lunes, 17 de febrero de 2014

El arte de pedalear

La bicicleta, como el paraguas, es máquina lograda de un modo definitivo (no la toquéis más, que así es la rosa...) y, como el paraguas, un objeto humano, muy humano...


Yo voy cada mañana al trabajo en bicicleta, una vieja bicicleta un poco escéptica, sentimental y cantarina. Cuando voy andando voy solo. En bicicleta, sin embargo, voy acompañado. 

Según el juego de piñones que elijamos, mantenemos conversaciones de muy distinta naturaleza. Dependiendo del ánimo de cada día, elegimos una u otra marcha, combinando platos y piñones. 

Y de este modo, hay mañanas serias que pedaleamos en alejandrinos, que es un pedaleo largo y con cesura: siete pedaladas, una pausa, y otras siete pedaladas (los lunes y los martes); otras, en cambio, lo hacemos en octosílabos alegres y vivos (los miércoles y, sobre todo, los viernes. Los jueves, desconozco la razón, son dodecasílabos)... Pero también hay, algunas veces, mañanas de tetrasílabos, de hexasílabos, de endecasílabos y heptasílabos combinados... Días de arte menor -la mayoría- o de arte mayor, y casi todos asonantados...

Y así vamos cada mañana, contando, con los pedales, sílabas sobre el asfalto


2 comentarios: