jueves, 8 de diciembre de 2011

La fama

Volvíamos a casa los tres después de un paseo, y ya en nuestra acera vimos venir hacia nosotros a la dueña del bar que hay al comienzo de la avenida. Llegó a la puerta de su negocio antes que nosotros y entonces se quedó parada, mirándonos con fijeza, como si nos estuviera esperando. No habremos entrado en ese bar más de cinco o seis veces, y es una mujer muy seria, con la que apenas cruzamos dos palabras, el saludo de cortesía cuando nos encontramos en esa acera, ella a su negocio, nosotros a nuestro rincón.

Cuando llegamos a su altura y ya le íbamos a dar los buenos días acostumbrados y seguir nuestro camino, se dirigió a mí:

-¡Cómo me reí el otro día con tu pesadilla!- me dijo sonriente. Al comienzo no sabía a qué se refería, pero de pronto, antes de que se me pusiese cara de idiota completo, recordé el artículo del jueves pasado.

-Ah, ya...

-Mira que yo no soy de reírme así, pero es que me pareció divertidísimo, de verdad...-continuó.


No está uno acostumbrado en absoluto a estos halagos, y la cara que debía tener, a pesar de saber ya de qué me estaba hablando, era, ahora sí, de tonto total. Le di las gracias, le dije que me alegraba mucho de haberle hecho pasar tan buen rato, y nos despedimos, todos con una gran sonrisa...

-Pues vas a tener que dedicarte a la comedia- me dijo A. mientras ganábamos el portal. -Porque con los poéticos y literarios no te felicita nadie...

-Bueno, una vez me llamó un notario-protesté...

Naturalmente, yo iba crecidísimo, más gordo, más hinchado, más lustroso... Mientras preparábamos el horno, aún no se me había ido la cara de estulticia...

Sin embargo, de pronto se me heló esa sonrisa idiota. Al tiempo que aliñaba tres hermosas truchas asalmonadas, caí en la cuenta de que del mismo modo que a esa buena mujer el artículo la había divertido, habría, entre la media docena que suele leer esas cosas, otros a los que no les habrá hecho maldita la gracia, González Moraga al margen, y que si me encuentran un día por la calle, a lo mejor también les da por hacérmelo saber y... Entonces ya se me quitó la cara esa, y se me bajaron todos los humos... Era mucho mejor cuando esos textos los sacaban sin foto...


 

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