martes, 19 de febrero de 2013

Viaje de invierno III. Comida familiar

El domingo fuimos a Gijón. A una comida sorpresa que le habían preparado a mi tío M. por su noventa cumpleaños. 

En el camino, vientos furiosos y densas cortinas de agua que cruzaban delante del coche y barrían el asfalto una y otra vez...

Mi tío M. nunca ha sido muy expresivo. Esa economía de gestos le ha permitido llegar a esa edad con un aspecto de lo más juvenil. Nadie le echa semejante cantidad de años. Él pensaba que iban a celebrar una comida con sus dos hijos y sus cuatro nietos. Y cuando entró en el comedor se encontró a más de setenta personas. Hermanos, cuñados, sobrinos, vecinos, amigos... Viejos cuñados, viejos sobrinos, viejos vecinos, viejos amigos... No se le alteró un musculo de la cara. Como si estuviese al cabo de la calle. Saludó a unos y otros y se sentó en su sitio. Sin retórica ninguna. 

Nos encontramos allí a primos a los que no veíamos desde hace cinco, ocho, diez años... Y a mi prima más antigua, A., que después de vivir en Madrid sesenta años, ha vuelto con su marido a vivir a Gijón. Solo los  conocíamos de oídas. Son dos personas encantadoras. Nos lo pasamos muy bien charlando con ellos. Su marido -también A.-, madrileño de Moratalaz, socio del Real Madrid desde los siete años, le contó a P. cómo vio jugar a Di Stéfano, a Puskas, a Gento, a Del Sol... P. le escuchaba con educación, pero yo lo hacía embelesado. Y nos confesó que, después de haber visto a todos aquellos, no tiene la menor duda de que el más grande es Messi. "Como este, yo no he visto a ninguno...". Solo se alteró cuando le mencionamos a Mourinho, al que no puede ver ni en pintura. "Como cualquier aficionado del Madrid que tenga un poco de decencia".

Y así pasamos la tarde, entre estas conversaciones, platos contundentes (sopa de marisco, fabada, caldereta, brazo de gitano, cafés, copas y chupitos...) y fotos, muchas fotos, casi todas hechas por mi prima MT., que es gran aficionada...

Al despedirnos de mi tío M., y preguntarle qué tal lo había pasado, nos dijo con la misma cara de póquer de siempre que otra sorpresa así él no la aguantaba...


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