martes, 21 de mayo de 2013

Fan

El primero que nos habló de ellos fue S., cuando nos encontramos con él, después de largo tiempo, en su pueblo. Nos habló de ellos con entusiasmo, y nos contó que les había mandado un mensaje, para decirles que se había hecho muy partidario.

A los pocos días, como suele suceder con estas cosas, apareció una breve entrevista en El País.

Fue entonces cuando escuchamos sus canciones en el spotify. Me ganaron por completo.

Desde ese momento me convertí en un fan entregado. Intenté incluso conseguir adeptos. Sin embargo, a P. y a A. no les hacen ni mucho menos tanta gracia como a mí.

Escuchamos su disco en el viaje a Logroño, a pesar de las quejas de P. Se lo puse a J.A. y a N. Yo les explicaba que solo empapándose desde la tradición podía uno ser tan verdaderamente moderno y original, que solo desde un lugar como San Antolín de Ibias u otro lugar semejante podía haber surgido una música como esa, tan fresca y tan tocada por la gracia, y bla, bla, bla. N. y J.A. no se pronunciaron y, al final, se durmieron.

Luego, cada mañana de ese viaje, para levantar de la cama a los remolones infantes, tarareaba  con voz bien alta uno de sus estribillos: "Muchas gracias por amargarme el día, muchas gracias por hacerme sufrir..." Infalible. Antes del tercer verso ya estaban en pie. 

Pero hasta ayer, distraído, no me había dado cuenta cabal de la letra de Testamento ("Cuando me muera, si es que me muero...", que es un comienzo poderoso y genial, ¿no?). Y ahora soy, si cabe,  más fan aún.



                     

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