jueves, 28 de noviembre de 2013

Incorruptos

No, no va a ser esta una entrada política sobre los miembros del PP, aunque no le quedaría mal el título. Tiene más que ver con Les revenants...

El día que acabé de ver esta serie, ya quedó dicho, me fui a la cama inquieto, muy sensible a los crujidos del parqué bajo mis pasos. P.  llevaba dormido largo rato y A. estaba en Úbeda, que  había ido a recoger a su madre... Y de Úbeda trajeron el domingo, además de los colorados y sabrosísimos ochíos, una historia que no habría quedado mal en alguno de los capítulos de esa película... Le habría añadido, eso sí, un toque azconiano...

Y esto es que se murió, no ha mucho, un viejo hombre. Aunque casado en segundas nupcias, decidieron enterrarlo con su primera mujer, la madre de sus hijos, muerta veinticincos años atrás. Pues bien, el día del entierro, cuando abrieron el ataúd para colocarlo junto a ella, se encontraron con que estaba esta, a pesar del tiempo transcurrido, entera y verdadera, completamente incorrupta. Hasta parece que conservaba algo de rubor en las mejillas.

-Yo creo que esto ha sido porque era muy buena persona... Una santa era...- apostilla mi suegra.

Luego llegó la escena castiza, ideada por Azcona. Al colocar al hombre en el ataúd de su antigua mujer, no se podía cerrar, así que tuvieron que estar los enterradores un buen rato forcejeando, como cuando has metido demasiada ropa en la maleta. Finalmente, consiguieron sellarlo al fin, pero no sin que se escuchase un crujir de huesos que se quebraban, no se sabe si los de él o los de ella, probablemente los de ambos...

Algo debe suceder en ese cementerio de Úbeda, pues cuando abrieron el del tío Tomás, para enterrar a la tita J., se encontraron también  incólume la mitad del cuerpo de este, tal vez porque no había sido tan bueno, solo la mitad, que esa mujer...



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