tag:blogger.com,1999:blog-31011924801328052132024-03-13T09:50:54.715-07:00Candil de SapoE.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.comBlogger837125tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-71148819307084873922017-02-18T04:58:00.000-08:002017-02-18T04:58:34.584-08:00El amante ecologista<div style="text-align: justify;">
Sucedió hace ya unas semanas. Al bajar la basura. Al bajar la basura pueden ocurrir muchas cosas. Casi nunca pasa nada, es cierto, pero si uno presta atención, resulta evidente que no sería nada raro que aconteciesen verdaderos prodigios. Es algo que se nota en cuanto pones un pie en la acera. Sales del portal y sabes que en esos breves pasos hasta los contenedores se esconde la aventura. La aventura no se presenta, es verdad, porque se oculta muy bien, pero podría hacerlo perfectamente. No sé si me explico. La ciudad es otra, más misteriosa, y los vecinos, silenciosos y cabizbajos, parecen esconder un secreto terrible. Todos se mueven furtivos, como conspiradores... </div>
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Pues bien, hace unas semanas, en el contenedor del plástico, me encontré un papel pegado con celo junto a la boca. Era un mensaje. Escrito a máquina. Rezaba así: </div>
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<i>HOMBRE ESPAÑOL DE 50 AÑOS</i> -el número a mano, sobre un 49- <i>RUBIO, OJOS AZULES Y 1,50 DE ESTATURA BUSCA MUJER DE BUEN VER, DE 35 A 55 </i>-el cinco también en bolígrafo azul, tapando un cero- <i>AÑOS PARA RELACION SERIA O ESPORADICA. PREGUNTAR POR JOSE LUIS (LLAMAD O WHATSAPP) NO TE ARREPENTIRAS, SOY AGRADABLE Y DIVERTIDO. ABSTENERSE GRACIOSOS/AS.</i> -Y, a mano de nuevo, con el mismo bolígrafo azul y también en mayúsculas- <i>BUEN AMANTE</i>.</div>
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Debajo, recortados para que las interesadas los pudiesen recoger y llevar para casa, varias veces repetido, el teléfono. </div>
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Saqué unas fotos...</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqpJOKw-yJAMzpo0iBFJAkoVW2qp8kpAE2BrkTVri_vhbB9GHL4rmNd09fJC5uRhLceXEJsiKKUB_evpUJCPtO0CwaQ_n9QhoiQdyV49-044BSOuVKCQlOxdJRBgHQ3dUlVBGkPSVIjF8/s1600/thumbnail_IMG_20170111_222141.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqpJOKw-yJAMzpo0iBFJAkoVW2qp8kpAE2BrkTVri_vhbB9GHL4rmNd09fJC5uRhLceXEJsiKKUB_evpUJCPtO0CwaQ_n9QhoiQdyV49-044BSOuVKCQlOxdJRBgHQ3dUlVBGkPSVIjF8/s320/thumbnail_IMG_20170111_222141.jpg" width="320" /></a></div>
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Al día siguiente ya no quedaba ninguna de esas barbas con el número de teléfono. Aunque yo solo veo hombres oscuros, se ve que bajan la basura muchas mujeres de buen ver, entre 35 y 55, muchos corazones solitarios...</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgth3fcZZQyN9j9MSPTn0GKojkVxFnwuBPQ1F97dGhDS3uWr5ZjwKxtPGemI7yqH_5zMFvEViWxlIS6HnXdk0JHiUCL_lRJwSQ4lxYEZx1Ti03E7HqBISPdBHqNwzpKcLQ38l1KJWYcrek/s1600/thumbnail_IMG_20170112_200902.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgth3fcZZQyN9j9MSPTn0GKojkVxFnwuBPQ1F97dGhDS3uWr5ZjwKxtPGemI7yqH_5zMFvEViWxlIS6HnXdk0JHiUCL_lRJwSQ4lxYEZx1Ti03E7HqBISPdBHqNwzpKcLQ38l1KJWYcrek/s320/thumbnail_IMG_20170112_200902.jpg" width="320" /></a></div>
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Y ya empezamos en casa, y con los amigos por el whatspp, a especular... Las mandé a un grupo que tenemos para recomendarnos las lecturas que vamos haciendo y que nos gustan. Al fin y al cabo, de una lectura se trataba, y menuda novela que había en ese papel. Si la conociésemos entera..., pensábamos.<br />
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Además de ecologista, pues el lugar donde colocó su aviso no nos parece inocente, en todo se veía que se trata de un hombre tradicional y de gran honestidad. Lo primero porque conserva una máquina de escribir, prefiere esta clase de bandos callejeros a las posibilidades que ofrece hoy el mundo digital y utiliza expresiones que yo creo que ya nadie usa (<i>mujer de buen ver</i>); y lo segundo por esas correcciones a mano y el dato de su altura, ciertamente llamativo. Se ve que entre la redacción de la nota y su publicación o cumplió años, o ya no se acordaba de que había llegado al medio siglo. Y pienso yo que debe ser un poco pudoroso también, pues queda claro que estuvo dudando hasta el último momento si añadir el dato final, ese de su valía como amante, que lo descartó cuando compuso el papelillo, pero que en el momento de darlo a la luz, un impulso final lo empujó a caligrafiarlo. Y algo inocente, porque ese aviso para espantar a los graciosos lo único que puede provocar es justo el efecto contrario.<br />
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No sé, nos tuvo largo rato pensando en él. ¿Por qué no habrá encontrado este hombre el amor? ¿Por qué lo busca de esta manera? ¿Qué le habrá llevado a pensar que es un buen método, este de poner un cartelillo en un contenedor? ¿Por qué no irá más a los bares? ¿Ya no se ligará en ellos? Ahora ando fijándome en los hombres bajitos del barrio, por ver si descubro unos ojos azules, melancólicos y soñadores, un señor solitario y pequeño, rubio el cabello, con el móvil en la mano, en espera de una llamada feliz.<br />
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P.D. Días después, con el mismo boli azul, como ya se habían llevado todos los teléfonos, escribió en lo alto de la nota el número. No sé si porque ninguna candidata ha sido de su gusto o porque quiere seguir con el casting. Lamentablemente, por ese tiempo se puso a llover y lo escrito con el bolígrafo azul se destiñó, fue deshaciéndose tristemente, y desapareció...<br />
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-91833794142534703272017-02-10T10:26:00.000-08:002017-02-10T10:26:27.493-08:00Invierno en Úbeda hacia 2016 (Día de Reyes Magos)<div style="text-align: justify;">
El mejor del año. Si tuviese uno que elegir un día entre todos los que ofrece el calendario, escogeríamos, sin duda, este. ¿Qué ciudad no aparece hermosa con todos esos críos pequeños por la calle, los ojos abiertos de par en par, la mirada llena de ilusión y pasmo, conmocionados por la historia más hermosa del mundo?<br />
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Esto es así incluso si amanece un día agrio, con nubes de un color bilioso, como sucedió este año. Parecía, de nuevo, que fuese a ponerse a llover. Pero tampoco. Al rato se levantó un viento del norte, y despejó el panorama, dejando el cielo azul, transparente y feliz. Más adecuado para ocasión tan fantástica. Salí a dar un paseo. Cuando ya estaba cerca de los miradores, estelas blancas en el cielo. En un día como este, pensé, vete tú a saber de qué se tratará. No parecían aviones. Dejaban un trazos blancos y breves sobre el encerado añil del cielo. Las señales del prodigio.<br />
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El viento era frío y yo caminaba despacio, abrigado, con mi mascota cubriéndome.<br />
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Bajé por la calle Paraíso, donde estaba la escuela de niñas doña Enriqueta. Compré dos periódicos en el quiosco de la plaza, para leerlos luego en un café, y también porque me parecía que le sentaban bien a mi estampa de hombre con sombrero. Tomé por Prior Blanca. Apenas había nadie por esas calles. Algún vecino, un operario municipal barriendo las hojas de una plazuela que, al verse empujadas por el viento, se quejaban con la misma voz del mar cuando rompe contra las piedras de una playa... Muy de vez en cuando, pasaba un coche...<br />
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En la Plaza de San Pedro, el palacio abandonado mostraba varios cristales rotos. Luego, cuesta abajo, Santo Domingo, donde el belén, que a esas horas estaba cerrado. Calle de la Luna y el Sol. Paseaba sin rumbo, a capricho. En la Plaza Vázquez de Molina estaban preparando la cabalgata de la tarde, al ritmo de una música latina y sabrosa. Rodeé el parador, subí hacia la Casa de los Salvajes, puesta en venta, y salí a San Pablo. Entonces me metí en un café, a escribir estas cosas y a leer los periódicos. De pronto, por la calle apareció una procesión de enanitos, los de la Blancanieves de Disney, seguidos de otros seres que no conseguí reconocer, seguramente los que salen ahora por la tele. Se cruzaron con los muchachos de la banda municipal, que bajaban hacia el ayuntamiento, no menos fantásticos, con sus instrumentos entre las manos: tubas, trombones, clarinetes, trompetas, bombardinos..., todos brillando al sol.<br />
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Por la tarde me apeteció repetir el paseo, para enseñarles a A. y a P. las calles nuevas que había descubierto, los palacios que no conocía o ya había olvidado... P. declinó el ofrecimiento y prefirió quedarse en compañía de su abuela y del teléfono móvil.</div>
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Bajamos A. y yo, hacia esa Úbeda vieja, la de las calles escondidas y solitarias, la de los palacios cerrados y misteriosos, la que se asoma al valle ancho y lejano del Guadalquivir...</div>
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Cuando volvíamos para casa nos tropezamos con la cabalgata. Tuvimos que tener un poco de cuidado, porque en el pueblo de A. tiran los caramelos desde las carrozas, los pajes, los figurantes y hasta los mismísimos Reyes Magos, con un entusiasmo peligroso. Cuando nos dimos cuenta, también andábamos nosotros, como el resto de la gente, doblados, recogiendo esas golosinas del suelo... Como chiquillos...<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirrfhrtQEWQUjEF7LmXHeyD53I6dIPM2XWnnhuoFIJXyahvuCMmI3rRa0c-ZWUbCWTIjq84EbnzgjT6RaC0tvOW5f1aNKYKpyCAYtUd0m62bw-X9RQ3OKklqHaTx1cH56ZuYJyYfs0WW4/s1600/thumbnail_IMG_20170102_202424.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirrfhrtQEWQUjEF7LmXHeyD53I6dIPM2XWnnhuoFIJXyahvuCMmI3rRa0c-ZWUbCWTIjq84EbnzgjT6RaC0tvOW5f1aNKYKpyCAYtUd0m62bw-X9RQ3OKklqHaTx1cH56ZuYJyYfs0WW4/s400/thumbnail_IMG_20170102_202424.jpg" width="400" /></a></div>
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-4188109883914204572017-02-08T09:50:00.006-08:002017-02-08T09:50:57.250-08:00Invierno en Úbeda hacia 2016 (El belenista)<div style="text-align: justify;">
<b>Lunes, 2 de enero, 2017 </b>(Más notas de la libretilla)<b><br /></b></div>
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<br /></div>
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Desengaño de tener unas navidades blancas, pasadas por nieve. Al contrario, un sol rotundo y unos cielos azules, impecables... Decidimos aprovecharlos. Pasamos la mañana al lado del balcón, al sol, como gatos perezosos, leyendo, soñando.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por la tarde salimos a dar un paseo. Acabamos ante las puertas de Santo Domingo. Entramos a ver, como cada año, el belén. A los cinco minutos nos abordó un señor muy atento, resuelto y parlanchín. Resultó ser el creador del belén, y se ofreció a guiarnos en la visita. Didáctica, tal vez un tanto prolija, tal vez un poco deslavazada, llena de referencias a un viaje que hizo ese guía hace años a aquellas tierras y a sus lecturas de los evangelios apócrifos ("<i>que siempre leo en italiano</i>", nos aclaró). Luego apareció una vieja amiga de A., que conocía al guía ("<i>Ha sido el pediatra de mis hijos</i>", nos explicó. Y nos avisó: "<i>En cualquier momento, nos suelta una cita en alemán. Es una costumbre suya</i>". Efectivamente, lo hizo). Poco menos que la obligó, a ella y a su marido, a unirse a la <i>tournée</i>. </div>
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<br /></div>
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De vuelta en casa, dos citas del libro de Pujol:</div>
