El
año pasado regateamos las procesiones y a los ominosos penitentes
yéndonos a Venecia. Estos días nos hemos acordado mucho de ese viaje. En
realidad lo recordamos muy a menudo. Fueron unos pocos días pero
resultaron inolvidables. No escribí nada porque, qué va a decir uno que
no haya dicho ya alguien, y mucho mejor, antes. Lo que sí hicimos fue
sacar algunas fotos. Así que hemos pensado hacer con ellas un pequeño
álbum aquí, con citas de unos y otros sobre esa ciudad fantástica.
Venecia es un laberinto de callejuelas, patios recónditos, puentes, arcos, pasos tortuosos, callejones sin salida, muelles, oscuras callejas voladizas y repentinas plazas inundadas de sol (...). Las callejuelas de Venecia, de las que dicen que hay más de tres mil... (Jean Morris)
(Esta fue la nuestra, esos días)
Venecia
es toda ella tornasol. Lo veneciano va y viene, oscila, es un juego de
estar y no estar, aunque... siendo siempre (...); el aparecer y
desaparecer de las nubes(...); el reflejo del agua, el mar... (Ramón Gaya)
Arco del Paraíso. El
lugar de más hermoso nombre: una estrecha calle, un arco gótico, los
escalones de un pequeño puente. A la izquierda, donde ahora se encuentra
el restaurante Ai Barbacani, estuvo una vez la Osteria al Paradiso... (J. L. García Martín)
... el espíritu abollado de Venecia, con sus majestuosos monumentos y su alma meditabunda... (Jean Morris)
Pablo in the brigde
La melancolía es un elemento preponderante en el ambiente veneciano (Jean Morris)
La melancolía es un elemento preponderante en el ambiente veneciano (Jean Morris)
La herrumbre es suntuosa en Venecia, la pátina se parece a un baño de oro (Predrag Matvejevic)
Es una ciudad sentidamente melancólica y sus habitantes siempre menean la cabeza imbuidos de piedad por cualquier nueva prueba patética de las tristezas del mundo (Jean Morris)
En
el campanario (el Campanille de San Marcos), Galileo demostró al dux su
último invento, el telescopio, y desde la plataforma que hay debajo,
Goethe vio el mar por primera vez. Desde el siglo XVII, el dorado ángel
giratorio de la cúspide fue el señor de las veletas en Venecia (Jean Morris)
Los venecianos todavía cuentan, señalando las lámparas que arden ante la Madonna de la fachada de la Basílica que da a la Piazzeta, la historia del niño panadero que fue ejecutado injustamente por un asesinato, y dicen (porque así lo han creído durante siglos) que las luces tiemblan de remordimiento día y noche en memoria del inocente (Jean Morris)
En esta ciudad, los leones son ubicuos (Joseph Brodsky)
Solo
quedan la lectura y los paseos silenciosos, lo cual es casi la misma
cosa, ya que por la noche estas estrechas callejuelas empedradas parecen
pasadizos entre las estanterías de alguna inmensa, olvidada biblioteca,
e igualmente silenciosa. Todos los "libros" están firmemente cerrados, y
solo puedes adivinar su contenido por los nombres de sus lomos, bajo el
timbre de la puerta (Joseph Brodsky)
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