miércoles, 9 de noviembre de 2016

Verano en Asturias, 2016 (Mi madre)

Mi madre lee el periódico. Las esquelas:

- Bonifacia, Ludivino... ¡Vaya nombre que les ponen a algunos! Probes...

Mi madre, que se llama Mercedes, habría preferido que la hubiesen bautizado con otro nombre. Raquel, a mi madre le habría gustado llamarse Raquel. Mi madre, cuando tenía que encargar algo, la reparación de unos viejos zapatos, por ejemplo, al preguntarle el zapatero a nombre de quién apuntaba el encargo, mi madre le contestaba que a Raquel, Raquel García. Y a veces llamaban al timbre y preguntaban por esa mujer, por Raquel, Raquel García, que era mi madre.

Mi madre, después de leer el periódico:

-No quiero que me compréis nada, no se os vaya a ocurrir. Ni ropa, ni perfumes, ni abalorios... Nada. Eso sí, cuando vayáis a Oviedo, tenéis que traerme una alfombrilla para el baño, la más barata que encontréis...

Mi madre está escribiendo, a petición de mi prima M.J., sus recuerdos de Ablaña. En una libreta verde. Lleva escritas un par de páginas.

Ayer le pregunté si había escrito algo más.

-Huy, qué va... ¿No ves que ahora tengo una letra muy fea?


Mi madre, cuando llama por teléfono, si no le contestan al segundo o tercer tono decide que no hay nadie al otro lado y cuelga, un tanto despechada. 

Mi madre, cuando llama por teléfono, presiona cada número con tanta fuerza y tan largamente que en ocasiones le contestan personas que no conoce.

Mi madre tiene la risa fácil y la voz muy joven.



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