miércoles, 19 de febrero de 2014

El ciervo

Lo anunciaron hace unas semanas en la radio. Al parecer, y sin que nadie haya podido dar ninguna explicación hasta el momento -por lo menos en la radio no han vuelto a mencionar el asunto-, apareció, en el pueblo de Cenizate, provincia de Albacete, un ciervo. Era un ciervo desconocido en estos lugares, un ciervo de origen centroeuropeo (cervus elaphus), de tremenda cornamenta, que se paseó majestuoso por el pueblo, como un monarca antiguo. Hasta que la Guardia Civil intervino, lo capturó y puso fin así al prodigio.




No sé si las gentes de Cenizate estarán al corriente de ello, pero un ciervo de esa especie es emblema de la sabiduría ("ciervo" significa el que debe ser capturado) y esas astas tremendas son el medio a través del cual reciben los mensajes que los dioses desean transmitirles a los hombres. Que aparezca por tu pueblo un ciervo como ese tiene que significar, por tanto, algo muy profundo. Ese ciervo que apareció milagrosamente en Cenizate era un heraldo de los dioses, conocedor del misterio de la inmortalidad; era, ni más ni menos, la sabiduría que espera ser revelada; "la intuición inteligente que, viviendo en el corazón de los hombre, solo pertenece a Dios". ¿Cómo, si no, explicar su presencia?

Y en la radio, ni palabra de todo esto. Y, claro, los vecinos, sin enterarse de la gravedad de esa visita inesperada. Y la Guardia Civil, a uvas. Desde luego, este mundo nuestro va perdiendo la memoria de cosas muy incumbentes y resulta, por ello, un mundo cada vez más pobre. ¿Qué mensaje traería entre sus astas el ciervo de Cenizate? Por culpa de la Benemérita nos vamos a quedar sin saberlo.




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