martes, 19 de marzo de 2013

El Papa sabe latín

El viernes, camino del trabajo, avanzaba justo delante de mí un grupo de alumnos de 1º de ESO. Iban enfrascados en animada conversación lingüístico-teológica. Debatían sobre el nuevo Papa. Uno defendía que hablaba español. El resto no se lo creía. "¡Cómo va a hablar en español si es de Buenos Aires!", le replicaban sus compañeros...

Fuera de toda duda el conocimiento del español del Papa y la ignorancia abisal de esos alumnos, lo que está también claro es que, vistos sus primeros pasos y escuchadas sus primeras palabras, este Papa sabe latín. Todos esos gestos humildes y agradables que está mostrando -rechazar la cruz de oro en su pecho, la elección de Francisco como nombre artístico, el ir a pagar personalmente la cuenta de su hotel romano ahora que ya ha encontrado piso en esa ciudad eterna...-, así como las declaraciones que está haciendo sobre los pobres, suenan a gloria bendita y a música celestial. Sin embargo, como estamos hechos unos perros viejos y ya no se cree uno nada de nada, no confiamos demasiado en que no sean, esos gestos y esas palabras, nada más que eso: espejuelos, baratijas, humo, nada...

Con lo que nos gustaría a nosotros que tuvieran traducción rigurosa y rápida en hechos serios y trascendentes, en comportamientos firmes, en decisiones cruciales que aliviasen realmente a los menesterosos de este mundo y les bajasen de una vez por todas los humos a quienes gobiernan y organizan la desigualdad, la injusticia y el abuso de tantos a manos de tan pocos... 

Por ejemplo, lo de los pobres lo tiene en bandeja: que se entreviste con los mercados, con los banqueros, con las grandes fortunas, con los políticos..., y les explique muy claramente a todos ellos que, si continúan como hasta ahora, no solo no van a alcanzar el cielo, sino que van a encontrar en él un enemigo furibundo que no se cansará de denunciar ante sus muchos seguidores sus excesos y atropellos. Que les hará la vida imposible. Y que los trate, al decírselo, ásperamente, y los despida después del Vaticano con cajas destempladas, para que se den cuenta de que Dios, si existe, tiene que andar muy disgustado con todos ellos...



www.elheraldo.hn


P.S. Se ha hablado mucho, a propósito de este nuevo papa, de su condición de jesuita. Yo de esto no tengo nada que decir, solo este chiste que me han contado unos muy buenos amigos: “A un franciscano, un dominico y un jesuita un médico les dice que les queda una hora de vida. El franciscano pide que le sepulten en tierra; el dominico volver a leer a Santo Tomás; el jesuita pregunta ¿no puede venir otro médico?”.

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