Se nos quedó el otro día en el tintero del ordenador, cuando la crónica del incendio del restaurante chino, comentar lo que sigue.
Apenas una semana antes de este, hubo en la ciudad otro fuego, más aparatoso y dañino, que calcinó una de las salas de una cadena de cines que hay en un centro comercial de las afueras. Tras las primeras pesquisas, al parecer se llegó a la conclusión de que había sido provocado. Se comprobaron las grabaciones de las cámaras de seguridad y, como se ve que no dieron ningún resultado, se solicitó la ayuda ciudadana por la radio, por ver de alcanzar alguna pista sobre el incendiario. De modo que, cuando se produjo este segundo, enfrente justo de nuestra casa, la gente comenzó a hacer comentarios. ¿Sería también hecho a mala idea? ¿Habría en la ciudad un pirómano desatado? ¿O un colérico vengativo al que no le habrían gustado ni la película ni los rollitos de primavera? La gente pasaba el rato cabalando. Pero no va a ser así. El del restaurante fue sin intención, por culpa de una freidora. Y lo del cine, fuentes bien informadas y fiables nos han contado que sigue sin saberse cómo se produjo...
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