el Pico Seana. O, desde ese mismo puente, sobre el curso del río, la contemplación de las montañas que nos separan de Castilla...

Ayer salimos a dar un paseo matutino. Íbamos también a comprar un libro, cualquiera, en una librería muy coqueta y recogida que han abierto no hace mucho. Se encuentran en ella no solo los best-sellers y lo que todo el mundo busca, sino también muchos otros, cuidadosa y exquisitamente escogidos. Pasamos allí casi una hora, curioseando. Al final nos llevamos "Bufandas al cielo", un tomo editado por su autor, Víctor Manuel Robledo, que cuenta con una sencillez que se agradece pequeñas historias sobre el Sporting de Gijón. Para la colección. Salimos muy contentos, por la fantasía de creer que no solo estábamos ayudando al sostenimiento de esa librería, sino también a la de ese muchacho que tiene el valor de publicar a su costa estas historias.

Luego nos sentamos en una terraza de Jerónimo Ibrán, a ver pasar la gente y a contemplar esa vieja chimenea de ladrillo, al fondo de la calle, como un obelisco rojo. Como si este pueblo nuestro fuese una gran ciudad...




(www.panoramio.com)


martes, 29 de abril de 2014

Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi) VIII

Viene el periódico grueso y no por las procesiones sino porque ayer se murió García Márquez...

Nos recuerdan A. y N., con los que comemos, que cuando le dieron el Nobel y le preguntaron a su madre que qué le parecía, esta contestó que ella no sabía nada, solo que todo lo que había escrito su hijo se lo habían contado...

A nuestro lado come un hombre en una silla de ruedas y con los brazos también lastimados, porque tiene la camarera que acercarle el vaso con la sidra, y sostenérselo mientras lo apura...

Discretamente, nos cuenta N. su historia, que si se la hubiese narrado a García Márquez, a lo mejor la hubiese puesto por escrito en un libro...

"Está así por un accidente de tráfico que tuvo persiguiendo a la mujer. A lo mejor ya estaban separados, de eso no me acuerdo bien, porque se llevaron siempre muy mal. Si no lo estaban, se separaron justo después. Pero el caso es que aquel día estaban en una boda, y ya por la tarde, ella cogió el coche y se marchó, y él, aunque estaba muy bebido, tomó el suyo y salió detrás de ella, dicen que con toda la mala intención del mundo, para arrollarla y sacarla de la carretera. Lo que pasa es que antes de alcanzarla, en la pendiente que hay en lo alto de San Esteban, en la curva que hay al final de esa cuesta, se estrelló, y así se quedó ..."

Y continúa  N.:

"Años antes también tuvo un asunto serio en una curva de El Padrún. Atropelló a un pobre paisano que iba caminado por la cuneta y, en lugar de socorrerlo, se bajó del coche y lo tiró a un prado, entre la maleza... El paisano murió y a él lo metieron unos años en la cárcel..."

A la vuelta, ya de noche otra vez, una luna llena y muy rubia juega con nosotros en la carretera, escondiéndose y volviendo a mostrarse, entre las montañas, una y otra vez...



(www.labocina.info)


lunes, 28 de abril de 2014

Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi) V

Conserva mi madre una vieja libreta de sus tiempos mozos que ha cobrado, con el paso de estos, la apariencia de un incunable. En lugar de estar guardada en un cajón de la cocina, bajo la encimera, debería estar custodiada en una urna, a temperatura regular y con unas condiciones de humedad adecuadas, en la Biblioteca Nacional.

Es el libro de cocina de mi madre, donde tiene apuntadas las recetas que ha ido elaborando a lo largo de los años: sopa rápida, mejillones rellenos, truchas con jamón, rollo de bonito, albóndigas caseras, tarta de almendra, arroz con leche, brazo de gitano, galletas de coñac, pan español... De la tarta de manzana, antes de nada, se especifica entre paréntesis que resulta muy económica...

Pero en esa libreta prodigiosa, que comparte un mismo tono tostado con el manuscrito del Cantar del Mío Cid, no solo hay recetas. Entreveradas entre estas se encuentran algunos dibujos nuestros, de cuando niños - feroces batallas, barcos piratas, cowboys, indios cherokees-, y más de media docenas de borradores de cartas, de cuando mi madre estaba en Amnistía Internacional y les escribían a mandatarios internacionales ( al presidente chino o al rey de Marruecos), exigiéndoles el respeto a los derechos humanos, la liberación de presos políticos, el cese de torturas o la apertura de una investigación veraz sobre oscuros homicidios de periodistas u opositores...

De manera que al lado de las instrucciones para cocinar una merluza Bellavista (?), en esas hojas amarillentas y mordidas por el tiempo podemos encontrar cosas como esta:

"Sr. Presidente:

Sentimos gran preocupación por el presidentre del CERS, Amílcar Hender Uriza por las amenazas de muerte y actos de intimidación hacia su persona.

Rogamos se lleve a cabo una investigación sobre estos incidentes para hacer públicos sus resultados y los responsables comparezcan ante la justicia.

Pedimos también tomen medidas urgentes para garantizarla seguridad de Amílcar, de su familia y de los miembros de CERS".





(www.caminodelcid.org)


viernes, 25 de abril de 2014

Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi) IV

Viene hoy en el periódico de aquí la noticia del descubrimiento de un gen específicamente asturiano. Al parecer, unos investigadores han descubierto que los oriundos de esta tierra poseemos un gen de origen africano que no se encuentra en ninguna otra parte. 

Tendrían que enterarse de esto los nacionalistas del mundo, el señor Mas, por ejemplo. Ahora bien se puede decir que los asturianos ya tenemos de todo: un bravo mar y altas montañas; una lengua cantarina, jugosa y romance; un reino antiguo y brumoso con el que fantasear y escribir voluminosas novelas históricas; bebida y comida en abundancia; espichas, gaitas y tambores; héroes y villanos... Y también, claro, la toná, la vaca roxa, el gochu celta y la oveja xalda... No me negarán que no son argumentos más que suficientes como para pedir, antes que nadie, la independencia y organizar un pequeño país verde y neblinoso...

Y sin embargo, nada nos preocupa menos. Porque se sabe que, si te pones a indagar, un gen distinto lo tiene todo el mundo...

Mientras escribimos esto, mis padres tienen encendida la tele. En lugar del carrusel de procesiones que estarán echando en Canal Sur, aquí ven un concurso de canción asturiana en la TPA. En sonoros octosílabos, una moza canta :

La Virxen de Covadonga
tien un cartel en les manes,
con un lletrerín que diz
pa guapes les asturianes...




Fiesta, de Evaristo Valle






jueves, 24 de abril de 2014

Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi) III

En mi pueblo no hay cofradías que procesionen y tan solo se asiste en estos días a los oficios, normalmente al atardecer. En la infancia esa salida nos emocionaba porque el resto del día era de una aburrimiento ceniciento y abrumador. Todo estaba cerrado, hasta la mayoría de los bares cerraban, y en la televisión pasaban unas películas tan sombrías sobre la Pasión que nos encogían el alma tan tierna que teníamos entonces. De manera que subir al coche -aquel Seat 600 donde cabíamos los cuatro tan ricamente- y viajar hasta Ablaña -un viaje de unos diez minutos-, nos sacudía la tristeza infinita de aquellos días inacabables, y la llegada lenta de la noche nos aliviaba como una caricia, lo mismo que los sermones de don Antonio, que incluso en fechas tan trágicas sonaban, como siempre, atrabiliarios y extravagantes...

Hoy, con el alma ya muy amojamada, estos días son para nosotros como otros cualquiera. Ya se murió don Antonio, ya no hay Seat 600 y ya no viajamos, al atardecer, a Ablaña... Al atardecer nos quedamos en casa, después de haber pasado todo el santo día por ahí...

Y en la cena, charlamos con mi padre y mi madre, o les escuchamos hablar a ellos:

-Ahora  ya no se reza a las ánimas del purgatorio, con lo hermosa que era esa oración...

-Eso es porque al parecer el purgatorio ha dejado de existir. Vaya, que lo han cerrado, como las minas...

-Pues muy mal asunto, porque, quien más, quien menos, pienso yo que allí pasaría un rato todo el mundo...

-¿Por qué se habrá complicado ahora todo tanto?

-Pues porque a lo mejor todo era mentira...





miércoles, 23 de abril de 2014

Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi) II

Sábado de viaje. Cerca de La Gineta, un toro de Osborne decapitado, la teztuz en el suelo, seguramente arrancada por los temporales de hace unas semanas. Una hora después, otro, este con la cabeza en su sitio pero con un mensaje de pintura blanca en el cuerpo: "Represión y misera. Marca España".

Entre Pozoamargo y Sisante nos saludan, al pasar, los modernos molinos de viento, con sus brazos en lo alto, como coristas bien coordinadas. Don Quijote también habría visto en ellos algo prodigioso y descomunal y se habría enfrentado valientemente a ellos. Y Ramón habría hecho, por lo menos, una docena de greguerías...

Cerca ya de Madrid, paramos a tomar una café. A la entrada, sentados en el suelo en pequeños grupos, treinta o cuarenta estudiantes, seguramente de viaje de estudios. Nos trajeron memorias del nuestro, a Italia, en un autobús como el que tenían al lado...

En Villalba, unos bocadillos rápidos, que a la sombra del Valle de los Caídos hace siempre mucho frío, incluso los días soleados...

Luego Castilla es puro sueño, porque conduce A. y nosotros, de copilotos, nos desentendemos y caemos en profundo sopor. Arévalo, Medina, Tordesillas -por donde se cruza el Duero-, Olmedo, Benavente..., apenas los adivinamos por el rabillo de un ojo casi cerrado. Cuando al fin espabilamos, a las puertas de León, en el horizonte y azules, se divisan ya las altas montañas...



(abc.es)

martes, 22 de abril de 2014

Breve guía de una Semana Santa sin procesiones (casi)

El viernes de Dolores la procesión marchaba, más que por las calles, por el cielo. Después de una mañana primaveral, limpia y espléndida, a la tarde aparecieron por el horizonte unas nubes nazarenas, encapotadas y sombrías que, con paso retumbante, cubrieron rápidamente la ciudad. La sumieron en una oscuridad preñada de pesar y llanto, un llanto que comenzó a caer en forma de gruesas lágrimas, como las que les resbalan por las mejillas a las vírgenes que sacan estos días por los pueblos de España, en muy pocos minutos... Fueron tan solo unas pocas gotas, pero tan densas y calientes, que impidieron la salida de la primera procesión, y obligaron a los penitentes de tierra, que ya estaban en las calles, a guarecerse bajo los aleros de las casas y en las puertas de los garajes. En una de estas vimos nosotros a uno, con el capirote bajo el brazo y la cabeza gacha, que parecía estar lamentándose. Pero no, solo estaba meando.




(elmundo.es)

sábado, 12 de abril de 2014

Fundido en negro o negrón

Fundidos, sí, fundidos como abnegados gregarios en etapa reina del Tour. Así hemos llegado hasta la orilla de este largo, frío y oscuro trimestre. Exámenes, reuniones, cursos, recuperaciones..., todo un rosario de puertos de diferentes categorías, algunos de categoría especial -por ejemplo las correcciones interminables de los exámenes de los bachilleres, maestros algunos en el arte de escribir folios y folios y no decir nada o, pero aún, decir un montón de cosas torcidas e incomprensibles-.

Por todo ello hemos tenido tan abandonado este candil. Por eso y porque no teníamos nada que contar. Hasta antes de ayer, cuando al bajar la basura me encontré en el portal con nuestras vecinas, E. y X., que venían de vuelta de un concierto en la catedral, al que también había asistido Antonio Banderas.

-¿Antonio Banderas?

- -y comenzaron a explicarme con entusiasmo-: pues resulta que este muchacho compone música para pasos de Semana Santa, y que a propósito de ello, conoce al director de la Banda Sinfónica de Albacete, y que este le dijo hace un tiempo que iba a estrenar hoy tres piezas suyas, del Banderas. Y a lo que parece le hizo tanta ilusión, que le contestó que se venía a escucharlas, y dicho y hecho, aquí se ha presentado... Eso sí, con cinco guardaespaldas que lo han tenido rodeado todo el rato. Y ha estado muy bonito...

Y completaron tan detallada información:

-La que más le emocionó, dicen que dijo, fue la que compuso después de la muerte de su padre, un paso fúnebre muy sentido...

Esta conversación ha sido lo más emocionante que nos ha pasado esta semana.

Y ahora ya estamos preparando las maletas para irnos a descansar una semana a nuestro locus amoenus particular, de manera que ya tenemos la cabeza en el Negrón: cuando al fin entramos en ese túnel larguísimo, sentimos que ya estamos en casa.

N.B. Como es costumbre de la casa, para no dejar desolado este candil, vamos a traer hasta aquí una canción y unos bailarines con los que compartimos una misma forma de danzar...





        

martes, 8 de abril de 2014

Elogio de los libros y los libreros viejos

Ya se fue, el domingo, la feria de libros viejos. Y con ellos, se fueron también los libreros de aspecto patibulario. Se llevaron, pegados a sus espaldas encorvadas, el frío, las mañanas heladas y la lluvia. 

Pues bien, a pesar del sol y de las temperaturas veraniegas que nos han dejado a cambio, esta marcha nos ha puesto tan melancólicos como cuando, de críos, levantaba su caravana aquel circo que venía una vez al año a nuestro pueblo.

De los días que ha pasado aquí, solo la hemos visitado tres veces. Distraídos en otros afanes, apenas nos hemos acercado hasta sus casetas. Sin embargo, el hecho de saber que estaban allí nos hacía andar más contentos y ligeros. Aunque anduviésemos en otra esquina de la ciudad, recordar que paraban en ella ese montón de libros viejos y esos libreros de aspecto fiero, tan solo eso nos proporcionaba abrigo y compañía.