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<br /></div>
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<i>¿Quiénes somos? La mejor respuesta sería: aquellos que queremos ser.</i></div>
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<br /></div>
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<i>Hay que ser muy infeliz para admirarse a sí mismo.</i></div>
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<br /></div>
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<b>Martes, 3 de enero</b></div>
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<br /></div>
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Día de visitas. A M. , que se mantiene lúcida y más o menos firme con más de noventa años; a los tíos de A.; y a la librería. Compramos el último libro de Ramón Andrés, ese sabio tan ameno. La librera nos alaba el gusto. Charlamos con ella de la visita que hizo a Albacete el editor de Nórdica, que es oriundo de Sabiote, y se conocen...</div>
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<i> </i></div>
<div style="text-align: justify;">
Por la noche salimos a tomar unas cervezas con L. En el nuevo bar de R. Cervezas y tapas. A la vuelta, saludamos a su gato que, al contrario que el de N. y JA., es un gato sociable y educado. Eso sí, con unos modos aristocráticos. El gato de L. es un gato versallesco. Huele las mierdas y basuras que deja en la calle la gente con un porte de gran marqués...</div>
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<br /></div>
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<b>Miércoles, 4 de enero</b></div>
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<br /></div>
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Días gris y blando, templado y sin viento. Todo parece anunciar la lluvia, pero la lluvia no llega. Comida vegetariana con N. y JA. Nosotros, sin embargo, a las lentejas, a las que F. ha echado nabo, apio, zanahoria, judías y no sé cuántas verduras más, les añadimos unos choricillos fritos...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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A la de la sobremesa, el día continúa igual: quieto, inmóvil, impasible... Pasamos la tarde en el sofá. </div>
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<br /></div>
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Por la noche bajamos a cenar a un bar del Real. El bar está lleno pero las calles vacías. Voy con mi sombrero elegante, el de las dos tallas más grande. El día de nochevieja, me cuenta J. cuando pasamos por la plaza de Andalucía, donde la Torre del Reloj, organizó el ayuntamiento las campanadas en ese lugar. Solo acudieron trece personas. Tres del pueblo y el resto forasteros, incluido un norteamericano. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-9977833695808554762017-02-05T01:09:00.003-08:002017-02-05T01:09:38.927-08:00Invierno en Úbeda hacia 2016 (El nuevo año)<b>Viernes 30, sábado 31, domingo 1</b> <i>(Notas de la libreta)</i><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Viaje de vuelta. La luz temprana dibuja los perfiles de las montañas con limpia nitidez. (En la libretilla siempre nos ponemos un poco estupendos, y usamos epítetos y cosas de semejante naturaleza). Al llegar a la provincia de Valladolid, sin anunciarse, de repente, se presenta la niebla. Densa, fantasmal, misteriosa. Tordesillas, Rueda, Medina..., invisibles. El Duero, las viñas y los campos, todo borrado del mapa... Al llegar a Ávila, se va la niebla como llegó, de pronto, y reaparece el mundo. Por lo que se ve se trataba de una niebla provincial. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Volvió a presentarse, no sé si la misma niebla u otra distinta, en Villarrobledo. Y al llegar a Albacete, nos encontramos la ciudad a punto de disolverse. Todo se deshacía - calles, edificios, transeúntes- como azucarillo en vaso de agua. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al día siguiente, salimos para Úbeda.<br />
<br />
Al contrario que el anterior, un día luminoso, limpio, recién hecho. Un día, el último del año, como nuevo, a estrenar.<br />
<br />
Comenzamos el año escuchando cómo entrevistan a Javier de Torres, a Roger Sincero y a Isabel Urzaiz, a propósito de su último disco, el precioso <i>Was your tie black?</i>. Cantan una par de canciones en directo. Las grabo con el móvil. La segunda la cortan, de un modo grosero, con las señales horarias de las once de la mañana... De todas formas, nos pareció una hermosa manera de comenzar el año.<br />
<br />
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<br />
<br />
<br />
Pasamos luego el día de Año Nuevo en el sofá, leyendo una novela de Carlos Pujol -como todas las suyas, deliciosa-, y durmiendo pequeñas siestas -la del canónigo, a media mañana; la del borrico, justo antes de comer; etc...-. Así fue como lo recibimos. Sin pompa, sin solemnidad, en zapatillas. Como a uno más de la familia. Para que nos trate bien.<br />
<br />
<br /></div>
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<br />
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-68127775463733363122017-01-29T12:22:00.000-08:002017-01-29T12:22:39.692-08:00Invierno en Asturias hacia 2016 (Los días felices)<b> 27 de diciembre</b><br />
(Desde ahora, primera fecha de mi cumpleaños)<br />
<br />
<i>El 27 de diciembre, martes, habíamos quedado a cenar con C. y H., con A. y N., con los chiquillos.</i><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<i>Habíamos pasado la mañana, que había salido como del taller de un
damasquinador, brillante y dorada por un sol espléndido, en Mieres.
Habíamos tomado un café y comprado un par de libros en el café-librería
que han abierto frente al parque. Después de comer leímos un rato, para
hacer la digestión, a Pla, y, al atardecer, salimos para Oviedo. Un día
perfecto.</i><br />
</div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Habíamos quedado en recoger a N. y a M., porque sus padres estaban
haciendo unos recados y nos encontraríamos en el bar. Bajamos con el
coche hasta El Campillín, donde aparcamos, y, como aún era un poco
pronto, dimos una vuelta. M. tenía interés en mostrarme un pub que
acababan de clausurar por no sé qué turbios asuntos, y también la pista
de hielo de la plaza de la catedral, tampoco entendí muy bien por qué.
Dimos esa vuelta, un poco más lentamente de lo que me parecía
razonable. </i><br />
</div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Finalmente, tomamos la calle Postigo Alto y nos acercamos al Boca a Boca,
porque ya era la hora de la cita y a uno le gusta ser puntual. Cuando
nos acercamos, vi por los ventanales que el bar estaba lleno, repleto.
Me pareció raro porque teníamos reservada la mesa y allí no se adivinaba
un rincón libre. Entramos. Yo el último... </i><br />
<br />
Lo demás, tan feliz, igual que esto anterior, ya quedó contado... Todo excepto que, además de haber estado allí, acompañándonos, abrigándonos, me tenían preparados los amigos y la familia varios regalos: un sombrero elegantísimo, y una bufanda del mismo estilo; un colaje de C., hermoso, emocionante; unos libros maravillosos en ediciones exquisitas; una camiseta del Sporting y un par de entradas para visitar el Molinón; un plano de la Vetusta de Clarín; una bufanda del equipo que entrena M.; una navaja de Taramundi... Y por esa Vetusta nos fuimos, la navaja en el bolsillo, las bufandas al cuello -las dos-, el colaje y los libros bajo el brazo -dentro de ellos las entradas-, y el sombrero elegantísimo en la cabeza de A., que a mí me vino pequeño y tendríamos que cambiarlo... Tan felices que, más que andar, levitábamos. </div>
<br />
<br />
<b>28 de diciembre</b><br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Salió el día blanco, helado. Camino de Santianes, los campos parecían sembrados de ceniza. Donde ya había comenzado a posarse el sol, se levantaba un vaho lento, como humo dormido... </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Recogimos a C., que me iba a acompañar a la vista al Molinón. Al llegar a Gijón, P. y A. se fueron a dar una vuelta y C. y yo nos metimos en el campo. Nos guio una muchacha muy profesional. Nos enseñó, a las veinte personas que nos habíamos presentado allí, la sala de prensa, los vestuarios, el túnel de salida al campo (cuando lo cruzamos, nos pusieron una grabación de ambiente, para que nos hiciésemos una composición de lugar), los banquillos -nos rogaron no pisar el césped-, la tribuna, un pequeño museo con los trofeos (modestos) del equipo... En el vestuario nos sentó la guía en las banquetas donde lo hacen los jugadores y nos puso un vídeo. Cuando terminó, la guía nos preguntó si sabíamos qué era lo primero que hacían los jugadores al entrar allí un día de partido. Le contestó un hombre hosco, silencioso, que estaba sentado a mi lado, el único que hacía la visita sin chiquillos, solo:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Cagar</i>- contestó con voz cavernosa y enfadada, me imagino que por los resultados de esta temporada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La guía se turbó un poco</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Bueno, eso tal vez también, porque se ponen muy nerviosos, pero no... Lo primero que hacen es poner música, para ir relajándose.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego explicó que todos llevan unas espinilleras carísimas y personalizadas. Unos llevan retratadas en ellas a sus madres, otros a sus hijos, y uno de ellos, la bandera de Asturias, una imagen de la Santina, el escudo del Sporting y no sé cuántas cosas más... Entonces, el hombre hosco, con la misma voz quemada, enojada, comentó:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Eso explica que no corra un pimientu... Si tien que cargar con todo eso...</i><br />
<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxlUKo3qfQyzPJCVTRy_HlwRjXKcJy_eKAq8tPX23eWddnTqx_NR2CG8n0sl5sfCtUFmB-PgBkp4_VvxZqwzGxwj9ihG74dnDbxMF1E8VlfCGi08HUVy6vjORfSDEkyEPk00UlAkGpoP0/s1600/thumbnail_IMG_20161229_125210.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxlUKo3qfQyzPJCVTRy_HlwRjXKcJy_eKAq8tPX23eWddnTqx_NR2CG8n0sl5sfCtUFmB-PgBkp4_VvxZqwzGxwj9ihG74dnDbxMF1E8VlfCGi08HUVy6vjORfSDEkyEPk00UlAkGpoP0/s400/thumbnail_IMG_20161229_125210.jpg" width="400" /></a></i></div>
<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i> </i></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando acabamos, nos reunimos con P. y A., para ir a cambiar el sombrero. Un sombrero elegante, de señor respetable, pero que no me cabía en la cabeza. La tienda donde me lo compraron es un negocio finísimo, con un escaparate admirable, compuesto por un escenógrafo. Los encargados, seguramente los dueños, un hombre y una mujer de modales palaciegos. Le contamos lo que nos ocurría al varón y, sin decir ni una palabra, nos recogió con delicadeza de chambelán el sombrero que le llevábamos y nos alargó, con las mismas maneras sofisticadas, un ejemplar que, al cubrirnos, resultó la talla exacta que necesitábamos. La mujer, mientras tanto, observaba un punto indeterminado del espacio, fría, lejana, soñadora... Por romper un poco el hielo de esa atmósfera encantada, le pregunté al hombre:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Una talla más, ¿verdad?</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Dos</i>- me contestó, parco.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego ya nos fuimos por ahí, yo elegantísimo con mi sombrero nuevo -aunque un poco pensativo con lo de las dos tallas-, a comer con A. y N. Y ya después, de camino a Mieres, de vuelta a casa, paramos en Oviedo. Un vino en el <i>Boca a Boca</i>, una cerveza en casa de C. y H. Disimulando que nos estábamos despidiendo, y esa pena grande que nos asalta cuando eso sucede...<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div style="text-align: center;">
<i>Con C., P. y A., en el Muro, con el sombrero dos tallas más grande...</i></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
</div>
<br />
<br />E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-25862188209212369682017-01-24T11:16:00.003-08:002017-01-24T11:16:21.884-08:00Invierno en Asturias hacia 2016 (Rioturbio)<div style="text-align: justify;">
<b>26 de diciembre</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se levantó P. con algo de fiebre. Con mocos y tos. Así que nos fuimos al ambulatorio. Mientras esperábamos, rodeados de gente con los mismos síntomas que los de P., le comenté a A.:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Si P. sigue así, tendremos que posponer la cena.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>No creo que sea necesario</i>-me contestó A. -<i>Seguro que mejora.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nos recetó el médico unos sobres para evitarle el malestar y reducir la mucosidad que, según nos explicó, tenía por todas partes: en las fosas nasales, en los oídos... Nos indicó que cabía la posibilidad de que se le infectase toda esa masa mucosa y que le subiese la fiebre desmesuradamente. Si eso ocurría, nos dijo, entonces deberíamos volver a la consulta, para que le recetase un antibiótico.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Le preguntó A. si, en caso de mejorar, podría salir por ahí. Contestó el doctor que sí.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De todos modos, al salir, insistí:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Incluso si mejora, lo de la cena va a ser mejor dejarlo para otro día...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>¡Qué va!</i>-me replicó A. -<i>Ya verás cómo se pone bien. Con esto que le ha dado, se recupera enseguida...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Le agradecí esa actitud, tan optimista, que me tranquilizó.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pasó el día P. en el sofá, tendido, al cuidado de su abuela. Yo me fui a tomar una cerveza con mi padre y por la tarde llevé a A. a Oviedo, que tenía que hacer unos recados, y me traje de vuelta a Mt. y a N., hasta Rioturbio, donde Mt. es segundo entrenador del equipo de baloncesto femenino de mi pueblo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ya era de noche cuando llegamos. Parecía todo la escenografía para una película expresionista, para una película de Fritz Lang. Rioturbio es una colonia de casas sociales, levantadas para los trabajadores de las minas de alrededor. Se encuentra empozado en un valle estrechísmo, y todo es allí, como esas minas, oscuro, sombrío, negro. Ni una sola nota de color. La película de Rioturbio no solo es expresionista, sino también en blanco y negro. Cuando dejas la carretera y bajas hacia el pueblo, no solo es como si estuvieses cayendo en un pozo, es también como si de repente te hubieses vuelto daltónico. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me guió Mt. hacia la cancha donde entrenan, una antigua nave industrial que les han cedido para que puedan jugar y entrenar allí y que ellos han acondicionado. Pasamos por detrás de las fachadas de los pisos, todos iguales, iluminados por unas farolas que exhalaban un luz raquítica, desmayada. Había ropa tendida, sábanas blancas sobre las paredes negras de hollín... Como todavía era un poco pronto, y el pabellón estaba cerrado, nos acercamos al Hogar del Jubilado. Allí dentro sí encontramos algo de color, y unas luces más cálidas y vivas. Tomamos unos refrescos. Nos pareció un lugar donde deben de darse grandes conversaciones, sostenerse sólidos sistemas filosóficos. A esa hora de la media tarde apenas había tres o cuatro parroquianos, pero en otros momentos seguro que pueden escucharse allí grandes frases.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Estuve un hora allí, viendo cómo Mt. preparaba todo, metódico, profesional, y cómo iban llegando las jugadoras, el calentamiento, las últimas indicaciones del entrenador... Solo vi cinco minutos del partido. Y ya me volví a Oviedo, a recoger a A. Mientras bajaba hacia Mieres, iba contemplando, a la luz de los faros del coche, a los lados de la carretera, el paisaje de un valle que se va vaciando poco a poco, inexorablemente: las casas abandonadas y en ruinas al lado de otras, menos numerosas, arregladas, recién pintadas (en una de estas viven mi tía F. y mi prima M.); el viejo hospital donde nacimos, cerrado a cal y canto; algunas luces de navidad en los bloques de viviendas de Murias. Y al entrar en Mieres, frente a la gasolinera cerrada y comida por las hierbas, las tapias deslucidas del cementerio... Hice el breve viaje sumido en fúnebres pensamientos.<br />
<br />
Se me quitaron todas las murrias cuando, al llegar a casa, encontramos a P. bastante mejor. </div>
E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-72862411593183096712017-01-22T04:14:00.004-08:002017-01-22T04:14:55.631-08:00Invierno en Asturias hacia 2016 (Nochebuena y Navidad)<div style="text-align: justify;">
<b>24 de diciembre</b><br />
<br />
En el supermercado, frente al mostrador de la pescadería, donde me ha mandado mi madre a por unas gambas para la cena de esta noche, un señor polemiza con la pescadera, que se muestra muy escéptica ante estas fiestas navideñas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Si por mí fuera, esta noche me hacía una tortilla francesa y me acostaba inmediatamente...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>¡No, mujer! Si no conservamos algunas ilusiones, ¿qué va a ser de nosotros?</i>-le replica el cliente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Psssss...</i>-persevera en su indiferencia la pescadera, mientras destripa una merluza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Mírame a mí, si no tuviese aún al</i>g<i>unas ilu</i>s<i>iones, ¿cómo podría haber llegado a mi edad...?</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Pero si usted todavía es joven...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>¿Cuántos años crees que tengo? ¿Cuántos me echas?</i>- y sin dar tiempo a que lo haga, los confiesa- <i>Setenta cumplo ya dentro de dos meses... Y, como te venía diciendo, sin ilusiones no se puede vivir... </i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Luego nos fuimos a Oviedo, a hacer las últimas compras y a tomar un café con C. y H. Al salir de <i>Paraíso</i>, encuentro feliz con N. y los chiquillos. Venían de cortarse el pelo y N. olía maravillosamente, a loción antigua. Iban también a hacer unos recados. Decidimos que teníamos que organizar una comida todos juntos. Quedamos en hacer una cena, por concretar y por poner ya un día, decidimos que el martes, en el <i>Boca a Boca</i> (¡qué actores todos ellos!,¡qué bien mintieron!, ¡qué arte en el disimulo!).</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Comimos en <i>Casa Chus</i>. Hace ya años que Mt. quería que lo hiciésemos en ese bar de barrio. No creo que aparezca en ninguna guía. Es lástima, porque se come maravillosamente. Es un bar de parroquianos antiguos, que se acomodan en la barra y hablan de las cosas de este mundo con el mismo escepticismo e incredulidad que la pescadera del supermercado de mi pueblo. Para comer tienen solamente los cuatro platos del menú del día. Si te gusta, bien; si no, te aguantas o te buscas otros sitio. No recordamos haber comido unas patatas rellenas como las que probamos allí. </div>
<br />
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La sobremesa la hicimos en Gijón, en casa de R. y M., para que nos enseñasen el documental que ha hecho M., sobre los pioneros del surf en Asturias. Llegamos a su casa en diez minutos, gracias a Mónica, la chica el GPS, que, aunque antipática, parece muy eficaz.</div>
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El documental es precioso. Aunque no te guste el surf, es bien hermoso escuchar a tanta gente hablar de su pasión, de los años en los que nadie sabía muy bien qué era eso, cuando apenas tenían tablas ni ninguna clase de material... Cuando la gente cuenta su vida, o parte de esta, con naturalidad, sin impostar la voz ni componer el gesto, cómo no escucharla. El gran mérito de esta película de M., aparte de otras muchas virtudes, nos pareció esa: el haber conseguido que toda esa gente hablase delante de una cámara como si lo estuviese haciendo ante un amigo, en la barra de un bar. Nos pusieron, para acompañar la proyección, unas casadiellas riquísimas que hacen en el instituto donde trabaja R. Cada poco, nos daban conversación, yo pienso que porque temían que nos aburriese un poco la película. Pero nada de eso. Nos gustó muchísimo.</div>
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Y ya nos despedimos, temprano, que nos esperaban mis padres para preparar la mesa de nochebuena y R. y M. debían hacer lo mismo con sus maletas, que se iban de viaje a Málaga.</div>
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<b>25 de diciembre</b><br />
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Comida en casa con los sobrinos. G. aparece con traje y corbata. Elegantísimo. Él mismo se hace el nudo, con soltura y rapidez. Nos hace una demostración. Con diez años sabe hacer algo que uno, con cincuenta, es incapaz. En el bar de debajo de casa, antes de comer, nos encontramos con el hermano de J. En un par de minutos nos cuenta sus avatares comerciales. Muy joven abrió un quiosco donde vendía periódicos, revistas y chucherías. Le fue bien. Muy bien, incluso. Pero la socia que tenían les engañó y se vieron con el agua al cuello. Montaron entonces una tienda de galletas. A todo el mundo le pareció una locura. Hoy es un engocio próspero. Nos cuenta que han sido nombrados como una de las cinco tiendas más bonitas del país. Se iba con unos amigos, moteros como él, a comer por ahí. Tenía la Harley-Davidson aparcada en la puerta. Como a G., además de las corbatas, le gustan también las motos, le invita a subirse en ella. Tan elegante y encima de una máquina tan aparente, era como si estuviesen haciendo una sesión de fotos de moda, mi hermano el fotógrafo, con el móvil...</div>
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Después de comer, R. nos enseña sus dibujos. Va a todas partes con un enorme cuaderno, donde compone su obra. Inspirada en la de Francisco Ibáñez, al que adora. Una vez le contamos que lo habíamos visto, a Ibáñez, en Madrid, en una Feria del Libro. No sé cómo se lo contaríamos nosotros o cómo lo entendió él, pero según nos explicó después mi hermano, en el colegio, a sus compañeros, les contó R. que sus tíos eran muy amigos del autor de Mortadelo y Filemón. Amigos íntimos.</div>
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Acabamos el día en un café-librería que han abierto en mi pueblo. En las paredes, fotos de los autores locales. Más de la mitad no sabemos quiénes son. Tampoco sabíamos que, en nuestro pueblo, escribiese tanta gente. Nos alegramos de ello, y también de que se abran, cuando la mitad de los locales muestran el cartel de <i>Se alquila </i>en los escaparates, negocios como este. Ojalá les vaya estupendamente. A todos.</div>
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Aunque nos sabemos el trayecto de memoria, antes de salir instalamos en el coche el GPS que nos acabamos de comprar. Por probar cómo funciona. La voz que te habla, cuando vienen un cambio de carretera, una glorieta o un cruce, está bautizada. Se llama Mónica. Pero no te contesta nada cuando le das las gracias por una de esas indicaciones. Sin embargo, persevero. Cada vez que nos avisa de algo, yo se lo agradezco. A. me comenta que le recuerdo a su abuela, que también hacía lo mismo, aunque tampoco le contestasen, con los locutores de la televisión.</div>
