sábado, 24 de septiembre de 2011

Flannery O´Connor

Después de Jabois me leí los cuentos de Flannery O´Connor. Con los libros de cuentos, al contrario de lo que me sucede con los  de artículos, me pasa que es difícil que, al rato de leerlos, guarde algún recuerdo de ellos... La culpa, claro,  no es del cuentista, sino mía, que los debo de leer demasiado rápido y distraído, y luego no me acuerdo de nada. Esto me ocurre incluso con autores de méritos incontestables... Cuando llevo leída buena parte de uno de estos libros, voy al índice y, como Luz Casal, miro hacia atrás y busco entre mis recuerdos, repasando los títulos de los ya leídos y... no me acuerdo de nada...


Pues bien, con Flannery O´Connor, a pesar de ser el volumen de casi 900 páginas, me ha sucedido todo lo contrario. Tan sorprendido estaba con esta buena nueva, que probé varias veces esa mirada atrás,y nada, no me olvidaba de uno solo de ellos... Los veía nítidos, recordaba con claridad cada uno de sus argumentos, los detalles de la trama, el carácter de los personajes, su destino... Hasta la sensación asombrada que cada uno de ellos me había dejado en los nidos del alma...


La familia, claro, preocupada, pues si después de leer a Jabois pensaban que me había vuelto idiota, ahora, al verme tan ensimismado, y con semejante cara de lelo, me daban definitivamente por perdido.

Un puñetazo resulta cada relato, como un martillazo en la cabeza... Qué mundo el de la señorita O´Connor...., y qué modo tan cabal de contárnoslo, tan transparente a pesar de sus múltiples y sofisticadas argucias narrativas, y qué piedad, que mirada limpia de todo juicio...


¿Cómo es posible que hayamos estado todo este tiempo sin leerla?

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