viernes, 26 de abril de 2013

Un poeta

La primera vez que supimos de él fue hace ya muchos años, en una conferencia. No recordamos ni al conferenciante ni lo que nos contó, pero sí uno de los poemas que nos leyó aquella tarde, este:

Tempus fugit

Lo dijeron Horacio y el Barroco:
cada hora nos va a cercando un poco 
más al negro cuchillo de la Parca.
¿Qué es esta vida sino un breve sueño?

Hoy lo repite, a su manera, el Marca:
en junio se retira Butragueño.


Buscamos entonces a su autor. Lo encontramos, compramos un libro suyo. Luego otro. Y desde entonces van entrando en casa sus nuevos poemas, como cosa familiar y querida.

Los últimos que han llegado, los de Átomos y galaxias, nos han estado acompañando esta semana, y ya se han instalado para siempre en esta casa.

Es su autor hombre extraño, antiguo profesor de la Universidad de Granada, montañero que se perdió una vez por las cumbres de Sierra Nevada y reapareció después misterioso y peregrino. Hombre de fe, de familia numerosa y de algunas ideas difíciles de aceptar. Pero, sobre todas esas cosas, es para nosotros el poeta que mejor canta el mundo y sus pequeños afanes, el poeta de las cosas enormes y también de las menudas, de la gracia de la rima, del soneto o el verso libre, del humor y la ironía, de lo ligero y lo profundo... 

Seguramente, si fuese vecino o conocido, no tendríamos trato con él. Pero probablemente eso nos ocurriría con la mayor parte de los escritores que nos gustan, si se diese el caso de llegar a conocerlos y tratarlos. A nosotros nos basta el poeta. A ese querríamos tenerlo siempre a nuestro lado. Porque nos hace en cada uno de sus versos mejores de lo que éramos antes de leerlos, porque el mundo es más hermoso, ancho y deseable cuando él nos lo canta...



(amazom.com)


Cuervos

Han bajado al rastrojo
llevados por su instinto: buscarse el alimento,
llegar vivos a cada atardecer, reproducirse, repetir el ciclo
que desde los orígenes del tiempo
les impone su especie. Ni felices
ni tristes, van y vienen sobre el campo
invernizo. No saben que lo que están haciendo es vivir. No sospechan
el simbolismo funeral del negro,
ni que su vuelo pronostica lluvia,
ni lo que significa "Nevermore".
Y menos todavía
que en este instante están imitando un Van Gogh.



Carballo

Te debo una palabra, compañero,
viejo carballo que cada mañana
me saludas detrás de la ventana
en tu idioma silvestre y pajarero.

Por esa especie de fidelidad
que acompaña y anima mi labor
diaria, por el cálido rumor
con que me asistes en mi soledad,

que te visiten lluvias oportunas,
que el favor de los soles y las lunas
prolongue muchas décadas tu edad,

que cada renovada primavera
traiga a la intimidad de tu madera
algo así como la felicidad.



Avecedario

La golondrina, aguzada
como un flechazo de Amor;
el mirlo madrugador,
gayarre de la enrramada;
la tórtola que, enlutada,
borbota su desconsuelo
en Fontefrida; el mochuelo
dando ejemplo de atención.
Y los gorriones, que son
la calderilla del cielo.



Almofrey

Desde los misteriosos
orígenes del tiempo
vienen tus aguas in-
terminables fluyendo

por este sonoro 
túnel, oscuro y fresco,
de inveterados robles,
avellanos, fresnos.

Inmóvil en tu orilla,
largamente contemplo
cómo transcurres, siempre
el mismo y siempre nuevo.

¿Inmóvil? -No; que no
me engañe ningún sueño
de permanencia: yo
también estoy corriendo;

en mí todo se va;
yo también estoy hecho, 
como tú, de las aguas
fugitivas del tiempo.

Pero yo me iré y tú
continuarás fluyendo
por este túnel, siempre
el mismo y siempre nuevo.



Programa

-Nunca contar en norteamericano.
-Que no me gane nadie a perdedor.
-Ser firme en preferir hechos a mano
los zapatos, los versos y el amor.
-Nunca olvidar que ser un artesano
capaz y honrado es ser más que el mejor.
-Y, aunque la necedad me llame necio,
no confundir jamás valor y precio.



Regalos

Despiertas y te asomas a la mañana intacta:
una luz recién hecha -alguien te quiere-,
el paisaje, la gente, pájaros, nubes, perros,
el "partido del siglo" de esta semana, flores,
frutas, montañas, vinos, músicas, librerías,
fotos de Raquel Welch y de Audrey Hepburn
y veinticuatro maravillosas horas nuevas
para en ellas vivir, vivir.

Y te das cuenta
de que todas las noches dejan en el balcón
verdaderos regalos. A su modo
todas las noches son noches de Reyes.



Teofanía

El mismo Dios que se manifestó
a Moisés en el monte Sinaí
entre truenos y espanto, a mí
también se mostró,
aunque con diferente mise en scène.

Fue el 70 y en Méjico. Aquel día
pude intuir el esplendor divino
-Verdad, Belleza y Bien
uniformados de amarillo- en
-¿cómo lo explicaría?-
aquella luminosa melodía:
Gerson, Pelé, Tostao y Rivelino.

No era un milagro, ya, pero a mí me 
hizo tener un poco más de Fe.





(futebolemfotos.blogspot)











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