Si a mí me diesen a elegir un animal, yo me quedo con el burro. Como Francis Jammes:
Dulces bestias sin queja, que súbitamente moviendo las orejas se sacuden los palos, las moscas, las abejas; y tanto los amo porque bajan la cabeza y, juntando sus patas con dulzura, dejan el corazón rebosante de allegrezza.
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