En mi casa recibíamos cada año un paquete de postales navideñas que realizaban unos pintores mutilados. Unos no tenían manos y pintaban con los pies; otros tampoco tenían piernas y pintaban con el pincel en la boca. Eran unas postales navideñas llenas de color. Un par de semanas antes de las fiestas, nos sentábamos una tarde y escribíamos a familiares y amigos. Luego, esas postales dejaron de llegar y fueron sustituidas por el teléfono. Dejamos de escribir postales navideñas.
Hoy no hemos recuperado esa vieja tradición. Aunque sí hemos vuelto a escribir, pero en el teléfono móvil, con el wasap...
Así que he pensado que podría utilizar este rincón para recuperar de algún modo aquella costumbre, y, antes de irnos de vacaciones, dejar aquí unas palabras, buscadas entre las citas que vamos sacando de los libros que leemos. Citas que guardamos, como hojas secas, entre las páginas de esas libretas que llevamos en los bolsillos del abrigo. Palabras para todos los que pasen por aquí, para desearles felices fiestas.
He buscado una postal que fuese hermosa y consoladora, y he elegido esta:
"Una noche le preguntó al molinero adónde iba el río.
-Baja por el valle -le respondió- y mueve muchos molinos, dicen que más de sesenta de aquí a X., sin fatigarse lo más mínimo. Luego llega a las tierras bajas y riega todos sus cultivos y atraviesa varias ciudades preciosas (o eso me han dicho) donde viven reyes en grandes palacios, mientras los centinelas montan guardia en la puerta de aquí para allá. Pasa por debajo de puentes con hombres de piedra, que asisten curiosos y sonrientes al paso de las aguas, y personas de carne y hueso que se acodan en el pretil y también se asoman a verlas pasar. Y luego sigue y sigue y cruza por marismas y arenales hasta llegar por fin al mar, donde están los barcos que traen los pájaros exóticos y el tabaco de las Indias. ¡Sí, todavía le queda un largo camino por delante cuando pasa canturreando por nuestra aceña, bendito sea!"
He buscado una postal que fuese hermosa y consoladora, y he elegido esta:
"Una noche le preguntó al molinero adónde iba el río.
-Baja por el valle -le respondió- y mueve muchos molinos, dicen que más de sesenta de aquí a X., sin fatigarse lo más mínimo. Luego llega a las tierras bajas y riega todos sus cultivos y atraviesa varias ciudades preciosas (o eso me han dicho) donde viven reyes en grandes palacios, mientras los centinelas montan guardia en la puerta de aquí para allá. Pasa por debajo de puentes con hombres de piedra, que asisten curiosos y sonrientes al paso de las aguas, y personas de carne y hueso que se acodan en el pretil y también se asoman a verlas pasar. Y luego sigue y sigue y cruza por marismas y arenales hasta llegar por fin al mar, donde están los barcos que traen los pájaros exóticos y el tabaco de las Indias. ¡Sí, todavía le queda un largo camino por delante cuando pasa canturreando por nuestra aceña, bendito sea!"
(R. L. Stevenson)
Nosotros nos vamos pero dejamos la luz de este candil encendida.
Feliz Navidad para ti también, Enrique. Que lo paséis bien.
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