lunes, 5 de marzo de 2012

Noticia de libros

A. y yo, por San Valentín, todavía nos hacemos regalos. Hay quien dice que es más satisfactorio regalar que te regalen. Es posible. Esta vez le he comprado un bolso que sabía que le iba a gustar. Efectivamente, me dio mucho gusto entregárselo, y ver la sonrisa que le iluminó el rostro. Aunque todavía no lo ha estrenado, no sé por qué. Sin embargo, casi tanto como esa sensación altruista, tan semejante que casi es lo mismo, fue mi contento cuando me dio ella a mí una tarjeta para canjearla por libros en la librería de Ax.

La he estado guardando, como un tesoro, durante todo este tiempo, y finalmente, este sábado me encaminé a la librería, con esa tarjeta a la altura del corazón. Pensaba gastarme solo una parte de su saldo, pero no fue posible. Desde sus anaqueles, con voz dulce e irresistible, me llamaron tres libros, tres, y tal y como está el mercado de estos volúmenes nuevos, aunque el regalo de A. había sido muy generoso, no solo  agoté mi crédito de una sentada, sino que tuve que añadir de mi bolsillo una pequeña cantidad.

Los libros que me hablaron y me reclamaron seductores como las sirenas a Ulises, para quien quiera saberlo, fueron los que siguen:

Años lentos, de Fernando Aramburu.
Mitologías, de W. B. Yeats.
Bluebird, de Vesna Maric.

El primero porque desde que leí los cuentos de Los peces de la amargura, soy gran partidario del señor Aramburu.


El segundo porque es un bello tomo de Acantilado que reúne los libros que sobre Irlanda escribió el señor Yeats y porque he decidido que será una lectura ideal para el verano (que ya no falta nada).


Y el tercero porque había leído cosas muy elogiosas sobre él, porque lleva un prólogo de Elvira Lindo y porque al verlo y tenerlo en las manos sentí una extraña vibración y se me pusieron los ojos en blanco, como a esas videntes a las que se les aparece la Virgen en El Escorial o cualquier otro pueblo serrano, y que suelen ser señales de que me aguardan, entre las páginas de los libros que me las provocan, placenteras horas de lectura.


 
Los tres traían, nuevos y flamantes, su faja: la del primero decía, muy escuetamente, que esa novela era la ganadora del premio Tusquets de novela de este año, editorial por cierto que edita todas las obras del autor; la del segundo  una cita de T. S. Eliot: "Uno de esos pocos escogidos cuya historia es la historia de su propio tiempo y que forman parte de la conciencia de una época que no puede ser entendida sin ellos", que yo casi ni entiendo por solemne, pedante y vana; y la del tercero, sacada de The Observer: "El relato chispeantemente divertido y conmovedor de una refugiada, rebosante de humor, perspicacia y un toque de rebeldía", que, palabra más, palabra menos, es lo que se suele leer del noventa por ciento de las novelas que se publican hoy en día. De manera que las cogí todas y las tiré a la basura, dejando a esos libros desnudos y puros, como decía JRJ que debía ser la poesía, solos ellos y yo bajo una lámpara. Ya les contaré.

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