Si el Día del Trabajo se celebra en un país con más de seis millones de parados -y los que vendrán-, ¿no habría que ir pensando en cambiarle el nombre a esta festividad?
Si la ministra de trabajo no ha trabajado nunca y su gestión más seria es ponerse de rodillas y pedirle ayuda a la Virgen del Rocío, ¿también habría que ir pensando en cerrar ese ministerio y mandar a la ministra a su casa?
Si todas las medidas que se toman cada viernes en el Consejo de Ministros hacen más grande la herida -la de la deuda, la del paro, y no sé cuántas más...-, ¿será que los intereses de los que toman esas decisiones no tienen nada que ver con las de los trabajadores?
Si el Congreso -por el Senado ya ni se pregunta- solo sirve para que se desahoguen unos y otros escupiéndose su aparente desprecio -qué manera de cerrar el micrófono la pequeña Soraya Sáez de Santamaría- y no se decide nada porque ya llega allí todo cocinado..., ¿no sería mejor evitarnos ese bochorno a los ciudadanos?
Si ya apenas se habla de trabajadores - los proletarios se extinguieron hace ya mucho tiempo-, sino de ciudadanos, y a estos se les toma el pelo una y otra vez, ¿habrá que buscar otras denominaciones para el común de las gentes -¿chusma?, por ejemplo-?
Si los partidos y los sindicatos están más interesados en mantener sus negocios particulares y de esa incómoda chusma solo se acuerdan cuando llegan las elecciones, ¿qué democracia es esta?
Si muchas de las leyes que rigen nuestra convivencia, y no pocos de los artículos de la Constitución, no son más que papel mojado, ¿a qué esperan los que deben arreglar ese desaguisado?
Y, para acabar, dos últimas cuestiones:
Si vive uno en una región que ha caído bajo la advocación de Mª Dolores de Cospedal, sacrificada mujer de mantilla y contratos diferidos o disimulados, pero no vemos ningún otro territorio mejor gobernado, ¿a qué lugar puede uno huir?
Si el presidente del gobierno es un señor que ni sabe ni contesta, ¿qué se puede esperar?
Amargo día este, desde luego...
Incontestable, compañero. Lo digo como alabanza y como respuesta. No las hay, témome.
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