Repasando ayer con P. para un examen de Cono, en lugar de "diástole", repetía una y otra vez "ástole". "Sístole y ástole", decía una vez y otra. De manera que tuve que echar mano de un método pedagógico infalible: la música. Abrí el spotify y le puse esta canción:
Y ya lo memorizó estupendamente, porque para estas cosas, como la música no hay nada.
Se lo tengo dicho a mis alumnos: si yo tuviese buena voz y cantase bien, o por lo menos de un modo decente, yo las clases las daría entonando, melodiosas y musicales, cantando los temas, los que fuesen, lo mismo el sintagma nominal que el teatro barroco, las funciones del lenguaje que los textos argumentativos, las lenguas de España o las vanguardias... Como aquel maestro de "Amanece que no es poco", así daría las clases y los alumnos aprenderían la lección sin esfuerzo y en un santiamén.
Recuerdo la primera vez que vi la película de "Amanece que no es poco". No sabía que era de tipo subrealista y no entendía nada. A mitad de la película tuve que buscar información en Internet y, ya con los conceptos claros, poder disfrutar de ella.
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