El jueves pasado fueron las elecciones sindicales. El día antes había leído esto, en un librillo de artículos de JJL:
"Hace unos años, un guardia municipal o urbano sorprendió una noche a unos caballeros, ocupados en descargar sus fisiologías en la plaza mayor de una pequeña ciudad, y se dirigió hacia ellos con la reprimenda en la boca y el bloc de multas en la mano, pero ellos argumentaron: "¡Es que somos de los sindicatos!" Así que el guardia no tuvo más remedio que responder: "¡Ah, entonces, ustedes perdonen! ¡Buenas noches!" Porque ¿para qué valdrían los sindicatos, la libertad, la democracia y todos los otros regímenes, o la cultura misma, sino para estos menesteres de sacar provecho, y hacer luego lo que nos dé la real gana?"
Y por esta lectura y unas cuantas razones más, no fui a votar, que me fui a mi casa.
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