Siempre he sido muy envidioso de esos nadadores -ellas o ellos- silenciosos y elegantes que, con apenas un par de brazadas, cruzan toda una piscina olímpica o llegan, desde la orilla, a mar abierta. Sin levantar una gota de agua y sin aparente esfuerzo ni fatiga, con la misma naturalidad con la que otros respiramos, vencen la resistencia del agua como una flecha el aire.
Uno, dentro del agua -medio muy hostil, según nuestra amiga H.-, solo sabe mantenerse a flote -que no es poca cosa-, pero al intentar avanzar unos metros componemos la más desmañada figura que imaginarse pueda: agitamos, rígidos, las piernas; braceamos sin ton ni son, desacompasadamente; por mucho que abramos la boca, apenas somos capaces de meter en los pulmones una bocanada de aire; finalmente, tragamos notables cantidades de agua -clorada o marina, depende- que nos hacen sacar la cabeza y agitarnos como pollos lanzados a un estanque. Por todo ello, no pasa mucho tiempo cuando ya andamos sin resuello, bermejos, sin aliento, asfixiados... Y lo que es peor y muy humillante, a pesar de tan grandes esfuerzos, apenas nos hemos movido un punto del lugar de partida...
Fue por todo esto, además de por la fantasía inocente de prolongar los dulces días del verano, por lo que decidí apuntarme, los primeros de septiembre, a un curso de natación. Los sábados y domingos, a prima hora. Sin embargo, como no había plaza para el primer trimestre, me apunté en el segundo, que comenzaba a finales de enero...
Ya casi me había olvidado de ello cuando llegó el momento de empezar... Por uno de esos desacuerdos que tienen a veces las administraciones, aunque uno estaba apuntado a un cursillo de iniciación, en la piscina que me asignaron -una que está a cinco minutos de casa-, impartían solamente cursos de perfeccionamiento... Afortunadamente, la monitora que me tocó en suerte me pidió que me lanzase a la piscina y que tratase de nadar, a ver qué sucedía... Obedecí de inmediato y di unas cuantas brazadas, tratando de disimular mi múltiples carencias. Sorprendentemente, decidió quedarse conmigo, supongo que por la única razón de que no me ahogué...
-No sabes respirar y estás totalmente descoordinado -me dijo con un tono neutro-, pero te puedes quedar.
Esta decisión me alivió mucho pues, de no admitirme, tendría que haber ido a otra piscina que está en los confines de la ciudad...
Llevo ya seis clases. Sigo sin saber respirar bien y tampoco he logrado coordinar mis movimientos como es debido. Incluso en una ocasión, practicando el estilo espalda, me golpeé en la cabeza al terminarse la piscina y no darme cuenta a tiempo de ello... Sin embargo, de vez en cuando consigo un par de brazadas buenas, respiro con regularidad un par de metros, muevo las piernas armoniosamente dos o tres segundos... Le he preguntado a mi monitora, una muchacha bajita, fibrosa y paciente, si cree que llegaré a saber nadar algún día.
-Por supuesto-me contestó sin dudarlo.- Todo es cuestión de práctica...
Como es natural, soy el último de la clase, el más torpe, y muchas veces me manda unos ejercicios diferentes a los de los demás. Soy, en esas clases, como aquellos muchachos que, por lo que fuese, iban un tanto retrasados y colocaba el maestro a su vera, en su misma mesa, para poderlos ayudar... A mí me pone en la calle uno, junto al borde de la piscina, para tenerme cerca y recordarme, cada dos por tres, cómo debo realizar los movimientos:
-E., escucha, primero un brazo, cuentas hasta tres soltando el aire por la nariz, y luego el otro, sacas la cabeza y respiras... Pero despacio, relajado, que parece que te persigue alguien...
Y yo intento hacerle caso, pero al rato ya estoy como esos gorrinos que lanzaban a las aguas de un pequeño muelle, en las fiestas de Perán, entre Perlora y Candás, para que el mozo más hábil lo alcanzase y se quedase con él... Y le repito la pregunta a mi monitora pequeña, fibrosa y paciente:
-¿De verdad crees que voy a conseguirlo?
-Pues claro, peores cosas he visto...
Es muy buena persona mi monitora.
(altorendimiento.com)
Grandes problemas proporciona el agua, a diferencia del vino
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