martes, 26 de noviembre de 2013

Los viernes, magia

Continúa P. obsesionado  con los trucos de manos y otros actos ilusorios, y así, todos los días, cuando ya ha acabado sus deberes y tareas, enciende el ordenador y busca vídeos donde aprender nuevos juegos prestímanos... Se ha descargado, también, un par de libros. Una vez hecho esto, nos persigue luego a su madre o a mí, para que le hagamos de conejillos de indias, de inocente público.

Algunos le salen bien. Otros no.

Cuando comienza con ellos, no respeta ningún momento. Le da igual que estemos corrigiendo o leyendo o preparando la comida... Llega con su baraja, o sus monedas, y no nos deja hasta que no le hacemos caso...

Sin embargo, lo que más nos inquieta es que continúe con esa idea absurda de salir a la calle, a hacerles esos mismo trucos a la gente con la que se cruce... Nosotros, naturalmente, le damos largas, le decimos que tiene que prepararse muchísimo más y  que, mientras tanto, se conforme con atormentar a la familia.

-¿Cuánto tiempo crees que debo ensayar?
-Años...
-Pero papáaaaa...

El viernes estaba bastante ilusionado porque, en el que es hoy su canal favorito, dedicaban toda la programación a la magia...

En nuestra casa el crecimiento de P. podría pautarse perfectamente, más que por el calendario de vacunas y las revisiones pediátricas, por los canales más vistos en cada momento de su desarrollo cognitivo... En el principio fue Clan TV, luego llegaría Disney Channel -el más insufrible sin duda alguna- y ahora es Discovery Max, una cadena cuya programación incluye las series y reportajes más peregrinos que hayamos visto jamás -y mira que en televisión se han visto cosas...-: programas sobre casas de empeños, sobre caza de caimanes, sobre empresas de grúas, sobre trabajos sucios -nada que ver con el cine noir, sino con alcantarillas, chimeneas y lugares semejantes-, sobre subastas y subasteros, sobre restauración de viejos automóviles... Son casi todas americanas, de las Américas del Norte, y cada vez que tiene un ratillo, P. se engancha. Algo de adictivo deben de tener, pues cuando nos hemos quedado A. y yo un momento ante ellas, tardamos en darnos cuenta de lo que estamos haciendo y nos quedamos allí plantados, contemplando cómo un desastrado señor trata de vender un autógrafo de Lincoln...

Pues bien, el viernes por la noche nos tuvo viendo un par de programas de magia. El primero era sobre un tal Dynamo. No nos gustó. Nos pareció, más que un mago, un fantasma. Trucos muy solemnes y bíblicos, y demasiado misticismo. Le dije a P. : "Si finalmente te dedicas a esto, deberías ser mucho más natural que este muchacho..." Hasta se paseó por las aguas del Támesis... A mí me parece que eso es llevar las cosas demasiado lejos...

El siguiente sí que fue de nuestro gusto. El Mago Pop, se llama, y era el protagonista un muchacho simpático y agradable que realizaba sus trucos con naturalidad y sin aspavientos. Además, el programa tenía sus matices, una narración -trataba de encontrarse con el batería de Génesis-, y nos iba mostrando cómo ese muchacho se iba encontrando con gentes muy diversas -en Madrid, Barcelona, Londres-, con los que no solo desplegaba sus prestidigitaciones, sino con los que también charlaba un rato...

Nos gustó también mucho la canción del programa, de un grupo catalán, pero, aunque la hemos buscado con denuedo, todavía no sabemos cómo se titula ni quiénes son esos muchachos...

Al parecer, van a ser programas que emitirán todos los viernes. Así que ya sabemos lo que nos toca: los viernes, magia...


               

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