miércoles, 9 de enero de 2013

Crónica navideña III



Infancia

Decidimos dar un paseo esta mañana por los paisajes de cuando uno era niño. Unos continúan casi igual. Otros, en cambio, nos parecieron irreconocibles. Hacemos una lista:

-El viejo colegio de San Pedro en el que mi madre me abandonó una mañana con solo tres años, en una cola de chiquillos tan desconsolados como yo.



-Los descampados del Patronato donde se levantan ahora decenas de pisos.



-El muro del campo de fútbol al que nos subíamos a ver los partidos del Caudal y desde donde, una noche, vimos volar a un delantero centro y marcar el gol de cabeza más hermoso de la historia (mala suerte que fuese el del equipo contrario, el Langreo).





-El viejo Patatal donde tanto jugamos, hoy vallado y sembrado de falsa hierba artificial.



-La escombrera que se ha convertido en un instituto de educación secundaria.




-Y el río San Juan, que ahora baja limpio como un yonqui que, tras largos años de malandanzas y miserias sin cuento, se hubiese rehabilitado. Lo cruzamos por una pontiga de madera y seguimos el paseo sin decir palabra, todo ojos.






Imagen

La última luz de la tarde se estrella contra  las ventanas de las casas como un pájaro de fuego.




Periódico II

"Unos activistas secuestran la figura del belén de Santiago de Compostela y la dejan tres días después en un cajero pasando la noche como un sin techo".





Conversaciones

Conversación 1ª

En el ambulatorio, con mi madre. Mientras esperamos nuestro turno, dos mujeres conversan frente a nosotros:

-¿Qué tal las navidades?
-Como siempre. Sin pena ni gloria. A mí es que estes fiestes nunca me gustaron. Y desde que no están mi padre ni mi madre, menos...
-¿Y tú, cómo estás?
-Pues mal, la verdad, mal. Yo, si me muriese ahora mismo, no me importaba.
-¡Muyer!, no digas eso...
-Pues dígotelo y repítotelo: si me muriese aquí y ahora, lo mismo me daba. Tú crees que con 59 años que tengo encuéntrome como si tuviese 85. Yo no sé, fía, cuando tenía el azúcar por les nubes, estaba como una chavala, como si acabase de cumplir los dieciocho..., y ahora que lu tengo baju, no me pueo aguantar...
-Ya, qué raro...
-Estoy que nun aguanto a nadie, ni a mí misma me aguanto... Y el día de Navidad va el mi hombre y compra-y una pandereta a la nieta. Yo no sé en qué piensa esi hombre, parez que no se da cuenta de que no estoy bien... Pa la comida y limpiar los cacharros sí ye curiosu, en eso no tengo queja. Pero pa lo demás... Hacer les cames o poner una lavadora, pa eso no pueo contar con él. Y además, de un tiempu a esta parte volviose más repunante... To-y parez mal. Y presumíu, él, que nunca lo fue. Pues resulta que se pasa ahora una eternidá mirándose al espejo, acicalándose... De vieyu, gaiteru...

Y ya nos llamaron, a mi madre y a mí, y no escuchamos más.


Conversación 2ª

En el bar, con mi padre, la misma mañana.

X -¿Adiós, E.!
E -¡Vaya usted con Dios!
X -Yo con Dios nun voy a ninguna parte.
E -¿Entonces?
X -Yo soy ateo. A mí dícesme Dios y como si me dijeses la mula Francis...











2 comentarios:

  1. Jajajajaja, ¡qué buenas las conversaciones! Realmente espero algún día escuchar un diálogo entre asturianos en vivo y en directo, porque aunque lo leo, me parece irreal que haya gente a unos cuantos kilómetros que hable así.

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  2. Te prometo que, más o menos, esas conversaciones no solo son verídicas sino bastante fieles..

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