Los sábados, nada más levantarme, a veces incluso antes de desayunar, leo los periódicos. Bueno, en realidad leo solo dos o tres cosas de los periódicos: antes que nada, el artículo de Enric González en El Mundo, y, un poco por encima, el Babelia de El País. Los artículos de González porque nos obligan a pensar mejor, nos parece que podrían hacernos más sabios, y porque nos llenan de admiración...
En Babelia, por su parte, alimentamos nuestro vicio por los libros.
El sábado pasado nos encontramos varias cosas de interés. Por ejemplo, en la entrevista que le hacían a Manuel Rivas, a propósito de su nueva novela:
Traspasar lo inaccesible es lo propio de la literatura.
La literatura es resistencia, una intervención contra la realidad.
Lo inútil podía influir en lo útil, cambiar la vida.
Otro detector de la literatura es que es una creación que no quiere dominar.
Escribir es estar en una posición de fragilidad.
Toda escritura es poética porque el lenguaje se pone o no se pone en
vilo. Hay palabras que alcanzan esta condición. La lengua se pone en
otro tiempo, que no es pasado ni futuro, sino otro tiempo.
Y este aforismo, que nos ha gustado mucho y que es casi seguro que utilizaré cualqueir día como cita en nuestro Lejos de El Molinón:
Un tris vale mucho.
Aunque lo mejor, que bien podría servir como el título de un libro, fue esto:
Los libros también son gente.
Aunque lo mejor, que bien podría servir como el título de un libro, fue esto:
Los libros también son gente.
A nosotros los de Manuel Rivas nos suelen gustar mucho. Guardamos un recuerdo tan bueno de En salvaje compañía que nos da miedo reelerlo. Tan solo después de acabar Los libros arden mal nos entraron ciertas reservas. Los buenos eran tan buenos, los malos tan villanos... Curiosamente, le preguntan sobre esto en esa entrevista. Él lo niega. Yo creo, en cambio, que es verdad, pero ya no me parece algo tan reprochable. Hay en los relatos de Rivas una postura moral tan nítida como la que encontramos en ciertas películas clásicas, en ciertos wester maravillosos... Esa debe ser la clave de lectura de sus libros. Leídos así, funcionan estupendamente. Aunque tengan hondas raíces históricas; aunque se construyan con los mimbres de la realidad, hay en todos sus relatos una evidente intención alegórica. Sus libros son fábulas que tratan de la eterna lucha entre el bien y el mal.
Y luego, en el Sillón de Orejas de Manuel Rodríguez Rivero, una afirmación y una recomendación:
Al contrario que la vida, la ficción debe resultar siempre convincente.
Y la recomendación, que huele fenomenal, un cómic:
¿Podemos hablar de algo más agradable?, de Roz Chast, en Reservoir Books.
(También recomienda Otoño, cómo no).
A nosotros, empezar un sábado de esta manera, nos alegra el día.
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