Sábado de viaje. Cerca de La Gineta, un toro de Osborne decapitado, la teztuz en el suelo, seguramente arrancada por los temporales de hace unas semanas. Una hora después, otro, este con la cabeza en su sitio pero con un mensaje de pintura blanca en el cuerpo: "Represión y misera. Marca España".
Entre Pozoamargo y Sisante nos saludan, al pasar, los modernos molinos de viento, con sus brazos en lo alto, como coristas bien coordinadas. Don Quijote también habría visto en ellos algo prodigioso y descomunal y se habría enfrentado valientemente a ellos. Y Ramón habría hecho, por lo menos, una docena de greguerías...
Cerca ya de Madrid, paramos a tomar una café. A la entrada, sentados en el suelo en pequeños grupos, treinta o cuarenta estudiantes, seguramente de viaje de estudios. Nos trajeron memorias del nuestro, a Italia, en un autobús como el que tenían al lado...
En Villalba, unos bocadillos rápidos, que a la sombra del Valle de los Caídos hace siempre mucho frío, incluso los días soleados...
Luego Castilla es puro sueño, porque conduce A. y nosotros, de copilotos, nos desentendemos y caemos en profundo sopor. Arévalo, Medina, Tordesillas -por donde se cruza el Duero-, Olmedo, Benavente..., apenas los adivinamos por el rabillo de un ojo casi cerrado. Cuando al fin espabilamos, a las puertas de León, en el horizonte y azules, se divisan ya las altas montañas...
(abc.es)
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