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Al pasar Villarrobledo, nos paramos a echar gasolina. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que habíamos atropellado a un pájaro. Había quedado enganchado entre unas láminas que tenemos en el frontal. Lo retiramos con cuidado. Era un pájaro pequeño, con el pecho dorado. Nos habría gustado poder decir su nombre (¿reyezuelo?, ¿pinzón?, ¿colorín?) para pedirle perdón. Desmadejado y roto, lo envolvimos en un papel y lo dejamos al lado de una papelera. Nos habría gustado también cantarle un responso, leer algo, no sé, alguno de los capítulos de <i>Los pájaros amigos </i>de Sagarra, donde se hace el más hermoso elogio de estos seres aéreos y felices. Pero soplaba un viento feroz y otro coche estaba ya esperando a que nos moviésemos para repostar. No es la primera vez que nos sucede. No llevamos la cuenta exacta, pero ya son varios los pajarillos que nos hemos llevado por delante. Una vez, incluso con el famoso ornitólogo y naturalista Joaquín Araújo sentado en el asiento del copiloto. Algunos casos fueron, no nos cabe la menor duda, suicidios. Otros no, otros fueron, como este, lamentables accidentes.</div>
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Tras cruzar el paisaje sobrecogedor, con aires de apocalipsis, de la urbanización de El Pocero, en Seseña, cogimos una de esas radiales por las que vamos a pagar todos, poniendo un pozo, unas bonitas cantidades. Al poco, el atasco. Viajeros y estables, gentes del sur y madrileños, que buscamos los caminos del norte. Cuando al fin se despejó la ruta, se presentó una niebla densa, incómoda y misteriosa. Podríamos haber estado viajando por cualquier otra parte, no sé, por la estepa rusa, por ejemplo. </div>
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Cuando se levantó la niebla, casi inmediatamente cayó la noche. Ya estábamos, para entonces, muy cerca de casa.<br />
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-13789117229022854682017-01-19T11:07:00.001-08:002017-01-19T11:07:12.493-08:00Medio siglo<div style="text-align: justify;">
He cumplido cincuenta años. Dos veces. La primera, prematuramente, el 27 de diciembre; la segunda, como tengo por costumbre, el 12 de enero. </div>
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Me explico. El 27 de diciembre, martes, habíamos quedado a cenar con C. y H., con A. y N., con los chiquillos.</div>
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Habíamos pasado la mañana, que había salido como del taller de un damasquinador, brillante y dorada por un sol espléndido, en Mieres. Habíamos tomado un café y comprado un par de libros en el café-librería que han abierto frente al parque. Después de comer leímos un rato, para hacer la digestión, a Pla, y, al atardecer, salimos para Oviedo. Un día perfecto.</div>
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Habíamos quedado en recoger a N. y a M., porque sus padres estaban haciendo unos recados y nos encontraríamos en el bar. Bajamos con el coche hasta El Campillín, donde aparcamos, y, como aún era un poco pronto, dimos una vuelta. M. tenía interés en mostrarme un pub que acababan de clausurar por no sé qué turbios asuntos, y también la pista de hielo de la plaza de la catedral, tampoco entendí muy bien por qué. Dimos esa vuelta, un poco más lentamente de lo que me parecía razonable. </div>
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Finalmente, tomamos la calle Postigo Alto y nos acercamos al <i>Boca a Boca</i>, porque ya era la hora de la cita y a uno le gusta ser puntual. Cuando nos acercamos, vi por los ventanales que el bar estaba lleno, repleto. Me pareció raro porque teníamos reservada la mesa y allí no se adivinaba un rincón libre. Entramos. Yo el último. Y ahí fue cuando empecé a cumplir, quince días antes de la fecha oficial, mis cincuenta años...<br />
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Allí vi, uno a uno pero como si se me apareciesen de un solo golpe de vista, a la gente que más quiero, familiares y amigos, que rompieron a cantarme el cumpleaños feliz...<br />
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Si alguien me hubiese avisado, yo creo que no habría aparecido, hubiese dado esquinazo y huido a otra parte. Por la vergüenza, por el pudor... Si alguien me hubiese advertido de la que se me estaba tramando, me habría imaginado que no sería capaz de mostrame con normalidad... Menos mal que no fue así. Menos mal que consiguieron engañarme por completo. Tras un primer momento de pasmo e incredulidad - y un poco de miedo-, sentí una felicidad enorme, una alegría tan pura y natural que comencé a disfrutarla como si uno realmente la mereciese.<br />
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Poco a poco fui enterándome de los detalles. De cómo A. llevaba urdiendo el asunto desde hacía meses, del grupo de <i>whatsap</i> que había creado, de la colaboración de los amigos, del talento para la trola y el disimulo de casi todos (esa misma mañana nos habíamos encontrado a J., que se iba para Úbeda; mi hermano se suponía que trabajaba esa noche; M. estaba en Galicia, y también era el trabajo la que la retenía allí; con mis primas íbamos a merendar al día siguiente; N. tenía que ir a Santander, a recoger a su cuñada...).<br />
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No sé cómo seguir contando esa noche que cumplí, un poco antes de la cuenta, cincuenta años. Solo que esa fecha y ese lugar -El <i>Boca a Boca</i> es un lugar recomendabilísimo-) no creo yo que los olvide nunca. No, al menos, hasta que llegue el alzhéimer. Si me dejase el ayuntamiento, pondría una placa en la fachada, para agredecerle a A. esa conspiración maravillosa, y a los amigos y familia -tanto monta, monta tanto- el que estuviesen allí. Creo que la palabra es esa: agradecimiento, aderezado con esa felicidad tan grande que sentí toda la noche, mientras cantábamos, comíamos y bebíamos un poco y nos dábamos abrazos y noticias unos de otros, sobre todo los que llevábamos más tiempo sin vernos...<br />
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Acabamos en un pub detrás de la catedral, que conocía N., vacío, con una camarera de Pola de Lena, al que le explicaron el caso y que nos recibió con los abrazos abiertos y nos puso la música de nuestra juventud (<i>Los Secretos</i>, <i>Radio Futura</i>, <i>Nacha Pop</i>...). Acabamos bailando todos en una esquina y cuando llegaron los clientes habituales, nos despedimos bajo un cielo cuajado de estrellas. O eso me pareció a mí.<br />
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Fue un día glorioso e inolvidable.<br />
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Te quiero, Anita. Os quiero.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6qu16-AzD9bpa4R6CittJNKxJNRg8ERuVMVn6HsZCvUwRjAwUm5WD3XFqtwwoauCzQPIpZs_ng8IoiHuZKkBFLXgsGzXnq4W1NDwnLpgvTv2d9qtPbBsK70xiZvBMeXvk2FhPZvBfS_E/s1600/thumbnail_IMG-20161228-WA0000.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6qu16-AzD9bpa4R6CittJNKxJNRg8ERuVMVn6HsZCvUwRjAwUm5WD3XFqtwwoauCzQPIpZs_ng8IoiHuZKkBFLXgsGzXnq4W1NDwnLpgvTv2d9qtPbBsK70xiZvBMeXvk2FhPZvBfS_E/s400/thumbnail_IMG-20161228-WA0000.jpg" width="400" /></a></div>
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<i> ( El cero explotó)</i></div>
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-62995033274495253582016-12-21T11:57:00.003-08:002016-12-21T11:57:54.392-08:00En la Feria de Navidad<div style="text-align: justify;">
Desde hace ya unos cuantos años, nos ponen al lado de casa una pequeña feria de libros durante las fiestas de Navidad. Son seis o siete casetas llenas de libros, más que viejos, envejecidos. Algunos publicados hace dos o tres años pero ya comidos por la mugre, en el arroyo, lanzados tempranamente a la vida errante de esta clase de ferias.</div>
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Este año han montado un puesto nuevo, con ediciones facsímiles de libros de horas del duque de Berry o del Quijote, volúmenes enormes para poner en un atril a la entrada del salón, abiertos por la mitad, para recibir a las visitas... El librero es un hombre de aspecto próspero, que se abriga con una de esas chaquetillas acolchadas que llevan los cazadores y los banqueros cuando van de caza, con un pañuelo color burdeos protegiéndole el cuello, el pelo engominado y ralo, que se le acaba en la nuca en unos rizos acaracolados y flamencos. Es una caseta esta en la que apenas nos detuvimos.</div>
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El resto, los de siempre, gentes con aspecto de vagabundos, con el mismo color ceniciento de los libros que venden, hombres y mujeres de aspecto aburrido que dejan pasar el tiempo sin hacer nada, la mirada perdida vete a saber dónde. Yo nunca los he visto leer ninguno de los libros que pretenden vender y de los que se supone que viven.</div>
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Llevaba toda la mañana corrigiendo y con el ánimo fúnebre (<i>La desnutrición del amor</i>, acababa de leer que había escrito un tal Vicente Alejandro, probablenente un cantante de rancheras), así que decidí tomarme un descanso y bajar a la calle a echar un vistazo, si no a comprar algo, al menos para darles la bienvenida a esos libros y a sus tutores legales. </div>
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Últimamente no encontramos nada en estas ferias, señal segura de que ya tenemos demasiados libros y hemos esquilmado, como dicen que han hecho con los atunes, la mayoría de los caladeros. En lugar de andar mirando desde fuera, tendríamos que poner nosotros una caseta como esas, meternos dentro con la mayoría de los nuestros y tratar de desprendernos de ellos. Pero no fue así. Aunque estaríamos allí poco más de un cuarto de hora, volvimos a casa con un ejemplar que nos puso bien contentos: <i>Antes de ayer y pasado mañana</i>, una colección de ensayos de Bergamín, que publicó Seix Barral en el 74, en su Biblioteca Breve de Bolsillo. Bien conservado, con tapas de cartón, de aspecto un tanto pobretón, pero limpio y tan jugoso como casi todo lo que escribió ese hombre peculiar. Lo saqué de entre el montón que tenía alineados de perfil el librero y se lo alargué.</div>
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-<i>¿Vas a querer una bolsa?</i>-me preguntó. La verdad es que ese gesto de entregárselo, más que la solicitud de un recipiente donde llevarnos el libro, significa para nosotros la señal de que vamos a rescatarlo de su inclusa, y también para que lo mire y nos lo tase.</div>
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-<i>Pues no, la verdad es que me lo puedo llevar de la mano</i>-le contesté.</div>
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-<i>Entonces, ¿para qué me lo das? Si yo no sé leer...</i>- bromeó el librero, un hombre ya viejo, un poco polvoriento, de bigote gris, un habitual al que nos encontramos hace unas semanas, dentro de otra caseta, en Córdoba. -<i>Son tres euros</i>- me dijo sin llegar a tocar el libro. Lo cierto es que yo no sé si bromeaba o hablaba en serio, porque fue en una de estas casetas donde escuché aquella conversación memorable:</div>
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-<i>Por favor, </i>¿<i>"El coloquio de los perros"</i>?- le preguntaron a uno de este gremio de los libreros vagamundos dos muchachas bachilleres.</div>
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-<i>Aquí de animales no tengo nada. Preguntar más allá</i>- les contestó aquel hombre, tan semejante a este con el que estábamos cerrando el trato.</div>
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Lo acompañaba en ese momento un cliente de esos que se les meten dentro de las casetas a rebuscar debajo del mostrador, por si encuentran allí el tesoro bibliográfico. Al contrario que el librero, era este un hombre atildado, de barba cuidada y alba, con una cazadora de ante un tanto anticuada. Miró el libro de Bergamín con ojos de halcón y me alabó la compra.</div>
