Este verano, si nada nos lo estorba, iremos a pasar un día a Avilés. Subiremos por la calle Galiana, a la sombra de sus soportales, hasta la Plaza del Carbayedo. Comeremos en el Tataguyo. No iremos al Niemeyer. En cambio, daremos un largo paseo por el parque de Ferrera como si estuviésemos en el mismísimo Londres... Y ese día, nos acordaremos de esta historia hermosa que cuenta Muñoz Molina AQUÍ.
Calle Galiana
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