Durante el mes que hemos estado sin escribir nada el mundo continuó rodando y sucedieron, como es natural, multitud de cosas: una tarde, me encontré a la señora que cuidaba a la vecina del 1º en el portal, me contó que acababa de regresar de su país, Ucrania, porque aquello era una verdadera guerra, y me preguntó si conocía a alguien que pudiese necesitar sus servicios; murió D., que hizo más luminosa una infancia bien feliz, a excepción hecha de aquellas tardes en las que nos obligaba a sentarnos, a sus hijos y a nosotros, alrededor de la mesa de la cocina y, con una toalla sobre la cabeza, dirigía el rezo del rosario; hubo unas elecciones europeas que llevarán al parlamento a jóvenes políticos que sostienen un discurso diferente y esperanzador; creció la pobreza; en Toledo, una mujer se murió en las urgencias del hospital después de esperar cinco horas a que alguien la atendiera; en esa misma ciudad, Cospedal redujo el número de diputados regionales, dice ella que por el prurito de ahorrar, y la oposición que para que le sea más fácil volver a ganar las elecciones; los del partido de los jueves jugamos el partido final de la temporada en el campo de veteranos del Albacete, una tarde espléndida de jueves, sobre un césped impecable; los bancos siguen ejecutando desahucios; aprendí, por fin, a nadar; y el Rey, ya queda dicho, anunció que abdicaba.
De todas esas cosas podría estar alimentando este blog durante meses, pero le tengo una lealtad inquebrantable a mi infancia y cuando llega un mundial yo me entrego en cuerpo y alma... Incluso rompí temporalmente mi veto a El País y lo compré el miércoles porque traía un suplemento sobre el campeonato. Compré también Futebol, que estoy leyendo y es magnífico, y cada día, religiosamente, me acerco a la papelería del barrio a por el Marca, a beber en las sabias palabras de Santiago Segurola.
El suplemento de El País traía una desplegable con el calendario de todos los partidos del mundial que he colocado sobre la mesa del salón y al que me acerco cada dos por tres. Me inclino sobre él y lo estudio del mismo modo que debía hacerlo Napoleón con sus mapas, antes de las batallas.
Y trato de ver, naturalmente, todos los partidos. Hasta el Irán-Nigeria estaba dispuesto a ve, pero me dormí.. Para ello, he intentado la impostura de una nueva afonía, por ver si así me dejaba la familia a mí aire. No ha colado. Y aunque les he explicado que para mí un partido es como leer un libro, que me exige silencio y concentración, no me han hecho caso alguno... Así que los voy viendo como puedo, en mitad de múltiples tareas, a salto de mata...
Como es de suponer, iba con España. Ahora, después de lo de Holanda, ya no. Ahora voy con Costa Rica. Porque yo, la fidelidad, a mi infancia y a mi señora. Y ni un paso más.
Pues enhorabuena, Costa Rica ha ganado su segundo partido y ya está clasificada para octavos. Alegría para el pequeño país centroamericano.
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