Mañana, de madrugada, nos iremos hacia el Norte. Estaremos, por tanto, unos cuantos días sin pasar por este desván nuestro donde vamos arrumbando algunas de las cosas que nos pasan. Pero por si acaso alguien se acerca a él y no nos encuentra, vamos a dejar aquí, además de esta curiosa postal, una hermosa canción, que no es de navidad pero lo parece. Cada vez que alguien pulse el play, comenzará a caer la nieve como sucede en esas bolas de cristal que encierran un paisaje dentro, al sacudirlas. Y se escuchará una bella melodía.
viernes, 23 de diciembre de 2011
jueves, 22 de diciembre de 2011
Ayer
I
Han puesto una pequeña feria del libro al lado de casa. Son apenas cuatro o cinco casetas. Nada más inaugurarla, bajaron las temperaturas como suele hacerlo el Ibex 35 en estos tiempos, y se veía a los libreros ateridos en una esquina de su galpón, muertos de frío. En esta ciudad, en cuanto levantan una feria de esta clase, se tuerce el tiempo invariablemente. En cuanto aparecen estos libreros vagabundos llegan en estampida vientos furiosos y afilados, se aborrascan los cielos y caen unas lluvias desapacibles y tenaces.
Los libros que traen consigo son como ellos, viejos, escépticos y polvorientos. La mayoría, solo con ver el título, echan para atrás: esoterismo, biografías de grandes hombres, diccionarios de armas o de la Guardia Civil, tristísimas colecciones de clásicos con las portadas de cartón y un papel pobre y desahuciado...Estuvimos a punto de comprar uno que se titulaba La salud por la cebolla, el ajo y el limón. Nos pareció un título magnífico. Sin embargo, además de algunos cuentos para los críos, finalmente nos volvimos a casa con una vieja edición de Voces en Ruidera, una de las novelas de Plinio que con tanta gracia compuso García Pavón, la Historia de Roma de Indro Montanelli y El faro de Blackwater, de Colm Tóibín. Tan contentos.
II
Manifestación de funcionarios. Después de dejar a P., que estaba invitado a un cumpleaños, en los cines de la nueva estación, engalanada con abundantes luces navideñas pero con muy pocos viajeros, me fui andando lentamente hacia la Fábrica de Harinas, de donde salía la marcha. Nos encontramos frente a ella a la altura de la gasolinera del Paseo de la Cuba. Venían flameando, como estandartes, muchas banderas, rojas , verdes y amarillas. Nos disolvimos en ella. Era hermoso ir caminado sobre el asfalto envejecido, sin coches y rodeado de tanta gente. Atardecía y el frío se iba destilando en el aire cada vez más limpio y puro. De pronto, mezclados con ese frío, el veneno de la melancolía y la conciencia dolorosa de que, hagamos lo que hagamos, esta batalla la perderán los de siempre...
III
Al rato tuve que salirme de la corriente reivindicativa y, como un salmón, poner rumbo, río arriba, hacia el instituto. Tenía la evaluación de mis alegres tutorandos. Ya era de noche, y andando despacio por el paseo, a la orilla del parque, me parecía caminar por el arrabal de una ciudad distinta, mucho más al Norte: Berlín, Moscú, Praga. Sin embargo, si mirabas hacia el Oeste, el cielo, de un lujoso azul, era, sin duda alguna, un cielo del Sur. Se iba apagando como la voz de un padre que acuna a un hijo, muy dulce y suavemente... Luego, ya muy cerca de mi destino, en un semáforo cerrado se colocaron a mi lado dos de esos corredores que salen al oscurecer a fatigar los parques y las avenidas. Supongo que para no quedarse fríos, no dejaron de dar saltos ni un momento, como si siguiesen corriendo pero sin moverse del mismo punto fijo. Eran, esos saltos que daban, muy graciosos, y parecían dos muñecos de un espectáculo de títeres, un poco desmadejados los dos, sin parar de hablar. Y aunque esos corredores nocturnos siempre me despiertan una gran piedad y cierta pena, estos me pusieron de muy buen humor y la evaluación -la de estos muchachos míos que escriben "ténebre", "San Chopanza" o "¡Adiós, Regenta!"- se desarrolló muy plácidamente.
IV
A la vuelta, los cristales de los bares se veían muy empañados porque estaban todos llenos de gente que seguía el partido entre el Alba y el Atlético de Madrid en el Calderón. Me acerqué a uno y pegué la cara al cristal como niño pobre en el escaparate de una pastelería. Ganaba el Alba y se veía a los parroquianos muy ilusionados. En uno de ellos, a la puerta había dos viejos que, ajenos al partido, hablaban muy animadamente. "Esto era el patio de mi casa", le decía uno al otro. "Debajo de donde ahora está el televisor había un pozo, y allí, donde la máquina del tabaco, teníamos una higuera que daba una sombra que no había otra igual en el verano. La había plantado mi abuelo..."
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Postrimerías
Casi con el año se murió la tía Juanita. Tenía 96 años y llevaba varias semanas yéndose y viniéndose. Era una mujer simpatiquísima y muy hospitalaria que agradecía mucho que la visitásemos. Sin embargo, desde hace ocho años, cuando murió su marido, el tío Tomás, se le habían ido desencuadernando los recuerdos, y vivía silenciosa en una residencia de la calle Montiel.
Cuando vivían los dos, íbamos a visitarlos con cierta frecuencia. Nos sacaban unos dulces y unos licores y el tío Tomás nos contaba cosas de su vida, de los viajes que hacía, de todos los lugares que visitó, siempre al volante de un taxi que lo llevó a todas partes. Narraba esas peripecias con mucha gracia. El tío Tomás era un hombre de mucho carácter que, a pesar de su falta -tenía una pierna más corta que la otra-, había sido un montón de cosas, pero sobre todo un gran conductor y, al final, socio fundador de un empresa de transportes, además de presidente del Úbeda C. F. Cuando nosotros le conocimos ya no salía de casa, y se pasaba el día sentado frente a la mesa camilla, con sus pies desparejos al calor del brasero.
Pues bien, le contó ayer a A. su madre que cuando abrieron el ataúd para enterrar a su lado a la tía Juanita, se encontraron con que el tío Tomás continuaba, ocho años después, con sus extremidades inferiores incorruptas. "De cintura para abajo, como si le hubiesen dado sepultura ayer mismo", le narró F. a su hija. El enterrador decía que era la primera vez que veía algo semejante. "Eso va ser por la falta que tenía el pobre", parece que comentó mi suegra.
martes, 20 de diciembre de 2011
Fotos raras
Por fin hemos visto la foto que le hizo J.Á. a P. el otro día. La colgó en su BLOG, junto a varias otras, hace un par de días. Inquietante, como si fuese la ilustración de una pesadilla infantil. La de la abuela tampoco está mal. Se nota que está muy bien iluminada. Tiene, también, el aire de un cuento infantil y perverso. Las demás son igualmente hermosas y raras, como truco de mago o sueño, todas con su poesía surrealista encima...
lunes, 19 de diciembre de 2011
La derrota amarga
El partido de este viernes, el de baloncesto, el de P., fue, sin duda, el más doloroso de todos. Porque el equipo contra el que se midieron era más o menos como el suyo, o incluso un poco peor. Y sin embargo también perdieron.
El principio fue esperanzador, 6-0. Luego remontaron los otros, y de nuevo el EBA se despegó, 12-6. La cosa fue marchando más o menos así hasta que tras un nuevo empate los que se estiraron fueron ellos. Nunca se iban muy lejos, pero allí estaban. Se sucedieron los empates, pero al final, 35-39 para los contrarios... La cara de P. era un poema. Y eso que consiguió una canasta impresionante, en carrera y desde bastante lejos, con una soltura y naturalidad que yo no le conocía... Se la alabe mucho, a ver si le alzaba el ánimo, pero nada...
