lunes, 13 de junio de 2011

Los distraídos

Anoche, cuando me desvestí para ponerme el pijama, caí en la cuenta de que esa mañana, después de la ducha, me había puesto el calzoncillo al revés. Hasta ese momento no  había sentido nada raro bajo mis pantalones. Se ve que  no distingue ya uno el culo de los..., bueno, la mano diestra de la siniestra.

Dos días antes, estuvimos largos minutos tratando de abrir la puerta de la calle. No dejó de resistírsenos hasta que nos fijamos en que lo estábamos intentando con las llaves del instituto, del departamento y las aulas, y no con las de casa.

Estos despistes no son de ahora. Cuando jóvenes metimos un día las zapatillas en la nevera y, en otra ocasión, nos pasamos más de media hora buscando un tebeo que llevábamos debajo del brazo.

Este carácter nos atormentó y lleno de pesadumbre hasta el día en que cayó en nuestras manos un libro de aforismos del Príncipe de Ligne. En uno de ellos se podía leer: "Me gusta la gente distraída: es un rasgo que indica que tiene ideas y que es bondadosa, pues los malévolos y los estúpidos siempre están alertas".

Desde entonces, me gusta ser distraído.

1 comentario:

  1. Este me lo apunto. Me gusta pensar que soy bondadosa y con ideas. ^___^ Mi despiste no tienes límites y empezaba a preocuparme.

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