jueves, 22 de diciembre de 2011

Ayer

I

Han puesto una pequeña feria del libro al lado de casa. Son apenas cuatro o cinco casetas. Nada más inaugurarla, bajaron las temperaturas como suele hacerlo el Ibex 35 en estos tiempos, y se veía a los libreros ateridos en una esquina de su galpón, muertos de frío. En esta ciudad, en cuanto levantan una feria de esta clase, se tuerce el tiempo invariablemente. En cuanto aparecen estos libreros vagabundos llegan en estampida vientos furiosos y afilados, se aborrascan los cielos y caen unas lluvias desapacibles y tenaces.

Los libros que traen consigo son como ellos, viejos, escépticos y polvorientos. La mayoría, solo con ver el título, echan para atrás: esoterismo, biografías de grandes hombres, diccionarios de armas o de la Guardia Civil, tristísimas colecciones de clásicos con las portadas de cartón y un papel pobre y desahuciado...Estuvimos a punto de comprar uno que se titulaba La salud por la cebolla, el ajo y el limón. Nos pareció un título magnífico. Sin embargo, además de algunos cuentos para los críos, finalmente nos volvimos a casa con una  vieja edición de Voces en Ruidera, una de las novelas de Plinio que con tanta gracia compuso García Pavón, la Historia de Roma de Indro Montanelli y El faro de Blackwater, de Colm Tóibín. Tan contentos.

II

Manifestación de funcionarios. Después de dejar a P., que estaba invitado a un cumpleaños, en los cines de la nueva estación, engalanada con abundantes luces navideñas pero con muy pocos viajeros, me fui andando lentamente hacia la Fábrica de Harinas, de donde salía la marcha. Nos encontramos frente a ella a la altura de la gasolinera del Paseo de la Cuba.  Venían flameando, como estandartes, muchas banderas, rojas , verdes y amarillas. Nos disolvimos en ella. Era hermoso ir caminado sobre el asfalto envejecido, sin coches y rodeado de tanta gente. Atardecía y el frío se iba destilando en el aire cada vez más limpio y puro. De pronto, mezclados con ese frío, el veneno de la melancolía y la conciencia dolorosa de que, hagamos lo que hagamos, esta batalla la perderán los de siempre...

III

Al rato tuve que salirme de la corriente reivindicativa y, como un salmón, poner rumbo, río arriba, hacia el instituto. Tenía la evaluación de mis alegres tutorandos. Ya era de noche, y andando despacio por el paseo, a la orilla del parque, me parecía caminar por el arrabal de una ciudad distinta, mucho más al Norte: Berlín, Moscú, Praga. Sin embargo, si mirabas hacia el Oeste, el cielo, de un lujoso azul, era, sin duda alguna, un cielo del Sur. Se iba apagando como la voz de un padre que acuna a un hijo, muy dulce y suavemente... Luego, ya muy cerca de mi destino, en un semáforo cerrado se colocaron a mi lado dos de esos corredores que salen al oscurecer a fatigar los parques y las avenidas. Supongo que para no quedarse fríos, no dejaron de dar saltos ni un momento, como si siguiesen corriendo pero sin moverse del mismo punto fijo. Eran, esos saltos que daban, muy graciosos, y parecían dos muñecos de un espectáculo de títeres, un poco desmadejados los dos, sin parar de hablar. Y aunque esos corredores nocturnos siempre me despiertan una gran piedad y cierta pena, estos me pusieron de muy buen humor y la evaluación -la de estos muchachos míos que escriben "ténebre", "San Chopanza" o "¡Adiós, Regenta!"- se desarrolló muy plácidamente.

IV

A la vuelta, los cristales de los bares se veían muy empañados porque estaban todos llenos de gente que seguía el partido entre el Alba y el Atlético de Madrid en el Calderón. Me acerqué a uno y pegué la cara al cristal como niño pobre en el escaparate de una pastelería. Ganaba el Alba y se veía a los parroquianos muy ilusionados. En uno de ellos, a  la puerta había dos viejos que, ajenos al partido, hablaban muy animadamente. "Esto era el patio de mi casa", le decía uno al otro. "Debajo de donde ahora está el televisor había un pozo, y allí, donde la máquina del tabaco, teníamos una higuera que daba una sombra que no había otra igual en el verano. La había plantado mi abuelo..."


1 comentario:

  1. Jajaja, "¡Adiós, Regenta!", qué puntazo.

    Respecto al Alba, muy orgullosa estoy yo de mi equipo, del que presumo a todas horas por estas cálidas tierras. Tan cálidas que hoy nos acompañaban unos maravilloso 20ºC. ¡Temblando estoy de pensar en el frío que voy a pasar en Albacete!

    P.D.: Felices Fiestas.
    http://www.diseloconunhofmann.com/felicitacion/B20B05N06I66R1

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