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-<i>Buen libro, pardiez</i>- exclamó, como si acabase de salir de una comedia barroca.-<i>Si yo lo hubiese visto antes que usted, sin dudarlo un instante me lo habría llevado...</i></div>
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Yo me hice un poco el idiota, y compuse una sonrisa bobalicona, para que pensara que el libro se lo estaba llevando un perfecto imbécil que no sabía lo que estaba comprando, en lugar de un entendido como él, capaz de hablar como en el siglo XVII. </div>
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Me hizo otra broma el librero con las vueltas, que si no había querido la bolsa a lo mejor tampoco quería estas. Alargué la mano para recibirlas pero seguí sin decir ni mu, con la misma risa estulta en los labios, para que siguiesen ellos imaginando que tal vez uno tampoco supiese leer, y fuese un pobre inocente, y hubiese sacado ese tomo, del montón en el que estaba perdido, al albur...<br />
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Me lo llevé a casa como un regalo prematuro de Reyes, queriendo pensar que tal vez hayan sido ellos los que colocaron ese libro entre aquel montón desordenado, para que lo encontrásemos precisamente nosotros, y no aquel señor hidalgo. Porque uno, de algún modo, aún quiere creer en esos tres Reyes mágicos.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9i-vsyHegO-KmTaHRERl50vux6fgOvgvzYp0cK5yUvA3-h2t_MSwuBgcFWAs0r0regYGxUnegI2mcedF5DEUS-wtf6O64ixYsLRqNbANwAb-UwLW8FVkzMW6nnnJD8CDKw4bFL6FpELc/s1600/protagonismo-reyes-magos-el-arte-pintura-L-nQDSse.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="244" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9i-vsyHegO-KmTaHRERl50vux6fgOvgvzYp0cK5yUvA3-h2t_MSwuBgcFWAs0r0regYGxUnegI2mcedF5DEUS-wtf6O64ixYsLRqNbANwAb-UwLW8FVkzMW6nnnJD8CDKw4bFL6FpELc/s320/protagonismo-reyes-magos-el-arte-pintura-L-nQDSse.jpeg" width="320" /></a></div>
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-49880061739500737102016-12-20T11:48:00.000-08:002016-12-20T11:48:40.702-08:00La piscina<div style="text-align: justify;">
Ahora vamos a la piscina por las tardes. Dos o tres a la semana. Antes no, antes íbamos por las mañanas, un poco aprisa, los días que teníamos algún hueco en el trabajo. Como la piscina está cerca del instituto, aprovechábamos cuando no teníamos la clase de después del recreo, por ejemplo, y nos acercábamos a hacer unos largos. </div>
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Andábamos siempre muy pendientes del reloj esos días que digo, y además con dos mochilas encima, la de los libros y el ordenador y la de la impedimenta del nadador, incluidas unas aletas. </div>
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Así que este curso hemos decidido tomárnoslo con más calma, y acudimos a media tarde, después de haber dejado enjaretadas las clases del día siguiente, o de leer un rato, de dar la clase de pendientes vespertina los martes, o de hacer la compra los lunes. Depende de la tarde. Lo invariable es que vamos mucho más tranquilos, y nadamos mejor.</div>
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El ambiente también es diferente. Por las mañanas concidía con abuelos que iban por prescripción médica, por culpa de una hernia o de otro dolor parecido, y de jóvenes hipermusculados que preparaban unas oposiciones, para policías municipales o bomberos. Las conversaciones eran monótonas. Los abuelos apenas decían nada, si acaso se encontraban con algún conocido, se contaban, adustos y con pocas palabras, sus achaques. Y los jóvenes de los slips y los abdominales esculpidos, solo hablaban de sus marcas, de las carreras populares a las que iban, de las horas que echaban en el gimnasio, o de lo difícil que se les hacía la parte teórica, que al parecer llevaban casi todos mucho peor que las pruebas físicas...</div>
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Ahora no, ahora comparto el vestuario con hombres de mediana edad -<i>mes semblables, mes frères</i>-, que como aquellos abuelos tampoco dicen esta boca es mía, y con un montón de niños, acompañados por sus padres, que acaban de salir del cursillo. Y es mucho más agradecido, porque los críos, casi todos muy pequeños, no paran de hablar, de hacerles preguntas a sus progenitores, y sobre todo de cantar con sus lenguas de trapo. En la piscina de nuestro barrio los niños sobre todo cantan, cantan una y otra vez la misma canción. Lo hacen mientras los padres los persiguen por todo el vestuario, tratando de secarles el pelo. No entiendo lo que cantan, pero suenan todas las melodías muy alegres, pues se les ve bien felices a los chiquillos, como es natural a su edad, y a sus padre sudando la gota gorda... Ahora ya están con los villancicos, esos sí los reconozco. De manera que me meto en la piscina muy feliz también, porque me contagian ellos esa alegría pura, y también, lo confieso, porque me acuerdo, con cierta nostalgia, de cuando P. tenía esos años, y era yo uno de esos padres sofocados. </div>
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<br />E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-36803674397669093022016-12-19T11:34:00.005-08:002016-12-19T11:34:52.743-08:00Zarracina<div style="text-align: justify;">
<i>Las opiniones no sirven para nada. Apenas para subirse en ellas y parecer más alto</i>.</div>
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Es esta una de las muchas opiniones que se pueden encontrar en este libro alegre, lúcido y festivo, <i>Es muy raro todo esto</i>. El autor, Pablo Martínez Zarracina, es un señor de Bilbao. Pero se lo toma casi todo a broma, que es la mejor forma, sin duda, de tomarse casi todo. De manera que él, contradiciéndose, las opiniones no las usa, como efectivamente sucede tantas veces, para encumbrarse y presumir, sino para mostrar la preplejidad que le provocan las cosas de este mundo. Y quien dice el mundo dice Bilbao, que ya Unamuno dejó dicho que venían a ser lo mismo ("<span class="st"><em>el mundo</em> <em>entero es un Bilbao más grande", </em>escribió una vez)</span>. Yo creo que Zarracina opina lo contrario, esto es, que Bilbao no es otra cosa que el mundo pero en una escala más reducida y humana, y que ese aforismo del poeta se puede leer del derecho y del revés y que todo es relativo y, sobre todo, muy raro. <i>Vista de cerca, la realidad no tiene mucho fundamento</i>, nos explica Zarracina en el prólogo.</div>
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En fin, que a nosotros los artículos de Zarracina nos gustan mucho, y que si tuviésemos que recomendarlos, lo haríamos muy vivamente, este libro que hemos dicho antes, y su <i>Borrachera crónica</i>, un relato impagable de cinco años de la Semana Grande de su pueblo. </div>
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Zarracina, que nosotros sepamos, no se ha ido a Madrid. Pero no son sus artículos menos que los de aquellos que sí se han marchado a la capital y se han convertido, muy justamente, en articulistas de prestigio en los periódicos de la Primera División Nacional. Tan buenos como los de estos son los de Zarracina. O incluso más. </div>
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<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8VVN33ZchTOnDrDgNZbkxZ6y8O1eWuXotflaxXBnYoju8beua_nNvBGI4lmrQdOjDUFRk1Zzy-RjbJUHMJeP0Vbgg28rwGnCwbdYCl1cdrCpdSCqrwbVR_yCQzlo0QZOYw49t9V4Hv7w/s1600/9788415862451.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8VVN33ZchTOnDrDgNZbkxZ6y8O1eWuXotflaxXBnYoju8beua_nNvBGI4lmrQdOjDUFRk1Zzy-RjbJUHMJeP0Vbgg28rwGnCwbdYCl1cdrCpdSCqrwbVR_yCQzlo0QZOYw49t9V4Hv7w/s400/9788415862451.jpg" width="272" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>www.pepitas.net</i></div>
E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-74301899946495665902016-12-18T08:52:00.001-08:002016-12-18T08:52:19.856-08:00La niebla<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Han sido, estos últimos, días muy hermosos. Amanecía<span style="font-family: inherit;">,</span> y apenas nos dábamos cuenta de ello porque una niebla espesa difuminaba la ciudad. Era una niebla terca, que no se iba hasta bien entrada la tarde, cuando ya estaba a punto de oscurecer. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Con una niebla como esa cualquier ciudad se vuelve preciosa. En realidad, cuando la cubre la niebla, cualquier ciudad puede ser otra, y no es difícil imaginar<span style="font-family: inherit;"> </span>perspectivas diferentes, rincones entrevistos que no existen más que en nuestra imaginación. Tras esa niebla densa que nos espera a dos metros de distancia bien podría estar esperándonos un horizonte de grandes montañas, o un río, o una playa, el mar mismo podría estar tras ella...</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Una tarde de esas, con el paisaje tras la ventana envuelto en un gasa, mientras leíamos las cartas de Ramón Gaya, nos encontramos con este pasaje:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: inherit;">Después aclaró un poco [la niebla en Venecia] y se veían pasar, por el Canal Grande, algunas sombras de gondoleros, y los violines de las góndolas. Todo el día ha estado así, precioso, desde luego, porque la ciudad parecía algo pensado, algo que no es todavía...</span></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Y nos dijimos, mirando de nuevo afuera, hacia la ciudad que no veíamos tras la ventana, que era exactamente eso: con una niebla así la ciudad nos parecía por hacer, y cabían, por tanto, todas la posibilidades<span style="font-family: inherit;">. Efectivamente, c</span>uando la niebla cubr<span style="font-family: inherit;">e</span> la ciudad, la ciudad dej<span style="font-family: inherit;">a</span> de ser y ya <span style="font-family: inherit;">no es más que</span> un pensamiento, o un sueño, y cada cual p<span style="font-family: inherit;">uede</span> pensarla -o soñarla- como mejor le pare<span style="font-family: inherit;">zca</span>...</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Por ejemplo nosotros, tal vez sugestionados por esa lectura, al acercarnos al trabajo al día siguiente, <span style="font-family: inherit;">dimos en pensar</span> que al final del carril bici íbamos a llegar, no al instituto, sino a Piazzale Roma, y que allí podríamos cambiar nuestra bicicleta por el <i>violín</i> de una góndola, y cruzar el Gran Canal, hasta la Dogana, y bajarnos <span style="font-family: inherit;">en esa esquina prodigiosa</span>, para pasear por el barrio de Dorsoduro, callejeando entre entre los canales...</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFG9nbpTIt9qD0ipRT00bxnWCBDiYIthG97FNNTUhBdkmGa-jeiKFS48GDRgq9nwUrHXI_C0OdSq-3hWVOg9KkDO4vsbspxU0En4hBgl7TgZplwWIZJTnQF3bLdFLKEqUI8Fm88gBtq_Q/s1600/IMG_0198.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFG9nbpTIt9qD0ipRT00bxnWCBDiYIthG97FNNTUhBdkmGa-jeiKFS48GDRgq9nwUrHXI_C0OdSq-3hWVOg9KkDO4vsbspxU0En4hBgl7TgZplwWIZJTnQF3bLdFLKEqUI8Fm88gBtq_Q/s400/IMG_0198.JPG" width="400" /></a></div>
<br />
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</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwoPTTpcl2HqvApO4aHyfiCM7wJxMwYlN1SQ33NLmey-RWx0DOrYmCoRV46mqq19-Xe_gW_-am4JqsshgnEp8rI_RnNmJlCYuu_LjM2B60unlJ1VlpQErGyAbCEFKMhaWbXJVLifvsQFo/s1600/IMG_0290.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwoPTTpcl2HqvApO4aHyfiCM7wJxMwYlN1SQ33NLmey-RWx0DOrYmCoRV46mqq19-Xe_gW_-am4JqsshgnEp8rI_RnNmJlCYuu_LjM2B60unlJ1VlpQErGyAbCEFKMhaWbXJVLifvsQFo/s400/IMG_0290.JPG" width="400" /></a></div>
