sábado, 28 de noviembre de 2015

El café de la sabiduría

El otro día, revisando unas libretas de esas que acostumbro a llevar en los bolsillos, descubrí en una varios sobres vacíos de azúcar. Eran sobrecillos de Cafés Oquendo. ¿Por qué los dejé allí guardados, como  hacían antes las jóvenes románticas con las florecillas del campo, dispersos entre sus hojas? Lo recordé al instante, en cuanto les di la vuelta. Bajo el título de ¿Sabías que..., cada uno de esos sobres te proporcionaba una información curiosa y peregrina, sin duda muy valiosa para hacerte una cultura, pegar la hebra por ahí y, como se dice ahora, socializar como es debido.

Uno de ellos, el primero que leí, te explicaba que la guía telefónica de Islandia no está ordenada por apellidos, porque los apellidos, en ese país, se forman añadiendo una terminación al nombre del padre o de la madre, y que esta sufijación varía según se sea un niño o una niña. De manera que, si eres islandés, resulta más sencillo ser reconocido por tu nombre real que por tu apellido.

El resto, uno explicaba la razón por la que se emplea una pistola para dar la señal de salida en la pruebas olímpicas de atletismo, y los otros dos no los pude descifrar, porque se les había ido la tinta. Algo quise adivinar en uno sobre el embarazo de no sé qué clase de mamíferos, y de unas crías que pesan al nacer unos 90 kilos y miden un metro de altura... 

Imagínense la escena: tras una comida satisfactoria, se toma uno un café y mientras se lo va bebiendo, sorbo a sorbo, despacio y relajadamente, lee estas cosas. Les aseguro que es imposible no llegar a la convicción de que, si uno persevera, y con solo beberse unos cuantos cafés al día, acabará convirtiéndose un verdadero sabio. 

Por todo ello, propongo desde este humilde rincón que le concedan, en la próxima edición, el Premio Princesa de Asturias, en la modalidad que crean más conveniente, a esta empresa cafetera asturiana. Por su dulce y aromática labor de difusión cultural. A mí me parece una candidatura irreprochable. Teniendo en cuenta que el café es un estimulante perfectamente reconocido, no llamaría a engaño a nadie y no tendría que salir luego el presidente emérito y vitalicio de la Fundación a excusarse de nada.

 www.azucarpicasso.com

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