Ayer fuimos a casa de mis cuñados a celebrar el cumpleaños de F., que está alojada allí estos días. Íbamos a celebrar su cumpleaños oficial. El oficioso y real fue hace una semana. En realidad F. nació el 20 de febrero, que es cuando la felicita todo el mundo, pero como lo hizo en mitad de la Guerra Civil, cuando la fueron a inscribir en el resgistro el funcionario no aceptó la fecha que le decían y puso la del día, 3 de marzo del 37. Y como somos todos golosos, se les ocurrió a sus hijas llevarle una tarta.
Nos la comimos entre todos después de que F. soplase las velas -en realidad una sola, cifra de todos sus años-. Estaba encendida la televisión. María Teresa Campos y sus invitados lamentaban la muerte de Tony Ronald que, al parecer, había estado en ese programa justo una semana antes. Alguien recordó a María Asquerino, fallecida unos días antes. Entonces mi cuñada dijo:
-Pues los famosos suelen morirse de tres en tres...
Ante nuestra hilaridad, insistió y afirmó que solía ser así: se muere uno un día y otros dos le siguen indefectiblemente al cabo de muy poco tiempo. Nos reímos todos un rato y comentamos que si el rey estaba al cabo de esa ley natural, se encontraría muy inquieto antes de entrar al quirófano.
Al rato, un mensaje escrito al pie de las imágenes anunciaba una última hora: acababa de morir Pepe Sancho.
-Veis -gritó mi cuñada -.¿Qué os decía yo?
Y aunque lamentamos mucho todas esas muertes, nos entró una risa enorme. Y más aún cuando recordó F., ya que estábamos hablando de muertos, que su madre había tenido que viajar en una ocasión con una muerta, concretamente con la primera mujer de tito Juan Antonio, que se murió en Jaén y que como querían llevársela hasta Úbeda, les dijeron los médicos que o se la llevaba la familia por sus propios medios o tendrían que esperar un par de días. Y que si decidían lo primero, que no perdiesen el tiempo ahora que estaba el cuerpo aún caliente, pues luego sería mucho más difícil. Que le pusiesen una manta encima y se la llevasen en el coche. Y así lo hicieron.
-Un viaje malísimo tuvo mi madre, que llevaba a la difunta sentada a su lado y se le caía encima en las curvas...
Pues que sepáis, los accidentes aéreos siempre son de dos en dos.
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