Domingo. Traen los periódicos la derrota de los villanos: Mourinho cae derrotado en Granada con un gol en propia meta de CR7 (así lo escriben en los papeles) y al PP, por lo que parece, le está sucediendo algo muy semejante...
Pasamos la mañana en estas lecturas y, tras la comida, emprendemos sin prisa el viaje de vuelta ("Venga, iros ya, no se os vaya a hacer de noche", nos apremia F. mientras nos pone entre las manos una bolsa llena de ochíos, tortas crujientes y otras golosinas).
Apenas encontramos tráfico en la carretera. Solo adelantamos una furgoneta bautizada: sobre los cristales traseros, en letras muy historiadas, su nombre: "Mi niña Conchi".
A nuestra derecha, como un diorama, vemos pasar la sierra de Cazorla, sus crestas frías de nieve y los pies al abrigo de un manto viejo de olivos.
Paramos un momento en la gasolinera de El Robledo. Apenas entendemos lo que el encargado nos dice. Atardece y no hay allí más que silencio y ese hombre que quiere que pongamos el coche unos metros más adelante y no sabe cómo decírnoslo. Podría ser, ese lugar, la gasolinera del fin del mundo.
Volvemos hacia casa al lado de un rio, jugando con él, curva va, curva viene. La última luz del dia resbala dulce por el paisaje.
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