Cada noche teje el otoño en nuestra calle una alfombra, espléndida y dorada, de hojas secas. Y cada mañana aparecen los barrenderos y la deshacen con sus escobas, y meten todas esas hojas viejas en los cubos de la basura. Así cada día. El otoño bordando esa alfombra dorada, y los operarios municipales deshaciéndola. Hasta que llegan estos, se ve la calle bellísima.
Cada día sucede lo mismo. Hasta que llegue el invierno y ya no haya nada que tejer. Entonces se van a joder los barrenderos.
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