lunes, 20 de mayo de 2013

Una familia desestructurada

Como la Real, este fin de semana ha sido la nuestra una familia completamente descabalada, cada uno en un lugar diferente y yo, en casa, solo.

El sábado por la mañana se fue A., con su hermana, a Úbeda. Se fueron a ver a la tita C., que lleva hospitalizada desde hace ya varias semanas. Una serie de muy diversas dolencias la tienen postrada en la cama del hospital y no acaba, la pobre, de recuperarse. 

Esa misma mañana, mis padres se embarcaron en una excursión de la parroquia hasta Marrón, en Cantabria pero muy cerca ya del mismísimo Bilbao, a visitar el santuario de La Bien Aparecida (jamás había oído hablar ni de ese pueblo ni de esa virgen, pero es bonito que un pueblo tenga el nombre de un color, aunque sea el pardo, y hemos aprendido además que en lo que se refiere a apariciones marianas, también hay modos, grados y calidades...).

Y P., invitado a un cumpleaños de una compañera de clase...

Hasta mi hermano tampoco estaba en su casa, que le tocó trabajar esa mañana...

Como se ve, salvo yo, nadie estuvo en su sitio ese sábado. Y, solo en la casa, no supe qué hacer. Desfibrado, melancólico y triste, apenas me levanté del sofá, desganado, con el periódico en el regazo y en la tele un partido de la segunda división (Ponferradina-Numancia, apasionante). Cada poco tiempo, nublaban el día unas nubes ceñudas y una lluvia violenta se ensañaba con los cristales de las ventanas.

Al final, me leí el periódico de la primera a la última página (un banquero pasa una noche en la cárcel, solo una, porque enseguida pagó su fianza; muere, en la Argentina, un sangriento dictador; los conductores de autobuses y tranvías de Lisboa organizan un banco de alimentos porque varios compañeros pasan hambre; Cospedal pide unidad a los cargos de su partido; Renfe planea eliminar varias rutas; se ha aprobado una nueva reforma educativa...). Y, como es natural, me sentí aún más solo, y melancólico, y sombrío, y  taciturno, y abatido...  Lleno, al fin, de una pesadumbre muy negra...

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