martes, 6 de marzo de 2012

Un libro hermoso y triste

Hace a veces uno el propósito de leer de modo metódico y lógico, y compone por ello listas de libros para ir leyéndolos disciplinadamente, uno tras otro, según el orden establecido. Sin embargo, rara es la ocasión en la que cumplimos semejante proyecto. Casi siempre se nos cruzan otros libros, inesperados, sin que nadie los haya invitado, que se cuelan con descaro en esa cola ordenada y, a codazos, desbaratan el plan que tan meticulosamente habíamos trazado.

Así nos sucedió con este, que nos lo encontramos una mañana sobre la mesa del departamento. Nos lo prestaron y, al llegar a casa, lo abrimos y allí se quedó, en la mesita de noche, desairado y mustio, el legítimo de aquella lista, que a saber ahora cuándo lo leeremos...



Cuenta este libro inesperado la vida de Jesús Aguirre, que aunque no llegó a alcanzar el papado, sí consiguió ser duque de Alba, y  vivir en este mundo sin poner un pie en el suelo, de palacio en palacio (Las Dueñas, Liria, Monterrey, Milán...). 

Aunque hay quien ha dicho, a propósito de esta biografía, que es una estampa cruel, a mí me parece  que el retrato es piadoso, hecho por un cronista honesto y fiel, que jamás se regodea en detalles escabrosos, y que pinta, a quien fue su amigo, de perfil, magnífico, cínico e infeliz, solitario por los larguísimos pasillos de esos palacios, con la suela de sus zapatos impolutos, fantasmal y dieciochesco, como una de esas sombras que acostumbran a salir en los espejos del Perucho...

Brillante, mundano y ambicioso, cambiando de amigos íntimos a cada rato, altivo con los inferiores y servil con los que ostentan el poder o estaban un escalón por encima de él, muy pocos tras su boda, fue, como todos, un pobre hombre. Acabó recluido en su gabinete, perdido en los pasillos laberínticos de los palacios de su mujer, que lo dejó morir solo.

Y detrás de esa figura que se va difuminando a medida que el libro avanza, como en un cartón de teatro, vemos pasar los años más negros del final del franquismo y el comienzo de la transición, los años de las últimas condenas a muerte y los detenidos que, según la versión oficial, se echaban a volar desde las ventanas más altas de la Dirección General de Seguridad; los de los asesinatos diarios de ETA o de la ultraderecha; los del 23-F y las sirenas de los coches policía...

Así se lee este libro melancólico y triste, en apenas unas horas. El libro que habla de un hombre que acabó convertido en un fantasma del siglo XVIII mientras la realidad, extramuros de palacio, no podía ser, áspera y terrible, más siglo XX.


1 comentario:

  1. Disfruté muchísimo con la lectura. Variopinto y curioso este Aguirre.La pluma de M Vicent tan afilada y excepcional como siempre.

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