Yo creo que no jugó demasiado, que el entrenador lo mantuvo mucho tiempo en el banquillo.Se lo habría dicho a su entrenador si no supiese que eso a P. le habría avergonzado lo indecible. Se lo habría afeado amargamente y con aspereza si no fuese un entrenador tan alto y fornido -es el pívot del equipo que juega la liga nacional-. Cuando metió esa canasta imposible, la gente lo aplaudió mucho. Estuve a punto de decirles a todos, en voz alta, que ese era mi hijo. Me contuve en el último instante. Y me di cuenta de que, si no me controlo, podría llegar a ser, sin esfuerzo alguno, uno de esos padres energuménicos y ridículos que siguen a sus hijos a los partidos como las madres de las folklóricas a estas, y matar por él, como la princesa del pueblo.
viernes, 16 de diciembre de 2011
Perfil urgente de José Bono
Días antes del de la Constitución, escribía esto Martí Gómez en lalamentable.org:
"Escalofríos siento ya a pocos días del último acto de José Bono como presidente de la Cámara de Diputados. Temo su verbo florido, prosa de sonajero, que diría Juan Marsé, con algún extemporáneo ¡Viva España! como colofón. Mucho ha recorrido Bono desde los tiempos en que militaba en el PSP de Tierno Galván, que no lo dejó bien parado en sus memorias porque cuando se olió el cambio Bono se pasó al PSOE, sector guerrista, para luego ser filipista y de ahí que Guerra lo aborrezca por traidor. A lo largo de los años Bono solo ha sido fiel a su aversión al pollo, a su pasión por relacionarse con gente famosa, a hacer declaraciones extemporáneas y al populismo, que desarrolló a toda máquina presidiendo la comunidad de Castilla-La Mancha. Cuando el príncipe Felipe visitó la comunidad Bono editó un lujoso libro que sumía en la confusión: el lector pasaba página tras página con foto de Bono en una y foto de Bono en la siguiente y no acababa de dilucidar si la estrella del evento era el príncipe o Bono. No menos memorable era el video que se ponía en los autocares que llevaban a los ancianos de la comunidad a ver el mar. En el video Bono desplegaba toda su oratoria hablando de olas, espigas, nubes, arena, sol, noches de luna... y esto, recordaba a los viajeros, lo iban a disfrutar gracias a que la comunidad que él presidía corría con los gastos. Iba implícito el corolario “votarme”. Irse de la Cámara de Diputados se va. Dónde intrigará a partir de ahora es lo que falta por saber. Porque intrigar seguirá intrigando. Por el bien de España, por supuesto".
Si alguien escuchó el discurso del señor Bono tan señalado día, habrá comprobado que los temores del Martí -¡qué grande el Martí! (leer con marcado acento catalán)- no eran infundados.
jueves, 15 de diciembre de 2011
Comparaciones
Este año, a A. le ha tocado dar un curso de Ciudadanía. El libro de texto que llevan los alumnos ha resultado ser malísismo, a pesar de ir firmado por José Antonio Marina -se ve que este hombre solo ha puesto la firma, y el libro, como casi todos los de esa clase, lo habrán elaborado, sin tiempo y mal pagados, algunos becarios-, y tiene que buscar en otras fuentes.
Hace unos días les puso en el vídeo Billy Elliot. A la mayoría les gustó mucho, y les ha dado para varias clases de reflexión y comentario. Sin embargo, ayer, uno de los alumnos le hizo una confesión:
-No está mal la película, mastra -que así les dicen en Munera a los docentes-, pero a mí me gusta más Doraemon.
A., rápida, le replicó:
-Entonces conocerás bien estos versos: "Ojalá mis sueños se hicieran realidad, / se hicieran realidad, porque tengo unnnnn montóooooooon..."
Y se puso a hablarles de Novita y Sisuka y Gigante, a los que conoce bien por P., que también es muy aficionado, y a comentar esa canción, relacionándola con lo que habían hablado a propósito de la película.
Dice que la clase salió muy bien.
Dice que la clase salió muy bien.
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