martes, 17 de abril de 2012

Semana Santa 2012 (Úbeda)

Jueves Santo

La abuela de A. contaba que un día, mientras se estaba poniendo las medias de lana, se le apareció Nuestro Padre Jesús, el que sale en la procesión del Viernes Santo y al que aquí llaman "de las Aguas". La familia, cuando contaba esto, le decía que no dijese eso, que no se lo contase a nadie, pero ella replicaba que por qué no decirlo, si se le había presentado de verdad. "¿Y qué te dijo, abuela?", le pregunatban sus nietas. "Nada, no me dijo nada. Solo me sonrió"

Esto me lo contaron mientras bajábamos por la Trinidad, yo pensaba que a  airearnos después del largo viaje y a tomar unas cañas, pero cuando me di cuenta estábamos en la calle Ancha, esperando el paso de una cofradía...

A mí, creo que ya lo he dicho alguna vez, las procesiones me resultan incomprensibles. Esto, naturalmente, no significa nada porque yo casi todas las cosas de este mundo las entiendo mal o con cierta dificultad. Pero en el caso que nos ocupa no logro entender, por ejemplo, cómo habiendo el hombre inventado la rueda hace ya largo tiempo, pueda nadie ponerse sobre los hombros esos tronos tremendos, y conducirlos después por toda la ciudad, destrozándose la espalda; o que algunos, además, lo hagan descalzos. Sin embargo, lo que menos me cabe en la cabeza es cómo se les permite salir y ocupar las calles a una porción tan grande de gentes encapuchadas, que no puede saber uno quién sea cada cual, con lo que eso conlleva de inseguridad ciudadana. Yo me imagino regentando un quiosco, u otro negocio cualquiera, y que me entre un penitente y ya pienso, cómo podría ser de otro modo, que me van a atracar... A mí, los penitentes me provocan cierto miedo, lo confieso, y no me fío un pelo de ellos...





Así que para no prestarles demasiada atención y sacudirme esos temores míos, mientras pasan al son de fúnebres trompetas y graves tambores, me distraigo mirando a la gente que, como nosotros, ha salido a verlos pasar, o preguntando para que mis cuñados me cuenten historias del pueblo, las novedosas o las viejas, eso me da igual.

- ¿Ya salió de la cárcel la mujer aquella que le cantaba una saeta en la calle Ancha a esta imagen y que había envenenado al marido?

Cosas así les pregunto, y de esa manera voy pasando el trago y la tarde.



Viernes Santo

Antiguamente, este día no se podía realizar trabajo alguno, ni siquiera en la casa, y se dejaban las camas sin hacer, y la comida había quedado enjaretada el anterior....

Los chiquillos, al oír esto, cerraron las libretas muy serios y se negaron a terminar los deberes...

Antes de comer salimos a ver la Humildad. Al parecer, hace años nadie quería pertenecer a esta cofradía, y se veía obligada la directiva a contratar penitentes mercenarios y también a los que hacían de romanos, que es tradición que desfilen delante de aquellos. Eran todos, por ello, gentes miserables, menesterosos, gitanos pobres... Iban muy mal vestidos, no muy limpios, y se comportaban, a veces, de un modo impropio. Tan impropio, que en el 76 disolvieron a esa desgraciada y triste legión.

Hoy, sin embargo, las cosas ya no son así, y van los romanos, de nuevo, muy relucientes, lustrosos y marciales, oro bruñido al sol sus cascos... Al verlos así, tan brillantes y galanes, con sus pieles y su botas altas, con sus cotas y esos cepillos rojos que lucen encima de los cascos, pienso que de penitente no, pero de romano..., de romano a mí no me importaría salir...



Sábado Santo

Sin procesiones pero con un montón de partidos de fútbol.

Domingo de Ramos

A P. la del Resucitado es la que más le gusta, y como el tito P. fue tambor en esa cofradía, anda en negociaciones con él a ver si un año puede salir en ella. Y la tita C. le anima, pues, con la práctica que tiene, poco tardaría en coserle una túnica, la capa y el capirote..., lo que quiera, le dice. Yo, de momento, no digo nada. Confío en el tiempo, que todo lo muda y  dejará -eso espero- estas promesas y deseos en tierra, en humo, en nada...







No hay comentarios:

Publicar un comentario