A pesar de una afición que no se nos acaba de pasar -al contrario, cada día parece que se nos acreciente y no cese de medrar-, no ha ido uno mucho a los campos de fútbol. En la tierna infancia, al Hermanos Antuña, y en la juventud tres o cuatro veces a El Molinón -donde una tarde vimos a Quini levantarse majestuoso y, negando la ley de la gravedad, volar sobre el área para realizar una volea gloriosa que se estrelló, con lírico estruendo, en el larguero de la portería de D ´Alesnadro, mítico portero de la U.D. Salamanca-. También conocimos bien, algunos años después, el campo del eterno rival, el viejo Carlos Tartiere -es largo de contar-, y una sola vez el Bernabéu, para ver al Sporting, la misma razón que nos llevó media docena de veces hasta el Carlos Belmonte. Y, si no recuerdo mal, nada más.
Pues bien, en todas esas vistas las persona más agresivas que uno encontró en las gradas fueron mujeres, mujeres mayores casi siempre que se expresaban con una violencia que aún me trastorna al recordarla. En el Carlos Tartiere, por ejemplo, había una señora que cada domingo no paraba de gritar, a diestro y siniestro, a propios y ajenos, unas barbaridades que yo no he vuelto a escucharle a nadie... No sé, tal vez trataban, esas mujeres aguerridas, de compensar de esa manera el desinterés del resto, quién sabe...
No he pisado un campo de fútbol desde hace largos años, de modo que no sé si las cosas habrán mudado algo en este sentido. Tal vez sí. Este vídeo que me ha mandado T. así parece anunciarlo...
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