lunes, 27 de mayo de 2013

Bufandas en el balcón

Como la compañera de A. y el ejemplar de LNE que luego me deja, va a tener que viajar hasta aquí el Oviedo F.C. A jugar la promoción con el Albacete. En lugar del Oviedo me hubiese hecho ilusión que le hubiese tocado el Caudal, que es el equipo de mi pueblo, y que también anda enredado en esa disputa. Pero este tendrá que viajar un poco más lejos, hasta Cartagena.

Nos informó, casi al instante de conocerse estos emparejamientos, M., que es gran aficionado del equipo de su ciudad. Cuando el año pasado jugaban ambos en el mismo grupo de la 2ª B, lo invitamos, pero no puedo ser. Lo hemos vuelto a hacer en esta ocasión, pero tampoco...

Yo había pensado que si hubiese sido el de mi pueblo, iría a ver el partido. Por esa razón me alegro ahora de no tener que hacerlo. Tiene el Oviedo todas mis simpatías, pero uno es más partidario del Sporting, y por lo tanto no son tan fuertes esos agrados como para pasarme dos horas en un campo de fútbol viendo volar el balón de un campo a otro como una bola loca...

El vecino de enfrente, que no sabemos quién es, ha colgado tres bufandas del Alba en el balcón. No sabemos si ha hecho esto como una forma de conjurar la victoria y animar a las gentes de esta ciudad  o para que se les vaya el olor a naftalina, por haberlas tenido todo el curso metidas en lo profundo de un armario... No lo sabemos, pero ahí han estado desde el viernes por la mañana...

Las vi  a primera hora, cuando apenas habías despuntado el día... Yo, antes de salir, le echo una mirada a la calle por si hubiese habido algún cambio durante la noche, y, de pronto, ya no viviésemos aquí, sino en Londres, Madrid, París o Llanes... No sé, es una fantasía que uno tiene. 

La noche del sábado soñé que ganaba el Oviedo 1-0. Le mandé un mensaje a M., para que lo supiese. Este asunto de los sueños es muy misterioso. Pudiendo soñar con un buen montón de cosas agradables, ¿qué hace uno soñando con el resultado de un partido de fútbol? Un desperdicio. 

Luego, cuando me asomé a la ventana, seguíamos viviendo en la misma ciudad pero en el balcón del vecino ya solo ondeaban dos bufandas. ¿Estará haciendo una cuenta atrás? Qué sé yo. Los aficionados al fútbol, como los sueños, son  un enigma.

Por cierto, el partido del Tartiere acabó 1-0. La vida es sueño. 






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