Años atrás, la visitábamos un rato cada día, y cada día volvíamos con tres o cuatro libros que creíamos haber rescatado del arroyo de los libros viejos, huérfanos y desahuciados... A final de la feria, cuando hacíamos el arqueo de lo salvado, juntábamos quince o viente tomos que colocábamos en las estanterías con la esperanza de poder llegar a leerlos algún día. La mayoría, sin embargo, del mismo modo que llegaron, acabaron por irse.

Entonces, como pasábamos tanto tiempo allí, veíamos y escuchábamos todo clase de historias. Reconocíamos a los bibliófilos locales, que andaban entre las castas desasosegados, revolviendo rimeros con manos sudorosas; a los coleccionistas de asuntos raros; a los hombres mayores que buscaban completar, al fin, su colección de tebeos con un número largos años deseado. También a los libreros, los mismos cada año, barbados y cojos ellos, como bucaneros; dulces, encogidas y tristes ellas. Y a los libros también los reconocíamos a casi todos porque eran todos los años más o menos los mismos, un poco más viejos cada vez, más polvorientos, más descuajados, de feria en feria... Un poco lo mismo que les sucedía a los libreros y las libreras, a los coleccionistas y a los bibliófilos y, ay, también a nosotros mismos... 

A veces escuchábamos cosas prodigiosas, como aquella ocasión en la que dos jóvenes muchachas se acercaron con timidez a un puesto y le preguntaron al librero, un hombre hosco con el aspecto de un filibustero, que si tenía "El coloquio de los perros". El librero les contestó -nunca lo olvidaré- que libros de animales él no tenía ninguno, que preguntasen en otra caseta...

Ahora, sin embargo, voy poco y compro menos - libro que no has de leer, déjalo correr-. Este año, solo tres: "Doña Perfecta", "Un hombre que se parecía a Orestes" y el último día y casi por casualidad, "El perfecto pescador de caña", del apacible Izaak Walton, con prólogo de Unamuno. Piezas escogidas...

Se ha ido la feria de libros y parece haberse llevado con ella el invierno... Nosotros nos quedamos entonces un poco sombríos, consolándonos con los tres libros que nos ha dejado entre las manos y esas tres tardes que pasamos en ella...



miércoles, 2 de abril de 2014

La mujer y el fútbol

A pesar de una afición que no se nos acaba de pasar -al contrario, cada día parece que se nos acreciente y no cese de medrar-, no ha ido uno mucho a los campos de fútbol. En la tierna infancia, al Hermanos Antuña, y en la juventud tres o cuatro veces a El Molinón -donde una tarde vimos a Quini levantarse majestuoso y, negando la ley de la gravedad, volar sobre el área para realizar una volea gloriosa que se estrelló, con lírico estruendo, en el larguero de la portería de D ´Alesnadro, mítico portero de la U.D. Salamanca-. También conocimos bien, algunos años después, el campo del eterno rival, el viejo Carlos Tartiere -es largo de contar-, y una sola vez el Bernabéu, para ver al Sporting, la misma razón que nos llevó media docena de veces hasta el Carlos Belmonte. Y, si no recuerdo mal, nada más. 

Pues bien, en todas esas vistas las persona más agresivas que uno encontró en las gradas  fueron mujeres, mujeres mayores casi siempre que se expresaban con una violencia que aún me trastorna al recordarla. En el Carlos Tartiere, por ejemplo, había una señora que cada domingo no paraba de gritar, a diestro y siniestro, a propios y ajenos, unas barbaridades que yo no he vuelto a escucharle a nadie... No sé, tal vez trataban, esas mujeres aguerridas, de compensar de esa manera el desinterés del resto, quién sabe...

No he pisado un campo de fútbol desde hace largos años, de modo que no sé si las cosas habrán mudado algo en este sentido. Tal vez sí. Este vídeo que me ha mandado T. así parece anunciarlo...




        

martes, 1 de abril de 2014

La primera golondrina

Proponía Pla en El cuaderno gris, como ejercicio literario, describir el vuelo de una golondrina. 

Me acordé de esto ayer cuando, al levantar la persiana de la sala, lo primero que vi fue cruzar una , quiero creer que la primera que ha llegado a esta ciudad... Cruzó alegre, con esa soltura que demuestran estos pájaros diminutos para las cabriolas y  los ejercicios funambulescos... Dejó en el aire de nuestra calle la rúbrica de su alegría y se perdió en el cielo pálido... Fue una visión fugaz pero nos despertó un contento que ya nos duró todo el día.