lunes, 7 de noviembre de 2016

Crítica literaria II

Este verano, en la playa. 

Debajo de una sombrilla, cada uno en su hamaca, una pareja de sesenta y tantos. Él leía Como agua que fluye, de Yourcenar; ella, El perro de los Baskerville, de Conan Doyle. 

A los diez minutos, el hombre se durmió profundamente, la boca abierta y el libro caído sobre el regazo; ella no, ella pasaba una página tras otra con los ojos llenos de entusiasmo, ajena a todo lo que la rodeaba: los chiquillos que jugaban con la arena, los gritos de los adolescentes persiguiéndose, los chillidos de los bañistas que saltaban, rodeados de espumas, las blancas, altas olas. Tampoco la distraían los ronquidos de su marido. Como si no escuchase nada, como si estuviese sola. Sola y muy lejos y muy feliz.



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