viernes, 13 de junio de 2014

La abdicación

Debí darme cuenta al leer aquel reportaje. Pero nosotros la perspicacia la tenemos habitualmente bajo mínimos. Despertó en nosotros aquella lectura la indignación y la decisión de no comprar nunca más ese periódico; sin embargo, no supimos interpretar que ese reportaje -publirreportaje más bien-, anunciaba el cambio que me iba a empujar a cumplir la promesa tramposa de volver aquí cuando el Rey abdicase.

Era un reportaje sobre Letizia, y, lo confieso, comencé a leerlo por puro morbo, por si contaban, por ejemplo, cómo su carácter la llevaba a mostrarse áspera con el servicio, o con su esposo, cosas así. Y si continúe leyéndolo fue porque no daba crédito a lo que mis ojos veían en aquellas líneas: una verdadera hagiografía de la muchacha, adornada de vez en vez por exageradísimas loas al Rey, a su hijo y prácticamente a toda la familia, excepción hecha de los que tienen exiliados por ahí.

Era, ahora lo veo, como esos anuncios que pagan las grandes empresas antes de abrir un nuevo y más hermosos centro comercial, o el último modelo de esta o aquella marca automovilística...

Hay tanto ruido en estos días sobre este asunto que uno no sabe muy bien qué decir. Desde un punto de vista personal y egoísta, a mí la abdicación de este hombre lo único que me supone es tener que volver a este blog y abandonar las lecturas compulsivas. Sobre lo que supondrá para el país, el mundo y el universo todo, eso ya es harina de otro costal. Plumas más inspiradas e informadas que esta mía tan desplumada han dicho ya de todo. Probablemente lleven todos su parte de razón. Yo, modestamente, me atrevería a añadir ,entre las razones que se han expuesto para explicar esta decisión, la de tenernos a todos entretenidos entre el final de la liga de fútbol y el comienzo del mundial. Apenas han sido un par de semanas, pero para muchos habrían sido días de un vacío existencial terrible de no ser por la ayuda de nuestro monarca, tan atento siempre a las necesidades de la ciudadanía, y tan campechano. También me parece a mí, por la pocas imágenes que hemos visto en la tele, que este hombre está muy enfermo, y eso sí que lo siento, porque como no se cuide un poco más y mejor, nos vamos a quedar pronto sin reina madre, que será, digo yo, la figura que le asignarán, ¿no?

En fin. Sean estas o aquellas las razones de este cambio, lo que parece claro es que el esfuerzo de publicidad y promoción que le están prestando a los herederos es descomunal y cargante. Y que a pesar de que todo se desmorona, nuestros políticos siguen erre que erre, como aquel memorable personaje de Paco Martínez Soria -¿te acuerdas, J.A.?-. Mientras crece la pobreza, ellos parecen más cómodos tratando de  cetros,  coronas y  armiños...  Como tunos cantándoles a los novios en una boda...

Lo que no se me ha escapado es que tanto el Rey como la Reina están preparando un asesinato o un atraco. ¿Cómo no se da cuenta nadie? A lo mejor quieren matar a Corina, o defraudar a unos pensionistas con una cadena piramidal o algo semejante. Si no fuese así, ¿a qué tanta prisa por aforarlos? No me enteré cuando el reportaje aquel, pero esto lo veo claro como cielo de verano. Estos dos están tramando, sin duda, un hecho.

En fin, por mi parte he decidido olvidarme de todo este asunto y dedicarme en cuerpo y alma, como en la infancia, al mundial de Brasil...

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