miércoles, 6 de junio de 2012

El viaje entretenido (Santos y golondrinas)

El mismo jueves de nuestra llegada, tras la visita a la iglesia de San Andrés y previo descanso en la plaza para reponer fuerzas (lo que conseguimos tomándonos unas "gordas"), continuamos la vista.




Nos llevó E. hasta la Casa de los Estudios, hoy de uso privado y compartida por varios vecinos, llamada así porque en aquellos lejanos siglos cervantinos y quevedescos se impartían allí clases de gramática, retórica y unas cuantas ciencias más de aquellas del trivium y el cuadrivium. Al parecer, Quevedo la visitaba cuando venía al pueblo desde la Torre de Juan Abad, a por medicinas para sus muchos achaques, porque en la Torre no había botica.

Luego nos acercamos hasta la casa donde nació Santo Tomás de Villanueva, el que fuera arzobispo de Valencia y teólogo muy influyente en Trento. Frente a ella se levanta el Oratorio de Santo Tomasillo, que llaman así por albergar una imagen del santo cuando joven... Unos metros más allá, en la misma calle, la Casa de la Inquisición, con su escudo de bandera pirata...





Caía ya la tarde cuando nos acercamos al  convento de Santo Domingo, enorme y ya cerrado a esas horas. Pegado a sus muros, por aquello de la desamortización, la hopedería  lleva un tiempo cerrada y por lo tanto no se puede visitar la estancia donde, y esto parece  estar debidamente documentado, murió don Francisco. Nos contó E. que ese edificio fue, cuando él era un niño, el colegio del pueblo, y que la chiquillada jugaba en los recreos por todas partes, incluso dentro de aquella habitación. Luego, al pasar el tiempo, cuando ya era negocio hotelero, volvió a visitarla, pero le pareció que la que enseñaban era otro cuarto diferente...


Terminamos la jornada felices y fatigados. Los críos se quejaban de que les dolía todo y de que estaban muy cansados. Sin embargo, tras comerse sus pizzas, se lanzaron a jugar y correr por toda la plaza, entre las estatuas impasibles de Sancho y don Quijote, de Rocinante y el rucio sin nombre que se perdió y, no se sabe cómo, se volvió a encontrar. Parecían imitar la algarabía de las golondrinas que se cruzaban como locas en el cielo violeta y juanramoniano. Golondrinas infatigables y felices, saltimbanquis del aire, como artistas chinos del Circo del Sol...


1 comentario:

  1. Sos un hombre suertudo¡¡ Tener a E como anfitrión y guía debe ser un lujo sumamente valioso. En mi caso, no puedo decir lo mismo, mis visitas a Vªde los Infantes se producen una vez, como mínimo, al mes. Siempre por motivos de trabajo y para nada es lo mismo. Es más, siempre regreso un poco enojado.

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