E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-51476445875724991852016-12-17T08:13:00.000-08:002016-12-17T08:13:16.548-08:00Verano en Asturias 2016 (Los trabajos y los días)<div style="text-align: justify;">
Cuando estamos en Palacio pasamos largas horas leyendo. Este año<i> </i>el <i>Manual para mujeres de la limpieza</i>, de Lucia Berlin, que es un libro que nos acompañará siempre, porque es magnífico, y las novelas de Montalvano, de las que nos hemos hecho adictos, y las tres de Manzzini, que es como un sobrino de Camilleri...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando estamos en Palacio visitamos a los amigos, o vienen estos a vernos a nosotros. Vamos a Oviedo, o a Gijón, y quedamos con H. y C., con R. y M., y me voy a con H, a <i>Paradiso </i>o<i> </i>a<i> Cervantes</i>, y luego ya todos juntos a Cimadevilla o a El Campillín, a tomar unas sidras y ver a la gente desde la terraza de una sidrería, que es un lugar inmejorable para contemplar la comedia humana. O vienen ellos, y E. y J., y pasemos por el monte, entre castaños centenarios, de troncos prodigiosos y retorcidos y huecos, entre avellanos, todos, en medio de un silencio solemne, el silencio de las montañas... Este año faltaron A. y N., que andaban por los altos Alpes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando estamos en Palacio a veces bajamos a la playa, y nos metemos en el mar, donde ya no hay nadie, y hacemos largos horizontales, contemplando las montañas por las que paseamos ayer.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando estamos en Palacio vamos casi todas las tardes hasta el Mesón <i>Las Cuevas</i>, a beber un vino, a tomar un poco de queso, a leer <i>La Nueva</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando estamos en Palacio vemos anochecer en el jardín. Bebemos el silencio sagrado de esa hora. También un poco de sidra, un par de culetes. La luz que se va desmayando lentamente. Un hombre habla dentro de una casa. El ladrido de un perro. El concierto de los grillos, que empiezan a afinar. Una esquila lejana...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando estamos en Palacio estamos muy cerca de eso que dicen felicidad.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQOSgtBJ_Vl9Ne1BuBgH103wxg1t40k5BO1n2f8NYrmvHSmOHqQ8w979iN9x2qyDIomeMx0xUTIDUS7GALdQPeNb9e5LX4fvcMvFBaIBmxXGD5KBtzTxzvFDoVsG0UODgT8tj0s6rcilg/s1600/thumbnail_IMG_20160729_100816.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQOSgtBJ_Vl9Ne1BuBgH103wxg1t40k5BO1n2f8NYrmvHSmOHqQ8w979iN9x2qyDIomeMx0xUTIDUS7GALdQPeNb9e5LX4fvcMvFBaIBmxXGD5KBtzTxzvFDoVsG0UODgT8tj0s6rcilg/s400/thumbnail_IMG_20160729_100816.jpg" width="400" /></a></div>
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-10143750851269251132016-12-12T11:32:00.000-08:002016-12-12T11:32:53.780-08:00Verano en Asturias 2016 (Domingo en la playa)<div style="text-align: justify;">
Llegamos temprano, después de comprar el pan y el periódico en Posada. Nubes y claros. Poca gente aún. Al pasar por Niembro, el mismo caballo viudo del verano pasado, en el mismo lugar, al borde de la carretera, donde solía pasar el día al lado de su compañera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En la playa, a esa hora tan temprana, no había aún demasiada gente. Mientras leíamos el periódico comenzó a llenarse. De repente, nos vimos rodeados por todas partes. Cercados por toallas ajenas, sombrillas, sillas plegables.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Conseguimos romper el asedio y llegar hasta la orilla. Nos dimos un baño. Donde no había nadie. El cielo cada vez se veía más limpio y la playa cada vez más llena. Como en este rincón del mundo el tiempo es muy incierto, la gente no se fía, y se pasa la mañana asomada a la ventana, por ver si al fin sale el sol y pueden irse al arenal, a tostarse. Se ve que ya habían decidido, la mayoría, que sí.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En una esquina de ese cielo cada vez más azul, un trozo de luna muy blanca. Un poco como el sello del otro día, pero menos antiguo, menos apergaminado, algo menos misterioso. Agolpadas en el Cuera, quedaban todavía algunas nubes y jirones también muy blancos. Parecían chiquillos que no se atreviesen a acercarse al agua. Yo contemplaba todo esto desde allí, lejos del gentío, aristocrático y solo, dejándome mecer por las olas, que eran suaves y arrulladoras.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando la playa se llenó hasta límites difíciles de soportar, nos fuimos a casa.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5HEPBVyGRgsDIAGpgimiKorl96utEEmfLVY0Tvjo_AXghPoCerGuxjGLnWiq4Iio6B2hLEfZhpKydn4X60Lf0XtyZG8vYavRQhsDRg2QH9MS34qD4hlCJ6v_BTJOTAmqVxMRBGAQw3LA/s1600/thumb.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="297" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5HEPBVyGRgsDIAGpgimiKorl96utEEmfLVY0Tvjo_AXghPoCerGuxjGLnWiq4Iio6B2hLEfZhpKydn4X60Lf0XtyZG8vYavRQhsDRg2QH9MS34qD4hlCJ6v_BTJOTAmqVxMRBGAQw3LA/s400/thumb.jpg" width="400" /></a></div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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</div>
E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-56371434841246408312016-12-11T09:07:00.000-08:002016-12-11T09:07:09.789-08:00Paseos dominicales<div style="text-align: justify;">
Los domingos hemos adquirido A. y yo la costumbre de salir a dar un paseo nada más levantarnos. Ponemos el despertador a las ocho y media y a las nueve -más o menos- ya estamos en la calle. Con ropa deportiva y la mirada fanática de los deportistas dominicales. La ropa es casi toda del <i>Decathlon </i>y la mirada nos dura solo un par de minutos, porque tampoco tenemos muy claro que caminar algo más deprisa de lo habitual pueda considerarse hacer deporte. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Vamos al Parque Lineal. Dirección norte. Llegamos hasta el final y damos la vuelta, hasta donde estaba El Sembrador. Ahí tomamos por el Paseo de la Libertad, llegamos a El Altozano y nos paramos a desayunar en una cafetería de estilo nórdico que hay en esa plaza. A las diez ya estamos sentados pidiendo los cafés y las tostadas. Y a las once, en casa, con el pan y unos cruasanes para la merienda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No hay, a esas horas en las que salimos, mucha gente por las calles. Tampoco en el parque. Caminando como nosotros, nadie. Suele haber un par que no se sabe muy bien si han salido a pasear al perro o viceversa; y una docena de gentes que corren. Casi todos con un trote cochinero que da una lástima tremenda. Eso, le comento a A. señalándolos con el dedo, no puede ser bueno. No tengo tampoco nada claro que correr sea un deporte bueno para la salud. Ni siquiera que sea un deporte. Me replica A. que a uno, si no hay una pelota por medio, nada le parece un deporte. Y que eso es bastante infantil. Y le tengo que dar la razón.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El paseo, ahora en el otoño, es precioso. Está el parque, con todas esas hojas caídas, fastuoso de tesoros. Parecen monedas antiguas caídas sobre el césped. Y los árboles, todos unos reyes Midas. La perspectiva es ahora fotogénica y bellísima.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A. y yo vamos caminando deprisa, y hablando de esto y de lo de más allá. Al mismo ritmo que movemos nuestras piernas. Nos lo pasamos bien. Y a medida que nos acercamos al final de nuestro viaje, cada vez nos vamos poniendo de mejor humor. Por la proximidad del desayuno. Y porque pensamos, desde hace mucho tiempo, que lo mejor de salir es volver, y por extensión, -pues es este un aforismo que permite múltiples combinaciones-, que lo mejor de salir bien de mañana a caminar, es detenerse, y sentarse a desayunar, en ese local nórdico de maderas claras y café delicioso, o en otro, que hemos descubierto hace unos pocos domingos, con un jardín manchego-japonés tras los cristales, que no parece que estés en Albacete, sino en otro lugar, el que uno prefiera soñar cada domingo...<br />
<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWx2vdKnlV6VgUadSiauW17rqmtrh3QIVg_EXwQmd_919LlZYDMdLkg1tM6qaIxriEHAtrwZfK89BEyUT6T_FsB1mcor4ETsJLfxWrvUY5cH9c2LTEpnb_S7AHvt-XxtFR5hDdynh9WyQ/s1600/thumbnail_IMG_20161211_092333.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWx2vdKnlV6VgUadSiauW17rqmtrh3QIVg_EXwQmd_919LlZYDMdLkg1tM6qaIxriEHAtrwZfK89BEyUT6T_FsB1mcor4ETsJLfxWrvUY5cH9c2LTEpnb_S7AHvt-XxtFR5hDdynh9WyQ/s400/thumbnail_IMG_20161211_092333.jpg" width="300" /></a></div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-49927412075659112002016-12-08T08:35:00.000-08:002016-12-08T08:35:07.081-08:00Verano en Asturias 2016 (El paseo)<div style="text-align: justify;">
Esa mañana nos despertamos temprano para ir a caminar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
P. y C. salen con el móvil en la mano. Son turistas modernos. Los montes, los prados, los castaños, los avellanos, los nogales, los miran poco y con indiferencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al rato, el río San Miguel canta a nuestro lado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al pasar Riocaliente, el ruido extravagante y nervioso de una sirena. Una ambulancia pasa a nuestro lado, desesperada y veloz, camino de Palacio o Ardisana, quién lo sabe.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Paramos un rato, a medio camino, en la <i>Venta del Probe</i>. Frente a la bolera donde el otro día vimos a unos ángeles disimulados, tomamos un café y leemos el periódico rápido, un poco por encima. Seguimos pensando en esa ambulancia. ¿Qué habrá pasado? ¿A quién habrá ido a buscar? ¿Habrá sido en Palacio o en Ardisana?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Retomamos el camino, cuesta arriba hacia la Malatería. Nos detenemos de nuevo, para recuperar el resuello, porque la cuesta es pina, al lado de la capilla de la Magdalena y el tejo enorme que le hace sombra. M. y J.C. tiran unas piedras a la campana. Después de varios intentos, cuando al fin le aciertan, le sacan un sonido raquítico al viejo esquilón.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nos adentramos en el bosque. En una revuelta del camino, en el hueco de un árbol, un belén que se ha mantenido con dignidad desde las navidades pasadas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando llegamos por fin de vuelta al pueblo, ya todos saben lo que ha ocurrido. Una mujer de Ardisana, que no conocemos. La encontró el panadero tirada en el suelo de la cocina. Le extrañó que no contestase a su llamada, como hace habitualmente. Vio la puerta abierta, volvió a llamar, gritó su nombre, y como no recibió contestación, se adentró un poco. Fue entonces cuando la vio, desmayada en el suelo de la cocina. Seguramente, nos dicen, le ha salvado la vida. Todavía no saben bien lo que le ha sucedido, pero, opinan en el bar, si el panadero no se la llega a encontrar, seguramente se habría quedado allí mucho rato, pues vive sola, y no se habría podido recuperar del soponcio, sea el que sea. Eso opinan en el bar.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4qemdLISHTSPKxEE_0xHwsPma0gXVgkKGJpyU_jblRwq3hWCCHIZkqOJI-xNS9u60hWQkyolwTTzt8ed3bwC3vjv7hoXAgR6RsFWVVkC1AYO52LuxynNhBtnK-8WHhY1gCR7P4TtuaOU/s1600/thumbnail_IMG_20160729_130830.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4qemdLISHTSPKxEE_0xHwsPma0gXVgkKGJpyU_jblRwq3hWCCHIZkqOJI-xNS9u60hWQkyolwTTzt8ed3bwC3vjv7hoXAgR6RsFWVVkC1AYO52LuxynNhBtnK-8WHhY1gCR7P4TtuaOU/s400/thumbnail_IMG_20160729_130830.jpg" width="400" /></a></div>
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-65541302080354270762016-12-06T04:07:00.002-08:002016-12-08T08:31:33.501-08:00Verano en Asturias 2016 (El clima)<i>Albacete, 5 de diciembre</i><br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Lleva lloviendo sin parar tres o cuatro días. Y la ciudad está preciosa, sobre todo cuando ya se ha hecho de noche, a eso de las seis de la tarde. Maquillada por las luces de las farolas y los semáforos, que les sacan unos brillos acharolados y brillantes al asfalto. Esta ciudad, tan fea la pobre, aparece estos días bien hermosa. Y fue esta lluvia la que me trajo el recuerdo de otra, la del verano, allá en Palacio...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Palacio, 30 de julio</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Las nubes ha ido bajando lentamente, hasta cubrir las montañas. Todo el paisaje ha acabado por desaparecer tras la bruma. Como si se hubiese dormido.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después de comer fui yo el que se quedó roque, un libro abierto en el regazo. Me arrullaba el murmullo de una lluvia menuda, que también me hacía cosquillas, muy suaves, en los pies desnudos...</div>
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<br /></div>
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Me despertó como un arrastrar de muebles en el piso de arriba. Era un trueno. Llovía ahora con más fuerza y no se veía más allá del manzano y las hortensias. Continuaron rodando los truenos, más roncos y más cerca. Una verdadera mudanza. De niños nos decían, para que no nos asustásemos, que aquellos estruendos eran cosa de los ángeles, que jugaban a los bolos allá en lo alto. Sin embargo, yo no recuerdo haberme asustado nunca por una tormenta. Mi madre sí. Mi madre les tenía un gran miedo a rayos y truenos, y apagaba todas las luces de la casa, y desenchufaba los electrodomésticos, incluido el televisor, a pesar de nuestras protestas, y se quedaba en la entrada de la casa, sola y de pie, a oscuras, lejos de las ventanas. Tal era el miedo de mi madre a las tormentas, que de joven, en Ablaña, hasta llegó a meterse dentro de un armario y tardaron bastante en encontrarla. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nos calzamos y continuamos leyendo. Días como estos a nosotros nos ponen del mejor humor. Amamos los días grises y lluviosos. Y si es en el verano cuando cae esa lluvia y sale, en julio o en agosto, un día semejante, más lo celebramos si cabe. Porque tenemos más tiempo para dejar pasar las horas mirando por la ventana cómo cae esa lluvia, cómo brilla el asfalto de la carretera, lustrosa como unos zapatos nuevos, y cómo se recoge el paisaje, y se melancoliza. Nos gusta entonces quedarnos así, dentro de la casa, con un libro, leyendo al ritmo de la lluvia, que va escandiendo las sílabas de los versos. Y levantamos la vista a cada rato de las páginas de ese libro, y nos quedamos mirando la acuarela que se va formando en los cristales de la ventana.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Palacio, 31 de julio</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Continúa lloviendo. Una lluvia suave y menuda como una caricia. Subo al coche y voy a echar gasolina -las gotas repican sobre la chapa del coche su eterna melodía-. Luego voy a Posada a por el pan y los periódicos. Apenas hay nadie por la calle, ni me cruzo con otros coches. Las montañas permanecen ocultas, dormidas aún. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La panadera me cuenta que ha estado lloviendo toda la noche. "<i>Sin parar</i>", dice con tristeza. En el quiosco, la misma conversación. Se muestran todos muy apenados. Yo disimulo, y cabeceo pesaroso, disimulando hipócrita que les acompaño en el sentimiento. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aquí la lluvia es uno de los grandes temas de conversación. Casi siempre para denostarla, sobre todo en verano. Como si se tratase de un pariente molesto y enfadoso. A mí, sin embargo, ya queda dicho, la lluvia que cae me cae de maravilla.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Volvemos a casa sin cruzarnos de nuevo con nadie. Al pasar al lado de la Venta los Probres suenan otra vez los truenos. Pero no, que esta vez sí que se trata de unos ángeles -coloradotes, disimulando su condición angelical bajo unas camisetas amarillas unos, azules otros, con el nombre de una ferretería de Posada los primeros, los segundos con el de un supermercado local- que juegan a los bolos.<br />
<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxKZVX9loBjiDjLxTVC4lTAt8hF8JzSf9NyKJUcZ8ieUq83h0u7JOvplub7zPMPcQDDIK82hcxBpwzd9ftrud1lsEHnCy6JxalF0EtSDWsBfxelb8p0GiqEjMXWRGEOz1ND1FsD5NVHbU/s1600/thumbnail_Cumlpe+y+verano+11+312.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxKZVX9loBjiDjLxTVC4lTAt8hF8JzSf9NyKJUcZ8ieUq83h0u7JOvplub7zPMPcQDDIK82hcxBpwzd9ftrud1lsEHnCy6JxalF0EtSDWsBfxelb8p0GiqEjMXWRGEOz1ND1FsD5NVHbU/s400/thumbnail_Cumlpe+y+verano+11+312.jpg" width="400" /></a></div>
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-2609898510548104052016-12-02T08:36:00.001-08:002016-12-02T08:36:27.611-08:00Verano en Asturias 2016 (Libros en Villaviciosa)<div style="text-align: justify;">
Fue una tarde feliz. Nos acercamos a Villaviciosa, invitados por H. y C., a una feria de editoriales asturianas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
C. nos presentó al los de <i>Aventuras Literarias</i>; H. al de <i>Hoja de Lata</i>. Ellos mismos estaban allí con los suyos, los de <i>Malasangre</i>. Parece mentira que en una provincia tan pequeña hayan aparecido gentes tan estupendas y valientes, y que estén haciendo tan bien su trabajo, por el que sienten un amor tan grande que sacan unos libros preciosos, por dentro y por fuera. Tenían allí expuestos los frutos de ese trabajo, como los hortelanos en sus ferias, y daba gusto pasearse frente a ellos, tocarlos - a olerlos no nos atrevimos, por si nos consideraban sus padres unos pervertidos-, leer unas cuantas líneas...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego, nos presentó R. al bibliotecario municipal. Un personaje. Nos invitó a visitar su lugar de trabajo. Nos enseñó, sobre todo, la parte de los tebeos, que cuida como el horticultor sus rosales. Tomaba un tomo con el mismo cuidado que si tuviese en sus manos una <i>Chrysler Imperial</i>, y pasaba las hojas como quien acaricia sus más de cincuenta pétalos rojos, y nos contaba que en las universidades de Madrid, que lo han visitado, no se acaban de creer que un sito como ese, unos fondos como los que está acopiando, sean la labor de una única persona. A continuación nos preguntaba si conocíamos el libro que acunaba entre sus blancas manos. Como en la mayoría de los casos le decíamos que no, lo abría con esa delicadeza que queda dicha, y nos daba explicaciones muy eruditas y amenas sobre el volumen. Si por el contrario lo conocíamos -por ejemplo <i>Las Meninas</i> de Santiago García y Javier Olivares, o el <i>Asterios Polyp</i> de David Mazzucchelli -, entonces lo volvía a colocar donde lo había tomado y pasaba a otro sin decir nada. Estuvimos allí más de una hora. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Acabamos la tarde en la terraza de un bar de la calle del Agua -una que sale ahora en el anuncio de la lotería- hablando de esto y lo otro con nuestros amigos, y con amigos de estos, todos encantadores... Hay tardes en las que el mundo no podría estar mejor pensado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<br /></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTHjjqANHQQSMddGlSKyJ0fPayvMpMfEWkDf9PPY90iuJQ_r0_7Excg5Ja3lSOEEJ8Za-IQopSS7jV052kccfdEApn8qbXvYe7Mik1PwCRCj2MZdJDWV5NYZkT71uHLmbpLDk_71GGpfI/s1600/LasMeninasComic2-Letras-Corsarias-Libreria-Salamanca.jpg.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="271" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTHjjqANHQQSMddGlSKyJ0fPayvMpMfEWkDf9PPY90iuJQ_r0_7Excg5Ja3lSOEEJ8Za-IQopSS7jV052kccfdEApn8qbXvYe7Mik1PwCRCj2MZdJDWV5NYZkT71uHLmbpLDk_71GGpfI/s400/LasMeninasComic2-Letras-Corsarias-Libreria-Salamanca.jpg.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i> www.letrascorsarias.com</i></div>
E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-7852859619573145462016-11-30T09:22:00.001-08:002016-11-30T09:22:49.606-08:00Vera amicitia<div style="text-align: justify;">
Asomó la cabeza por la puerta del departamento y nos lanzó una pregunta:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>¿Os acordáis de aquel muchacho de mi pueblo, amigo mío, que es poeta y que os ofrecí hace un par de años para que viniese a recitarles a los alumnos?</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En aquel momento estábamos solos M.J. y yo, en silencio, concentrados cada uno en la corrección de unos exámenes. No nos dio tiempo a contestarle.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Ya os habréis enterado. Ha ganado el Premio Nacional de Poesía. Amiguísimo mío. No ha parado de ganar premios desde que empezó a escribir. Y es tan amigo mío, que si ahora cambiáis de opinión, os lo traigo para que les eche unos versos a los críos...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Íbamos a darle la enhorabuena, para que se la hiciese llegar a su amigo, pero no nos dejó meter baza. Prosiguió, sin apenas tomar un poco de aire:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Tan amigos somos que hace muy poco le he regalado un Barceló. Tenía el muchacho ese afán, el de tener un cuadro de ese pintor, y yo, como amigo verdadero que soy suyo, le dije que iba a ver si tenía alguno por casa... Porque yo, cuando era más joven, mientras la gente se gastaba el dinero en irse por ahí de viaje, yo me lo gastaba en arte. Tengo cuadros de mucha gente: Saura, Tapies, Antonio Ló... -no sé por qué razón, se comió esa última sílaba, tal vez porque se dio cuenta de que estaba apuntando muy alto-. Y sí, tenía un Barceló. Y se lo regalé, porque, no sé si ya os lo he dicho, somos amiguísimos.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y mientras esto decía sacó el móvil del bolsillo del pantalón y nos mostró las últimas conversaciones, vía <i>wasap</i>, que había cruzado con ese poeta pasiano y amigo y premio nacional suyo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Mirad...</i>- y nos mostró el cuadro, una cosa abstracta y por lo tanto irreconocible, y las frases que se habían cruzado, los agradecimientos del poeta, y las respuestas de nuestro compañero, como sacadas estas del <i>De Amicitia</i> de Cicerón, o de Salustio. Más que una conversación, parecía aquello una colección de aforismos. Las respuestas de nuestro compañero a los agradecimientos del muchacho poeta venían a decir todas lo mismo: que la amistad verdadera vale un potosí, quiero decir un Barceló, y que no había, por tanto, nada que agradecer. Si hubiesen estado en latín, no nos habría extrañado en absoluto:</div>
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"></i><br /><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="DE" style="mso-ansi-language: DE;">Nam idem velle atque idem nolle, ea demum firma amicitia est,</span></i><span lang="DE" style="mso-ansi-language: DE;"> por ejemplo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces vinieron a buscarlo los amigotes, para comenzar la partida de chinos -en mi instituto, todos los recreos, se reúnen unos cuantos, todos varones, para echar tumultuosas partidas, a grandes voces, mientras desayunan, y cada dos o tres días le cantan el <i>Cumpleaños feliz</i> al que le toque, porque como son tantos, siempre hay alguno que celebra el suyo...-</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Lo que os decía al principio</i>-finalizó-. <i>Si lo llamáis vosotros no va a venir, pero si se lo digo yo, lo tenéis aquí al día siguiente. Por la amistad que nos une.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando al fin se marchó, nos miramos M.J. y yo. M. J. y yo llevamos trabajando juntos más de veinte años, por lo que nos basta con media mirada para entendernos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Esto</i> -me preguntó M.J.- <i>¿ha pasado como me parece a mí que ha pasado, o es que después de corregir tanta barbaridad sufro alucinanciones?</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Nada de alucinaciones, compañera</i>. <i>Tal cual. Que le apretaba a su amigo el deseo de poseer un Barceló y que fue él a ver si tenía uno por casa, y que sí, que lo tenía... Tal cual</i>- la tranquilicé, confirmándole que todo había sido como a ella le había parecido que había sucedido.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj3_7ouPD-8HHZFtirsOQIn_2nYuJu5tl5xrHeNCHSgTtb-zBQe6mmUl6HWdUSr8xiX1rz_2PTGERdVBHQApkrcRghSwhu4WfKzzcQo3cg8WpZU4B6ABpBE_b57wAwoCOrd-ew9kNsCcU/s1600/6a00d8341bfb1653ef0168e785113d970c.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj3_7ouPD-8HHZFtirsOQIn_2nYuJu5tl5xrHeNCHSgTtb-zBQe6mmUl6HWdUSr8xiX1rz_2PTGERdVBHQApkrcRghSwhu4WfKzzcQo3cg8WpZU4B6ABpBE_b57wAwoCOrd-ew9kNsCcU/s400/6a00d8341bfb1653ef0168e785113d970c.jpg" width="263" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i>Un Barceló que encontré por ahí</i></div>
