miércoles, 18 de abril de 2012

Cazar elefantes es muy peligroso

La gente tiene, qué duda cabe, muy mala voluntad. Fíjémonos, por ejemplo, en el pobre ministro de Hacienda, al que acusaban de promover una amnistía fiscal cuando lo que realmente había gobernado el hombre era todo lo contrario. Y tuvo que salir a los medios a deshacer semejante entuerto: amnistía, no, se quejó lastimero y herido, sino gravamen al dinero oculto, que es cosa muy diferente.

Ahora la han tomado con el Rey. Pobre monarca nuestro, cuánta incompresión, cuánta injusticia...

Anda el hombre -lo ha declarado muchas veces- tan preocupado con esta crisis galopante, piensa tanto en todos los jóvenes parados, que ha terminado por sentirse terriblemente estresado y es por ello que tuvo que buscarse algunas actividades que le relajasen un poquito.

Naturalmente, a un rey no lo van  a llevar a un karaoke; a un rey, lo mínimo es lo que han hecho, a saber, invitarle a África a cazar elefantes... Menos pienso yo que sería ridículo. Y se ha armado un gurigay y una zapatiesta de aquí te espero... Los de la mala voluntad otra vez, que quieren hacer pasar por irresponsabilidad e inconsciencia lo que es cosa bien distinta.

Menos mal que ahí están los hechos para desmentirlo. ¿Por qué creen que se descompuso la cadera a la peregrina hora de las cuatro de las mañana, hora de Bostwana? Pues porque andaba desvelado, por eso se rompió la cadera a las cuatro de la mañana; porque es tan responsable que no conciliaba el sueño pensando en todo lo que se había dejado aquí; porque andaba paseando por el campamento apesarado y triste, tratando de arbitrar una salida, por eso fue que no se fijó en el escalón y se tropezó.

Pensar otra cosa que no sea esta es gran malicia y muy mala voluntad. Lo mismo que no habernos dado cuenta de que no hay una amnistia fiscal, sino muy al contrario un gravamen para el dinero oculto, que se lo tiene muy bien merecido.

¡Qué país de desagradecidos!


P.D.Postsarcástica: Ha salido hoy nuestro monarca, en las teles, a pedir disculpas. Yo no había visto jamás cosa igual. Me recordó mucho a mi sobrino G., cuando sus padres nos cuentan delante de él alguna de su fechorías. Entonces, nos mira con media sonrisa y, avergonzado, pide perdón. Está, así, muy gracioso. Ahora, esta actitud, en un señor de setenta y monarca, pues no sé... Así que para quitarme el mal sabor de boca, dejo estos vídeos aquí debajo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario