lunes, 18 de junio de 2012

Eurocopa


Del partido de Las Pinaíllas no solo volví ahíto y fatigado como un bárbaro tras la conquista de Roma, sino también con un esguince. Leve, pues casi ni me di cuenta. Sin embargo, al día siguiente tenía el tobillo derecho como una bota de vino. A. se alarmó. En su familia, a los esguinces los tiene catalogados como enfermedad grave. Así que me sentó en el sofá, me puso con el pie en alto y no me dejó hacer nada. Como un marqués me está tratando.

A mí, la verdad, no me duele en absoluto, y puedo caminar perfectamente, pero A. no me cree y me dice a cada instante que un esguince mal curado puede acarrear nefastas consecuencias. De manera que, sumiso, me dejo caer en el sofá con una bolsa de hielo abrazándome el tobillo, y me pongo a ver los partidos de la eurocopa, todos y cada uno. Y ya no voy a Mercadona, ni a llevar y recoger a P. de la academia de inglés, del baloncesto o el kun-fu, nada. De todo se encarga A. Yo, en cambio, no hago otra cosa que ver el Polonia-Grecia, o el Ucrania-Suecia, lo mismo que el Alemania-Portugal o el Francia-Inglaterra. Sin discernimiento ni descanso, uno a las seis de la tarde y otro una hora después de acabado el anterior. En los descansos, leo las páginas deportivas de los periódicos o escucho en la radio las novedades de nuestra selección.

Al parecer el mundo se desmorona a nuestro alrededor, el equipo directivo de mi centro ha dimitido, no se sabe cuántos quedaremos el curso próximo para dar clases a cientos de chiquillos divididos en grupos de cuarenta..., pero este esguince me ha hecho ver las cosas de otro modo. ¿Cuándo volveré a hacerme uno?, me pregunto. Si en más de cuarenta años solo me he hecho dos, no parece que el próximo esté muy próximo. Así que he decidido vivir subido a mi sofá, sin preocuparme en nada más, solo atento a la eurocopa, a las frustraciones infantiles de Ronaldo, Robben o Ibrahimovic, al momento en que Trapattoni  vacía sobre el campo el botellín de agua bendita que le proporciona una monjita amiga, a la desesperante falta de puntería de Torres, a la presencia olímpica de Mario Gómez, a la lucha guerrillera de Grecia, a la resurrección de Shevchenko, a los movimientos elegantísimos de Benzema... Y ya no recuerdo qué cosa sea la prima de riesgo, ni cómo se llama nuestro presidente del gobierno...






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