<div style="text-align: center;">
<i>www.blog.elpaís.com</i></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-4391488581458206372016-11-27T10:02:00.001-08:002016-11-27T10:02:39.172-08:00Verano en Asturias, 2016 (Palacio)<div style="text-align: justify;">
Nos despertaron los voladores. Su sonido seco, redondo, hueco. Los lanzaban desde La Malatería, que estaban de fiesta. Lo más bonito de los voladores es el silencio que dejan luego, y esa estela de humo en el cielo, esa nube diminuta y parda que se disuelve en un instante. En Palacio el silencio es un gran compañero. Hasta puedes conversar con él. Son muy pocos los ruidos que llegan hasta allí. El claxon de la furgoneta del panadero, alguna conversación de las gentes que pasan delante de la casa, el sonido de un tractor, la guadaña que corta el aire y la hierba de un solo tajo, las esquilas del ganado, la lluvia al caer... Músicas acordadas que dejan luego un silencio reparador y terapéutico.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En Llanes, en cambio, todo es ruido, y gente, y camareros que tratan de hacerte pasar a su taberna, como el pastor que agrupa a sus cabras para meterlas en el corral. Y coches y turistas, y hasta la lluvia, cuando cae, lo hace con un ruido más feo... A nosotros nos gusta mucho la gente, pero de una en una. Juntas y ruidosas nos gustan menos. Tenemos ese punto aristocrático que no sabemos muy bien de dónde nos vendrá, siendo quienes somos, uno más de todos esos turistas, ni más ni menos que ellos, nadie, se podría decir que somos, como casi todo el mundo. Cuentan que en invierno Llanes se vuelve un pueblo triste y melancólico. No sé, me gustaría verlo. Hace muchos años, invitados por una amiga, llegábamos al pueblo la primera semana de julio, antes de que desembarcasen los turistas. Era, entonces, como si fuese el invierno, porque, ya digo, no había llegado todavía casi nadie. Y nos gustaba muchísimo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora bajamos a Llanes muy raras veces, a hacer la compra algún día. Intentamos cumplir con esos mandados lo más rápidamente posible y nos volvemos a nuestro jardín, a contarles todas estas cosas al silencio que vive allí. Enfrente, al Benzúa se le suele poner una nube en la cumbre. Como un turbante. A menudo, esa nube crece poco a poco, como si quisiese arropar a la montaña que, al final, acaba por dormirse y desaparecer.<br />
<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg16_xZuWr5FxseaAmfqELPBbky3mbReog1yBr2RjlCIoxY_ecFi0X1Q-XHwu-OxjQB2fGywiyb8z90OJHiCQQVfFVZM0-EifCeOfbJOfi1ydluzFEOiZXoLW8DP-WWFNMzvqyW05k7pQs/s1600/thumbnail_IMG_20160808_190222.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg16_xZuWr5FxseaAmfqELPBbky3mbReog1yBr2RjlCIoxY_ecFi0X1Q-XHwu-OxjQB2fGywiyb8z90OJHiCQQVfFVZM0-EifCeOfbJOfi1ydluzFEOiZXoLW8DP-WWFNMzvqyW05k7pQs/s400/thumbnail_IMG_20160808_190222.jpg" width="400" /></a></div>
</div>
<br />
<br />E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-66097182828199815662016-11-22T09:17:00.001-08:002016-11-22T09:17:20.291-08:00El misterio de las palomas muertas<div style="text-align: justify;">
Me hizo caer en la cuenta un compañero, al entrar al instituto. En el pequeño jardín que hay a la derecha se veían unas plumas, como si alguien hubiese despanzurrado un cojín.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Tiene que haber por aquí algún ave de presa, mira qué ha hecho con esas dos palomas...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego, cuando volvía por el carril-bici, tuve que esquivar el cadáver de otro par, estas sin desplumar, como si estuviesen dormidas. Me fijé mejor y vi que sobre el césped del parque había media docena, en la misma posición. Y un poco más adelante, una víctima más, esta también medió devorada, como las del instituto.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y el domingo pasado, en el paseo que nos solemos dar A. y este que esto escribe, por hacer algo de ejercicio, de nuevo el mismo panorama. Contamos más de una docena. Caídas sobre la arena unas, otras flotando en el agua muerta de la fuente. Empezamos a hacer cábalas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>A lo mejor anda alguien por ahí echándoles veneno -aventuró A.- Las palomas no son muy populares.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>A mí me parece un caso evidente de asesinato en serie. Debe de haber por aquí una paloma psicópata, que las va matando una a una. Y lo de despanzurrar a algunas lo hará para despistar a la policía de las palomas. Seguramente ya andará ocupándose del caso el Maigret del mundo colombino</i>-dije yo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Me parece que lees demasiadas novelas policiacas.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Seguimos así un rato. A. que si a lo mejor habían sido los fríos repentinos de los últimos días; yo que tal vez habrían caído fulminadas por un ataque al corazón, pues también tendrán las palomas sus dolencias coronarias, por qué no...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Vimos un par de fiambres más y, al lado de la última, un grupo de compañeras que picoteaban en la hierba con total despreocupación.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-<i>Míralas</i> -avisé a A.- <i>Esas seguro que saben algo, las muy pellejas. Se nota que están disimulando...Vamos a interrogarlas...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces me cogió A. del brazo y me hizo caminar un poco más deprisa, y cambiar de tema.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero yo sigo dándole vueltas a la cabeza a esas muertes misteriosas, y continúo albergando teorías de todas clases. Tan cerca de nosotros a todas horas, animales urbanos como nosotros, seguro que se parecen más de lo que nos gustaría y mucho más de lo que podemos imaginar. De manera que yo sigo en mis trece. Ni ave de presa ni veneno ni frío que valga. Eso ha sido un asesinato en toda regla.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
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E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-68644293026352130832016-11-17T09:19:00.000-08:002016-11-17T09:19:36.846-08:00Verano en Asturias, 2016 (La luna llena)<div style="text-align: justify;">
El otro día salió, al parecer, una luna llena como no se volverá a ver en setenta años. Si ese es el plazo, la verán otros. A lo mejor fue por eso, porque nosotros nos iremos y seguirán los pájaros cantando, por lo que no le hicimos mucho caso. No salimos de casa. Solo, cuando ya había oscurecido, al pasar por delante de alguna ventana, nos fijábamos por si estaba ya allí, esa luna prodigiosa. No estaba. Nos fuimos a la cama sin haberla visto. No nos importó. Porque este verano ya nos habíamos encontrado con una luna maravillosa, no sé si más grande que esta, al parecer no, pero desde luego no menos hermosa, de eso estamos seguros.<br />
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Volvíamos de Oviedo (con la alfombrilla de baño para mi madre en el maletero), y al salir de una curva, pasado el alto de El Caleyu, allí estaba: la luna llena más hermosa que recordamos haber visto. Enorme y de color pergamino. Nos acompañó los diez minutos que dura el viaje a casa. Fue saltando a nuestro lado. Primero sobre el Aramo, luego la Armatilla, Santo Emiliano, Seana... Al llegar a casa se quedó al fin quieta. Como un sello antiguo sobre el papel de seda del cielo de verano.<br />
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Mi madre lee el periódico. Las esquelas: </div>
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<i>- Bonifacia, Ludivino... ¡Vaya nombre que les ponen a algunos! Probes...</i><br />
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Mi madre, que se llama Mercedes, habría preferido que la hubiesen bautizado con otro nombre. Raquel, a mi madre le habría gustado llamarse Raquel. Mi madre, cuando tenía que encargar algo, la reparación de unos viejos zapatos, por ejemplo, al preguntarle el zapatero a nombre de quién apuntaba el encargo, mi madre le contestaba que a Raquel, Raquel García. Y a veces llamaban al timbre y preguntaban por esa mujer, por Raquel, Raquel García, que era mi madre. </div>
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Mi madre, después de leer el periódico:</div>
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-<i>No quiero que me compréis nada, no se os vaya a ocurrir. Ni ropa, ni perfumes, ni abalorios... Nada. Eso sí, cuando vayáis a Oviedo, tenéis que traerme una alfombrilla para el baño, la más barata que encontréis...</i></div>
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Mi madre está escribiendo, a petición de mi prima M.J., sus recuerdos de Ablaña. En una libreta verde. Lleva escritas un par de páginas.<br />
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Ayer le pregunté si había escrito algo más.<br />
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-<i>Huy, qué va... ¿No ves que ahora tengo una letra muy fea? </i></div>
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Mi madre, cuando llama por teléfono, si no le contestan al segundo o tercer tono decide que no hay nadie al otro lado y cuelga, un tanto despechada. </div>
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Mi madre, cuando llama por teléfono, presiona cada número con tanta fuerza y tan largamente que en ocasiones le contestan personas que no conoce.<br />
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Mi madre tiene la risa fácil y la voz muy joven.<br />
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<br />E.G.G.http://www.blogger.com/profile/15101092909401576833noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3101192480132805213.post-61250988519995747332016-11-07T10:00:00.003-08:002016-11-07T10:00:41.090-08:00Crítica literaria II<div style="text-align: justify;">
Este verano, en la playa. </div>
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Debajo de una sombrilla, cada uno en su hamaca, una pareja de sesenta y tantos. Él leía <i>Como agua que fluye</i>, de Yourcenar; ella,<i> El perro de los Baskerville</i>, de Conan Doyle. </div>
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A los diez minutos, el hombre se durmió profundamente, la boca abierta y el libro caído sobre el regazo; ella no, ella pasaba una página tras otra con los ojos llenos de entusiasmo, ajena a todo lo que la rodeaba: los chiquillos que jugaban con la arena, los gritos de los adolescentes persiguiéndose, los chillidos de los bañistas que saltaban, rodeados de espumas, las blancas, altas olas. Tampoco la distraían los ronquidos de su marido. Como si no escuchase nada, como si estuviese sola. Sola y muy lejos y muy feliz.<br />
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