A veces, muy raras veces, me sale un aforismo. Siempre sin querer. Casi sin darme cuenta. Como les nacen los jaramagos a las cunetas. Suele ser cuando paseo, o en la ducha, o cuando no estoy haciendo nada. Lo decía Azorín, que para un escritor era muy importante dedicar muchas horas a no hacer nada. Y para los que no somos escritores pero escribimos, también.
El jueves pasado, cuando volvía del partido de los jueves, relajado, cansado y lento, me salieron, vaya a saberse por qué, estos dos -existenciales y trenzados- más uno más un poco más largo, ese sí que sé por qué, en el cruce de la calle del Tinte.
El jueves pasado, cuando volvía del partido de los jueves, relajado, cansado y lento, me salieron, vaya a saberse por qué, estos dos -existenciales y trenzados- más uno más un poco más largo, ese sí que sé por qué, en el cruce de la calle del Tinte.
Lo normal es ser normal, esto es, cultivar dos o tres rarezas y comportarse en lo demás de un modo corriente.
Sin embargo, qué raro ser uno mismo, pudiendo ser cualquiera.
Sin embargo, qué raro ser uno mismo, pudiendo ser cualquiera.
¡Cómo miramos a los peatones que cruzan en rojo los semáforos ! ¡Qué lección cívica en nuestra mirada! Los que se dan cuenta de esas ojeadas, agachan la cabeza y disimulan. Por eso no se enteran de que, si continúan sin verse coches en el horizonte, también cruzamos en rojo nosotros...
(dasberlinfestival.blogspot.com)
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