miércoles, 5 de diciembre de 2012

Ese galán

El otro día buscamos la intervención de Arturo Fernández -ese galán- de la que nos habló mi padre. Fue en uno de esos programas inefables de la TDT...





Ante unas imágenes como estas uno no sabe si indignarse o sentir lástima. La verdad es que a nosotros, más que irritarnos, nos entró una pena muy grande y muy honda. La escena resulta bastante incoherente, porque declara semejante majadería rodeado de unos personajes no muy agraciados, que además, si uno se fija, intensificaban su fealdad al reírse a mandíbula batiente, un poco forzados, exagerando su hilaridad. El pobre Arturo -ese galán-, se crece con esas risas y ya la pena que produce es profunda y flamenca. Pobre hombre, primero le hacen una estatua a las afueras de Oviedo (pasarán las gentes, cuando ya nos estemos, frente a esa estatua y alguien preguntará quién sería ese hombre -porque por muy mal dadas que vayan las cosas siempre existirá alguien curioso-, y nadie sabrá darle noticia verídica: ¿un médico o un maestro que ejerció en ese pueblo?. Nadie lo sabrá, y tendrán que seguir ignorantes su camino esas gentes futuras) y ahora esto.



Como actor poco podemos decir de él. Nunca hemos visto una obra suya, ni tampoco sus intervenciones televisivas, y películas..., películas no recordamos tampoco ninguna... Lo más llamativo es ese vocativo que algunos encontraban muy graciosos y que él no dejaba de repetir. Nada más. Recuerdo que un día, en clase de semiótica teatral, la profesora Bobes, mujer en verdad ilustre, alabó mucho su teatro... Jóvenes iconoclastas -al menos eso nos creíamos-, no dábamos crédito y semejante afirmación nos escandalizó lo indecible. "¿Tanto estudio de semiótica teatral, tanto Kowzan, tanto Van Dijk, y nos salía al final del curso con eso?" Ese día sí que nos indignamos...

Luego me contó mi padre que salió ese galán en otro programa pidiendo disculpas, pero debió aprovechar también para echar un mitin, porque comenzó mi padre a alabarle y a explicarme que había dicho verdades como puños -una clase de verdad siempre muy peligrosa-, etc. etc. Porque mi padre, creo que ya lo he contado alguna vez, cuando me descuido me echa la charla sin piedad alguna...

En fin. Hace unos días me encontré esto, que no es mala contestación a don Arturo, ese galán.

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