Nos contó J. que los conductores de la empresa, cuando se enteraron del nombre de la nueva librería a la que tendrían que llevar varios paquetes cada día, comenzaron a darse codazos y guiñarse los ojos.
-"Libros prohibidos"- se decían unos a otros, relamiéndose..-Esta sí que tiene que ser una librería buena.
Y estallaban en risotadas de esas que amenazan con quebrar los cristales de las ventanas.
Sin embargo, el primero al que le tocó llevar un encargo, volvió mustio y desilusionado.
-Vaya mierda de librería-entró en el almacén protestando.- Una librería como tantas... Hasta libros infantiles tienen... Vaya engaño de nombre...
La librería es preciosa y, aunque no trafique con libros clandestinos ni venda perversiones ilustradas ni sicalípticas -¿en qué mundo vivirán aún esos conductores?-, tiene un fondo amplio, bien elegido, con un punto de exquisitez.
En realidad esta librería ya existía y no es más que un fruto paradójico y afortunado de la crisis. Es la suma de las dos librerías que había antes en Úbeda, que han decidido sumar capital, libros y esfuerzos, para así reducir gastos. Han dejado sus antiguos y reducidos locales y han abierto en una esquina a la vuelta de la casa de F., un lugar amplio y luminoso, que han llenado de libros por todas partes: en las estanterías, en diminutos veladores, en sillas y sillones, en el mostrador y hasta por el suelo. Antes de entrar, los escaparates, compuestos con el gusto y el cuidado de un escenógrafo del Teatro Real, ya te colocan en la mejor de las disposiciones. Ya dentro, han dispuesto en cada rincón unas pequeñas mesas por si te quieres sentar a leer un rato. No sé si lo sacarán, a partir de ahora, en las guías de esta ciudad prodigiosa y Patrimonio de la Humanidad, pero deberían. Un lugar así mejora cualquier sitio, por hermoso que sea, de un modo incontestable. Además de la recuperación de San Lorenzo, la inauguración de una librería como esta debería pregonarse en las plazas de cada pueblo, para información de las gentes.
Uno, por sostener, en la medida de nuestras menguadas fuerzas, un negocio de esta naturaleza -humano y divino juntamente-, se compró tres cosas: uno de los tomos de Black Sad -un tebeo que nos tiene impresionados-, El compolt mongol -prolepsis: ya la he leído y es una novela magnífica- y Lo que tiene alas -un conjunto de lecturas de Eduardo Jordá, que es un escritor que nos place mucho-.
Tenemos muchos y bien fundados motivos para visitar Úbeda regularmente. Ahora tenemos uno más.
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